EL CIELO CAE CON LAS HOJAS Ediciones Alerce de la
Sociedad de Escritores de Chile Editorial
Universitaria Santiago de Chile, 1958
PARA CANTAR
Los caballos
se detienen.
Los belfos de
los caballos desordenan el agua y mezclan el rostro de las hojas. Hemos llegado
cerca de un pueblo. La niebla rodea casas que apenas
existen.
... Viajemos, antes que las aves ... den comienzo al verano, ... Cuando vuelvan al estero ... en busca de su olvidada
imagen.
Vamos hacia un
lugar que no conozco, pero cuyo reflejo me permite vivir. El
camino se pierde en la niebla. Vamos, lento trote de
caballos, el agua aún no se escurre de vuestros
belfos.
...
Viajemos, antes que las aves ...
den comienzo al verano, ... cuando en
el estero encuentren ... su antigua
imagen olvidada.
ALEGRÍA
Centellean los
rieles pero nadie piensa en viajar. De la sidrería viene
olor a manzanas recién molidas. Sabemos que nunca estaremos
solos mientras haya un puñado de tierra fresca.
La llovizna es
una oveja compasiva lamiendo las heridas hechas por el viento
de invierno. La sangre de las manzanas ilumina la
sidrería.
Desaparece la
linterna roja del último carro del tren. Los vagabundos
duermen a la sombra de los tilos. A nosotros nos basta
mirar un puñado de tierra en nuestras manos.
Es bueno beber
un vaso de cerveza para prolongar la tarde. Recordar el
centelleo de los rieles. Recordar la tristeza dormida como una
vieja sirvienta en un rincón de la casa. Contarles a los
amigos desaparecidos que afuera llueve en voz baja y tener en
las manos un puñado de tierra fresca.
TWILIGHT
Todavía yace bajo el manzano el tílburi cansado de los
abuelos. ¿Quién recogerá esas manzanas donde aún brilla un sol
de otra época? El cerco se pudre. La oruga invade al
jardín. Alguien mira al tílburi y apenas lo distingue en la
luz oscilante entre la tarde y la noche.
Bodas y entierros. Una tarde entera luchando
contra el barro cuando íbamos al pueblo recién fundado. Un
viaje de ebrios entre la susurrante penumbra esquivando las ramas
enloquecidas. Viajamos y viajamos aún sabiendo que todo no
puede sino terminar en una casa miserable desde donde se
mira esa luz obstinada en pelear contra la noche.
¿Quién recogerá las manzanas donde aún puede vivir un sol
de otra época? La oruga invade el jardín. El día no alcanza a
refugiarse en la casa. Para huir de la oscuridad sólo hay un
tílburi cansado que no se cansa de luchar contra la
noche |