Niño
chileno con guitarra a palos
(Poema premiado en 2005 por Fundación
Nueva Poesía)
Allí
cuando te golpea tu padre
y hace ¡ paf !
su cachetada, su ceja ciñéndose marcando
las cinco
de la tarde, del día, de sus cloacas chilenas no africanas
o
del pesebre más remoto de sus pantalones descosidos
Allí, en
la escenilla más oscura del teatro universal
sin casi sin pudor alguno
salen
a ocultarse raudos los ciempiés
que nada entienden de nada de nada
y
por lo mismo es que la vieja Queltehue prefiere dormirse
sin saber hasta qué
punto podrá volar su cara rota
después de insistir, in fraganti,
qué más da:
la vieja Queltehue desconoce si es en mi
o en
si o en re sostenido al menor
la entonación la de la cuerda la adecuada
o
de la oruga endurecida y atiesada
que retiene entre ceja y ceja
a propósito
de la ceja de tu padre, que es mejor
llamarlo desde ahora gusano de gusanos
o
lepra de lepras, sin ofender a los leprosos, por supuesto.
Por si acaso,
te cuento que si te golpea tu ya dicho ese
a propósito de la
Queltehue que olvidó
eso que pasó a la hora del té
cerca
de tu casa donde alguien te hizo ¡ paf !
te contaré que en el
nido de la vieja que ahora es madre
tres polluelitos de alma pura, como la
de los travestis
puros de verdad, puros como los ya antiguos cigarrotes de
la isla
tropical, cubana, puros de alma o puros cuentos
puras leseras dirán
pero
no dirán ni una palabra los citados polluelillos
que desconocen, que
no saben, que son puros, ya te dije.
Ahora bien, si por casualidad intentas
sumergirte
en el mar rojo de tu sangre zamarreada
o en el negro oscuro de
tu cuarto negro
ahora carcomido por los espantadizos
acurrucados, carcomidos
ciempiés carcomidos
yo no sabré qué decirte
niño
chileno con guitarra a palos
pues tú eres un polluelo más de
la Queltehue
tú eres uno más de los que canta
sin saber de
todo.
Y sí
aunque ya no exista algún sentido para decir
sí
o aunque se hallen desaparecido todos los recuerdos
para vomitarles
no, y a pesar del pesar
de todo eso que pasó como a eso de las
cinco
casi al lado de tu casa donde alguien te hizo ¡ pum !
Sí,
aunque todo, aunque casi ya no duela
ese alguien es tu padre, niño sombra
niño África
y tú sigues amándolo y tú sigues
diciéndole
y tú sigues limpiando sus zapatos
y tú sigues
bebiendo de su lepra
y tú sigues cantándole tus cantos
a pesar
de todo, a pesar que casi ya ni sangran sus patadas
y al ciempiés, aún
así aún asá
nada le importan estas cosas
al igual que
a la Queltehue vieja
que no ha dejado de mirar mis ojos
que no ha dejado
de mirármelos como diciendo: ¡Vete!
o yo me volaré otra
vez
y otra vez me chuparé al gusano para regurgitárselo
de
nuevo, a vuestros hijos
mis polluelos.
A quién le importa escuchar
estas cosas
cuando la tole tole de la vida
qué pasaría si
te digo
cuando la tole tole de la vida
qué pasaría si te digo
que
la tole tole de la vida ha succionado
algo más que un par de ciempiés
de tu tierra seca:
¡Cuidado! La Queltehue está mirando
la Queltehue
observa cuando el niño sangra y llora
cuando sangran y lloran sus sueños
de niño
su cuerpo de polluelo
y aún así sigue cantando
sus canciones, a pesar que nadie
de nadie de ninguno acude, in fraganti,
qué más da:
su padre lo enferma su lepra lo golpea ¡ paf
!
y la Queltehue llora a meses ¡ paf ! Y la Queltehue reza a picos
y
todos chillamos y nos hacemos los buenos
a la mala a la mala nos hacemos los
sensibles
y sin embargo, la Queltehue no hace nada
pues son casi la cinco
y es hora del té
qué pasaría si te que pasaría
si te
que pasaría si te digo esto:
el niño chileno está
mutándose en un hombre
y los ciempiés se ocultan
y la Queltehue
duerme siesta.
Por si acaso, durmiendo sí está
con sus
tres chicuelos
pero, en todo caso, cuando pasan los siglos
y el olvido inunda
nuestra memoria de ciempiés
más vale que te lo repita de nuevo
mil veces
una y otra vez: la vieja Queltehue desconoce si es en mi
o en
si o en re sostenido al mayor
la afinación correcta para el canto del
polluelo
porque aunque sea más que puro
hay alguien que lo enferma
allí,
en esa esquina triste de su casa
allí, cuando lo golpea su padre y hacen
sal
sus bofetadas, sus gritos bañándose en su zamarreada sangre
en
sus heridas, en el rincón más pobre
de sus sueños descosidos
allí,
o sea, en este instante
hay alguien que se oculta y como todos
no hace nada
de nada de nada
como todos siempre
qué más da.
¡
Paf !
Silencio.
¡ Paf ! Resonó la cachetada del gusano golpeando
a su hijo.
De pronto, de improviso, de golpe el golpe
pudo más que
treinta Queltehues rezando.
In fraganti pillamos la lepra del hombre
su
ceja marcando las cinco
de la tarde del té delató la escena
más
obscura y frígida del teatro universal:
hay ahí y ahora un padre
un hijo
y un destino que no más que lepra.
¡ Paf ! No hay respuesta.
¡ Paf ! Y no hay más que lepra.
¡ Pum ! Y los ciempiés
nos hacemos los milpiés
para huir más rápido que ahora
y
sí, allí, aunque no lo creas
el niño sigue amándolo
sigue
aún chileno
sigue aún diciéndole
sigue tocando su guitarra
sigue
cantándonos su canto:
"Para qué me escuchas
si
después me guardas
si después me olvidas,
si después
sigues tu vida
sin saber que ahora la escuchas
y después la guardas
y
después la olvidas ".