Por Jazmín
Lolas
en Las
Últimas Noticias
Domingo 2 de noviembre de
2003
Durante los
últimos cinco años, el abogado y escritor Armando Uribe se ha
enclaustrado, según dice, para hacer un balance de su vida, proceso
que, en lo que concierne a la literatura, se ha traducido en
publicaciones como "Memorias para Cecilia" (2002) y las dos que
ahora se suman: "
‘Caballeros’ de Chile" y "Diario enamorado", volúmenes
editados bajo el sello de Lom Ediciones y Catalonia,
respectivamente.
"El verdadero
caballero tiene una genealogía espiritual de muchos siglos, que
incluye valores como el decoro, la justicia, la defensa de los más
desvalidos, la dignidad y el pudor, valores que en grandísima parte se
han perdido en nuestro país", comenta el insobornable autor sobre el
primero de sus nuevos libros, trabajo -escrito en 1974 y publicado
originalmente en Francia en 1978- en el que, a través de recuerdos de
su niñez y adolescencia, define el carácter de la burguesía nacional
para explicar las razones del golpe de Estado de 1973.
En "Diario
enamorado", en tanto, Uribe retrocede hasta 1955, cuando tenía 21
años y se desvelaba por Cecilia Echeverría, quien se convirtió en su
esposa en 1957 y de la que enviudó hace dos años.
-En "
‘Caballeros’ de Chile", usted vislumbra a los 7 años que la literatura
le permitirá no ser ni grande ni chico.
-El artista, en general, y
el escritor, en particular, mantienen vivo el niño que han sido. Todos
sabemos que en la sicología de los adolescentes, adultos y viejos las
experiencias más importantes son las de los primeros años de niñez,
pero éstas son más recuperables por los escritores y otros artistas
que por el resto de las personas.
-Pero a usted
no lo convencía mucho su condición de niño.
-Claro. Acabo de cumplir 70
años y estoy feliz, porque ya a los 20 un amigo decía que Armando
Uribe se ha preparado para ser viejito desde la niñez. Ahora lo logré
y estoy contento.
-¿Por
qué?
-Cuando se llega a esta etapa uno logra una cierta paz consigo
mismo, en el sentido de aceptarse como uno ha sido y es. Esa es una
grandísima ventaja ante la gente de menos años.
Aunque fueron
escritos en 1955, los quince cuadernos que conforman "Diario
enamorado", y que registran el irrefrenable amor de Armando Uribe por
la joven Cecilia Echeverría, permanecieron guardados en una caja que
la pareja llevó en diversos viajes al extranjero, hasta que, ya en
Chile, los descubrió la propia protagonista de los textos.
-Usted había
olvidado este diario.
-Completamente. Esos
cuadernos entraron en 1957 a una caja que fue abierta por mi mujer en
el 2000. Ella los leyó con gran curiosidad, se los mandó en fotocopias
a uno de mis hijos que está en París y este hijo me empujó
telefónicamente a publicarlos. Es un diario muy ingenuo, muy sincero y
se dicen cosas con las que no necesariamente quedo bien.
-¿En qué
sentido?
-Quedo como un inocente de pueblo, sobre todo en esta
época, en que las materias eróticas son llamadas sexuales, palabra que
nunca usamos nosotros. Se decía tener relaciones, nada más. Mi mujer y
yo tuvimos siempre pudor y decoro, pero en esta época ese pudor se ve
mancillado todo el tiempo, tanto en publicaciones como en
conversaciones y en los medios, hasta un extremo obsceno y
grosero.
La vergüenza es del
pasado
Armando
Uribe cuenta que la existencia de "Diario enamorado" -texto del que
nunca le había hablado a su esposa- causó tal sorpresa en Cecilia
Echeverría que ella, cuando lo encontró, se quedó leyendo hasta las
cuatro de la mañana las reflexiones amorosas que había inspirado a su
marido.
"Tiene que haberle
interesado cómo éramos ella y yo, vistos por mí, cuarenta y tantos
años antes", dice el autor.
-Al publicar el
diario, ¿no le produce pudor verse tan expuesto?
-Durante este
balance que he estado haciendo de mi vida, me he dado cuenta de que, a
pesar de que me he pasado haciendo trabajos como abogado, como
diplomático, como profesor universitario, he estado escribiendo todo
el tiempo. Admití que soy una persona que escribe y, por lo tanto, me
sentí despojado de la vergüenza que antes sentía frente a la cosas muy
personales e íntimas.