La faramalla y la poesía
El informe
de la mesa de diálogo (también llamada la de los cadáveres)
-pues excluyó a las víctimas de torturas, alrededor de medio
millón, de prisión y campos de concentración, cientos de
miles, del exilio, un millón, ¿sólo por el error de seguir
vivos?- constituye una engañifa. Tuvo por finalidad encontrar
físicamente los cuerpos desaparecidos e identificados, para
darles "cristiana sepultura"; y hasta ahora se sabe
públicamente que estos casos serían -si los datos son serios-
veintinueve asesinados. El discurso del señor Lagos,
rectificando él mismo más de algunas cifras y prescindiendo de
su retórica fría, merece el mismo epíteto. La conciencia
pública ha sido trampeada de nuevo. ¿La fe pública? -Muy
mal, gracias. ¡No hay nada que agradecer! Pero se
dijeron algunos epitafios.
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I [Cfr.
Alte. Arancibia el 7 enero 2001.] La poesía se mete en la
boca de los tontos, diciendo: "No tenemos más destino".
Lo dijo el almirante con vestidura de muerte o de
loca. Los poetas estamos en veremos Esperando que se
saque los guantes.
II Los
asesinos a la espera de cuerpos del delito. Ay, no
tenemos más destino, dicen, lavándose las manos en
sangre tinta negra. Mientras los muertos retuercen sus
manos.
III Nunca se supo del destino de los muertos
botados bajo el signo de la desolación al agua sucia de
mares, ríos, lagos, ductos de alcantarillas
inconclusas. Manando seguirán los vestidos de
luto. |
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