Armando Uribe
Arce llega a atorarse con las palabras y se queda casi sin aliento
cuando habla del tratado de libre comercio con Estados Unidos, la
mayor dependencia que eso implica y el fin de nuestro país como
nación. Con igual vehemencia, este reconocido poeta, escritor, abogado
especializado en minería, académico y embajador chileno en China
durante el gobierno de la Unidad Popular, critica a fondo el modelo
neoliberal. “Estoy de acuerdo con el movimiento antiglobalización,
sobre todo con Attac”, comenta. Y
aclara: “Soy partidario de andar contra la corriente, porque la
historia supone una libertad mucho mayor que la libertad de comercio y
del mercado. Es la libertad de decir ‘no’ a lo que uno considera
contra-humano”. Y él ejerce esa libertad sin reparos ni
complejos.
- ¿Cuál es
su impresión de este año 2002 en Chile? En el último trimestre se
precipitaron hechos que sacaron a luz actos de corrupción y cohecho
que comprometen a políticos de la Concertación. Y se agudizó la crisis
de la coalición de gobierno.
“Efectivamente. Pero creo que esos
bollos estaban hirviendo desde antes. Basta examinar como ha
mal-conducido el país la Concertación, con ayuda de la derecha y
contra el espíritu de la población, que no puede expresarse sino
frente a esas dos opciones. En el informe del PNUD sobre la
situación de Chile en el 2002 aparece una encuesta sobre el
sistema económico que impera en Chile. Alrededor del 90% dice que es
para beneficio de muy pocos y perjuicio de todos los demás, por lo que
hay que cambiarlo de inmediato. Sólo un 7,3% responde que está de
acuerdo con este sistema y que es el único posible. Sin embargo, en
todas las elecciones que ha habido desde fines de 1989 la población se
ha visto obligada a optar por dos conglomerados que sostienen
igualmente la economía de mercado salvaje. En Chile, el régimen
político es no representativo. Formalmente, tendría que ser una
democracia representativa. Pero no es democracia, hasta los jefes de
Estado en los últimos doce años han dicho que es imperfecta o
incompleta. Yo he sostenido que lo que hay en Chile es una dictadura
imperfecta, porque no sólo se ha conservado el cuadro legal recibido
de la dictadura y el sistema económico neoliberal salvaje, sino
también las costumbres políticas y culturales. En ese sentido, es una
dictadura imperfecta con una fachada de elecciones periódicas, que no
son representativas de lo que quiere la población, como lo demuestra
la encuesta del PNUD”.
Usted ha dicho que en Chile existe una teratocracia, es
decir, un “régimen político de los monstruos”.
“Eso es parte de
las cosas de poesía. Creo que en el mundo -no sólo en Chile- la mayor
parte de quienes gobiernan constituye la peor civilización que ha
existido en toda la historia. Algunas personas de mayor edad conocimos
el tiempo en que el imperio más grande del mundo era Gran Bretaña, y
luego hemos vivido bajo el imperio norteamericano, que es el más
grande y poderoso que ha existido nunca. En el pasado, ningún otro
imperio pudo cubrir el globo entero. Su ‘cultura’ es una técnica de
deculturización del resto del mundo con costumbres, modos de consumo y
seudovalores de muy baja categoría, de vulgaridad y ninguna
profundidad. No ha habido nada peor ni más peligroso para el conjunto
de la humanidad. Este proceso se ha venido acrecentando desde el fin
de la segunda guerra mundial, pero en los últimos once años, desde la
disgregación de la Unión Soviética, se ha acelerado. La voluntad de
Estados Unidos -cuyos gobernantes son monstruos, como también lo son
las cabezas de las multinacionales- ha venido regulando la conducta
interna de las autoridades políticas y empresariales, moldeándolos a
su guisa. Por lo tanto, ha emergido una gran cantidad de monstruos en
países menos poderosos de todo el mundo, incluyéndonos. Por eso digo
que lo que domina en el mundo -y hablo principalmente de Chile- es la
teratocracia. O sea, el gobierno o el régimen de los
monstruos. Lo humano -para qué decir el humanismo- está
completamente excluido por este sistema económico y financiero de
gravísimas consecuencias políticas, sociales y culturales. En los
últimos treinta años, Chile ha ido consintiéndole a Estados Unidos
todo lo que manda, ordena o sugiere. El país ha estado viviendo para
Estados Unidos, no para los chilenos”.
IMPERIO POP Y
FALICO
Al
celebrar la firma del tratado de libre comercio con Estados Unidos, el
presidente Ricardo Lagos dijo sentirse orgulloso porque ahora somos
‘socios’ de ese país. ¿Qué opina de eso?
“Me parece que es
reconocer lo que han sostenido los gobernantes de Chile en las últimas
décadas, en el sentido que al país le conviene depender de Estados
Unidos, porque será beneficiado o privilegiado por Washington. Pero el
destino de esto es llegar a formas de dependencia más profundas que
terminen por cambiar del todo la naturaleza del país en su presente y
en su historia de siglos. Chile no es una nación nueva, tiene más de
460 años. Si comparamos, Inglaterra tenía poco más de 500 años como
nación a principios del siglo XVII, cuando vivió el período ilustre
llamado ‘isabetiano’, en el que se ubica a Shakespeare. Estamos muy
cerca en el tiempo de eso. O sea, Chile es un país antiguo, y ahora le
están quitando la idea de proyecto de nación y el objetivo de ser un
Estado civilizado, que fue la propuesta de Andrés Bello y Diego
Portales, nombres que nunca se deben disociar. Hace treinta años que
Chile está dejando de ser civilizado, en el sentido real de la
palabra, y se ha ido entregando a Estados Unidos. Esto se corona con
la aprobación de este TLC. Es el tratado libertino que entrega a Chile
con las piernas abiertas -como si fuera una mujer- al dominio de
Estados Unidos, imperio pop e imperio fálico”.
Según ha expresado usted, con el TLC se echa por tierra
la esperanza de alcanzar algún día el sueño de Simón
Bolívar.
“Creo que sólo en Cuba subsiste el sueño de Bolívar.
Es el único país de América Latina que ha mantenido la posición de ser
‘otro’ distinto a Estados Unidos. Ya a principios del siglo XIX se
veía un gran peligro en la voluntad expansionista de Estados Unidos
por cualquier método. En las primeras décadas, este país compró
terrenos -como Florida- y después vinieron las guerras contra México.
En 1823, el presidente estadounidense del mismo apellido planteó la
‘doctrina Monroe’, que ha seguido siendo aplicada en toda América del
Sur por Estados Unidos, con el corolario de Teodoro Roosevelt, en
1904, y con las distintas doctrinas y conductas intervencionistas del
siglo XX para dominar el continente. Esa dominación se ha mantenido a
través de la explotación de riquezas básicas en todo el subcontinente
americano, incluyendo el período final de la explotación del salitre y
desde principios de siglo, del cobre. Ese cobre que fue nacionalizado
en 1971 ha sido desnacionalizado desde 1990 hasta ahora, contra la
propia Constitución de Pinochet, aunque parezca sorprendente y
paradojal. Como se hizo en 1971, al reconocer la importancia
estratégica del cobre, en la Constitución de 1980 se dice que el
Estado tiene el dominio absoluto, exclusivo, inalienable e
imprescriptible de todas las minas, y que puede dar concesiones a
particulares, incluyendo a extranjeros, pero sujetas a condiciones que
no son solamente el pago de la patente minera -que parece chiste-. El
artículo 19, número 24, de la Constitución de Pinochet dice que el
concesionario está obligado a satisfacer el interés público que
justifica el otorgamiento de la concesión. En los últimos doce años se
ha violado esa exigencia, como también la disposición tercera
transitoria de la misma Constitución, que sostiene que la gran minería
del cobre y las empresas nacionalizadas (Codelco) seguirán sujetas al
régimen de la Constitución modificada de 1971. Sin embargo, se ha
entregado la gran minería del cobre a los intereses multinacionales
-principalmente estadounidenses- y se la ha desnacionalizado a tal
punto que las compañías multinacionales extranjeras explotan y
exportan alrededor del 70% de la producción anual de cobre chileno,
mientras Codelco sólo alrededor del 30%. Son principalmente las
multinacionales, por lo tanto, las que aprovechan esta riqueza, que es
de Chile, dejando literalmente un hoyo en nuestro territorio. Los
cálculos económicos y la opinión de expertos coinciden en que el cobre
de la gran minería se puede acabar entre 30 a 50 años. La explotación
forzada de las grandes multinacionales extranjeras constituye
sobreexplotación, porque exportan porcentajes mucho mayores que la
demanda del mercado mundial. Por eso ha disminuido el precio del
cobre. Chile cubre el 37% del mercado mundial del cobre. La Opep cubre
un porcentaje menor, alrededor del 34% a 35% de la demanda mundial, y
sin embargo fija los precios del petróleo. Y Chile no lo hace con el
cobre. Esa inacción o catatonia de los gobernantes y de lo que llaman
clase política -una casta que incluye a la oposición y al
empresariado- es una inmoralidad, un pecado mortal, al menos de
negligencia”.
Usted y otras tres personas presentaron este año una demanda
judicial por ese motivo, en la que se pide
indemnización.
“Exactamente, demandamos a nueve
multinacionales cuando se cumplieron 31 años de la nacionalización
del cobre. En esta demanda se pide una indemnización por daños y
perjuicios producidos por esas compañías mineras, entre los cuales
está el no pago de impuestos y la sobreproducción criminal, contra lo
cual se levantó constantemente Radomiro Tomic, hasta su muerte. Esos
daños y perjuicios sufridos por toda la población del país, que habría
podido solucionar los problemas de salud, educación, vivienda y otros,
se calculan en casi 16 mil millones de dólares. Y como indemnización
moral por este engaño y por los dolores que ha padecido la población
al no satisfacer sus necesidades en los sectores mencionados, se piden
otros 16 mil millones de dólares. Lo importante es que esta situación
escandalosa llegue a la conciencia pública, porque ha habido veto y
censura constante durante estos años en todos los medios de
comunicación masivos, a excepción de ‘Punto Final’ y otros medios de
menor tiraje. Un caso preciso de veto, que relato en el libro ‘Carta
abierta a Agustín Edwards’ (LOM, 2002), corresponde a ‘El Mercurio’. Y
también hay otro caso que conocí este año en Televisión
Nacional”.
ENGAÑOS DE LOS
MEDIOS
Usted tiene una opinión muy crítica de los medios de
comunicación.
“Hay un engaño mantenido en forma constante a
través de los medios masivos de comunicación, desde la dictadura de
Pinochet hasta ahora. Esos medios se niegan a tocar los asuntos más
importantes para el país. Un ejemplo es lo relativo a la gran minería
del cobre y a la conducta de las empresas extranjeras multinacionales.
Otro es el tratado de libre comercio con Estados Unidos, respecto del
cual los medios no sólo han callado el análisis del contenido de esas
negociaciones, sino que además han imbuido de sus ideas a los lectores
y a la teleaudiencia. Han convencido a la base social que lo que se
hace en el cobre es lo mejor posible. ¡Mentira! Y que el TLC es un
beneficio para Chile y los chilenos, lo que tampoco es cierto. El TLC
significa entregar a Estados Unidos el país Chile y su historia de
más de 400 años, para depender y ser un enclave de Estados Unidos.
Algunos gobernantes, la oposición y el empresariado creen que esto
hará que Estados Unidos privilegie a Chile. Pero ese país está en un
proceso de extensión de su dominio. Las materias del TLC no son sólo
comercio, también implican finanzas, entrada a Chile de productos
norteamericanos, aculturación de la población chilena y mucho más.
Estados Unidos no privilegiará a Chile por el hecho de adelantarse
para ser el segundo, después de México, que firma un tratado con
Estados Unidos. Yo conozco a ese país, primero como profesor en
Michigan, luego como diplomático -el segundo de la embajada en
Washington durante dos años y medio-. Además, durante el exilio en
París trabajé 17 años como profesor en La Sorbona con un curso
denominado ‘Política Exterior de Estados Unidos’. Por cierto, he
seguido leyendo constantemente sobre ese país hasta hoy. No digo todo
esto por vanidad, sino porque alguna autoridad creo tener para
manifestarme en este sentido. Conozco el tipo de gobernantes de
Estados Unidos, que no va a privilegiar a Chile como suponen los que
se entregan de esta manera vergonzosa y vergonzante”.
CONCERTACION AL ALERO DE
WASHINGTON
¿Le
soprendieron las denuncias de corrupción contra parlamentarios y ex
miembros de gobierno?
“La verdad es que no he creído en la
Concertación desde que comenzó a organizarse, a mediados de los años
80. En esa época tuve conocimiento de que era un plan maquinado por
Estados Unidos para pasar en forma pacífica de la dictadura a la
seudodemocracia. Así lo confesó posteriormente el embajador García
Guerra-Mondragón a redactores de ‘El Mercurio’, el día antes de partir
de Chile. Sostuvo que él había traído a Chile el programa que pasó a
ser de la Concertación en 1986. Frente al atentado contra Pinochet,
que parece que les dolió mucho, y al ingreso de armas, la seudo
oposición a Pinochet aceptó este modelo entregado por Estados Unidos.
Por lo tanto, yo vi a la Concertación como una operación que en su
constitución contenía la enfermedad. Es decir, creo que nació enferma
de anti-independencia nacional. En estos doce años -que se acumulan a
los 16 y medio de la dictadura- eso ha significado echar a la basura
el alma nacional, formada como nación desde el siglo XVI y, como
Estado, desde la Constitución de 1833, cuyo sentido y espíritu se
conservó hasta el golpe de Estado. Políticamente, Chile es hoy un país
sin alma, sin identidad nacional. No es raro que en un país así, no
representativo -aunque las autoridades se elijan en elecciones- muchos
se sientan con el derecho a ser libertinos en materia moral y de
plata. De modo que no me extrañó lo que ha ocurrido. Por lo demás,
mucho más grave que estas raterías -completamente condenables- son los
perjuicios causados a Chile por el trato benéfico hacia las grandes
compañías multinacionales del cobre y lo que vendrá como consecuencia
del TLC. Esto es una penetración, como nunca la hemos conocido.
Sinceramente, espero no vivir tantos años como para ver sus
resultados”.
¿Qué
le parece que hoy se hable de refundar la Concertación? ¿Podría
enmendar rumbo?
“Creo que esta casta política -en la que no hay
distinción entre gobierno y oposición, y que también ha integrado al
empresariado, lo que se advierte en que la agenda pro crecimiento es
negociada con el empresariado y con nadie más-, es muy inferior a las
personas que estaban en el Parlamento, en el poder ejecutivo, en
instituciones y en el sector empresarial hace 50 ó 100 años. Incluso
hombres muy ricos, que apoyaban al Partido Conservador y a la Iglesia
Católica, eran mucho más generosos y abiertos que los empresarios de
hoy. En mi opinión, el sistema neoliberal, donde el lucro supera todo
valor, está descristianizando profundamente a Chile. Este sistema
económico y político, esta ideología neoliberal -con la idolatría del
lucro y con Estados Unidos sentado en el trono, como el príncipe de
este mundo, que es otro nombre que se le da en la Biblia al demonio-
es directamente anticristiano. Es un buen campo de cultivo para todo
tipo de corrupción. En el diario inglés ‘The Guardian’ se publicó un
artículo hace algunas semanas con el título ‘¿Son los norteamericanos
los nuevos imperialistas?’. Dice que ‘desde Chile hasta Indonesia, los
líderes gobiernan sólo con la bendición tácita del imperio de Estados
Unidos’ y llama a estos países -nombrando nuevamente a Chile- como
‘países títeres’. Agrega que ‘ahora Estados Unidos prefiere el uso de
tratados que exigen a esos países obediencia al codex americanus, que
privaticen y desregulen todo control sobre el mercado, que se
transformen en un Estado central mínimo y abran la economía para la
inversión extranjera con libre convertibilidad de la moneda’. Añade el
artículo: ‘incluso aquellos que se miran a sí mismos como líderes
democráticamente elegidos son, en el hecho, representantes de Estados
Unidos’ y que estas naciones han optado voluntariamente por el estatus
de colonias o protectorados. Efectivamente, es así como funciona
Estados Unidos ahora”.
¿Piensa que no habría mayor cambio si en las elecciones
presidenciales gana Joaquín Lavín?
“Yo lo considero detestable.
Además, creo que la UDI es un partido protofascista, aparte de ser
partidario del mercado. Sus miembros tienen todos los rasgos de los
pre fascistas italianos, incluso en su aspecto y manera de hablar. A
Estados Unidos no le interesan las democracias representativas, sino
los países donde hay estabilidad a cualquier precio. No sé qué idea
tendrán en este momento -no me cabe duda que lo están estudiando,
porque el gobierno norteamericano y las mutinacionales saben más sobre
Chile que los mismos chilenos-. Tal vez, para la estabilidad interna
chilena les resulten más convenientes gobiernos como los
concertacionistas. No han podido ser mejores para Estados Unidos en la
medida en que logran estabilidad interna a costa del sufrimiento de la
población. Hablo de sufrimiento físico, causado por la pobreza y otros
problemas inherentes, y también sufrimiento moral y psicológico para
quienes desean que Chile sea un país civilizado y que no caiga en una
cultura impuesta y totalmente distinta. Defiendo y defenderé, mientras
esté vivo, la cultura que hemos heredado, esa cultura que está en la
lengua y en las luchas desarrolladas por sectores sociales chilenos,
especialmente durante el siglo XX. La población chilena no merece que
le arrebaten el Chile que cree tener ni que le entreguen, a cambio, un
país dependiente de EE.UU. sin decirle la verdad”.
EL DEMONIO ESTA EN LA
TIERRA
¿Podría sintetizar lo que ha sido el año 2002?
“Hay
una frase que usó Neruda en un Año Nuevo durante el período del
presidente Gabriel González; yo le quito el Videla: ‘Feliz Año Nuevo,
año de ratas, mal año’. Diría eso en el caso de Chile... Pero en todas
las épocas ha habido voces que no aceptan como inevitable lo que se
impone por la fuerza. Y espero que siga habiendo chilenos que no
consientan que esta globalización nos hurte la historia, el presente y
las riquezas chilenas”.
Durante este año ha recrudecido la represión contra los
mapuche que reclaman la restitución de sus tierras. Hubo un joven
muerto, muchos dirigentes están presos y se les ha aplicado la Ley de
Seguridad del Estado. ¿Qué piensa de eso?
“Cuando se produjo el
11 de septiembre del 2001 en Nueva York y Washington, yo anticipé que
en Chile iban a terminar considerando a los mapuche, que tienen
reivindicaciones fundadas, como terroristas. Eso está ocurriendo
ahora. Y no es cierto, ellos luchan por los valores que permiten
mantener la identidad del pueblo mapuche, que en realidad es un pueblo
con características nacionales. Eso no es terrorismo. Con ellos se
está cometiendo un pecado social”.
¿Usted es católico?
“Sí, y creo que la Iglesia
Católica podría oponerse mucho más a este sistema económico dotado de
una ideología anticristiana. Debería preocuparse mucho más de los
males que trae esta adoración del becerro de oro, que en la práctica
es un burro de oro... Yo tengo al infierno muy presente. ¡Y creo en el
diablo, hasta con cachos, con pezuñas y diente de oro!”.
¿Es
un demonio que está en la tierra?
“En la tierra. Y ya sabemos
quién es: el príncipe de este mundo”