Leyendo a los
grandes
El espejo y la palabra, de Jaime
Valdivieso (Planeta-Andrés Bello), contiene cuatro ensayos sobre
grandes escritores.
Escribir voluntariamente sobre los grandes exige no sólo
capacidad de discriminar y de elegir lo mejor sino, también, valor
para meterse con lo difícil y lo complejo. Se necesita atrevimiento
para abordar lo que casi siempre contiene abundantes reservas de esos
elementos que se resisten al análisis y a todo intento de desbravarlos
mediante los recursos de la crítica. En este libro de ensayos
literarios se exhiben todas estas y otras habilidades de su autor.
Después de tratar a Thomas Mann, Jorge Luis Borges y Marcel Proust, la
obra culmina en un ensayo sobre Lezama Lima. Este final, dedicado a un
escritor oscurísimo que, sin embargo, ha ejercido una gran fascinación
sobre muchas personas, ¿es un salto al abismo de Jaime Valdivieso o un
despliegue de audacia y de máximo dominio de dificultades casi
insondables? El ensayista dedica algo más de 40 páginas a interpretar
Paradiso, la grande y reputada novela de Lezama. Establece en ellas un
número asombroso de perspectivas para abordarla pero vuelve siempre a
un marco unitario, a un solo punto de vista e interpretación.
Se trataría de la novela de la formación de José Cemí, de un
Bildungsroman, cuyo héroe es un paradigma de la cubanidad. Las
perspectivas diversas que el ensayo introduce para tratar de los
elementos particulares, los varios aspectos y momentos del proceso de
formación de Cemí, se hacen cargo de la enloquecedora variedad de la
novela. Pero no abundan en favor de la claridad de la interpretación,
pues no conseguimos ver cómo tal variedad se integra en ésta. No tengo
reparos en declarar mi incapacidad como lectora de Lezama; me
abstengo, por eso, de comentar el ensayo que le dedica el
libro.
THOMAS MANN
En su estudio de La montaña mágica, Jaime
Valdivieso describe con claridad y distancia crítica el sistema de
prohibiciones y tabúes al que están sometidos los principales
personajes del escritor alemán y presenta, además, lo que la sicología
de comienzos de siglo concibe como la respuesta inevitable a tales
reglas y prohibiciones, a saber, el deseo de violarlas, la inclinación
gustosa hacia lo perverso y la transgresión de las normas morales.
Thomas Mann, como es sabido, nunca se separa del todo de la ética de
su tiempo y de su grupo social ni tampoco ignora los enfoques de la
correspondiente sicología de la represión. Por eso pinta sus
personajes como desgarrados por el conflicto consigo mismos; ellos
son, simultáneamente, portadores de ambos tipos de valores, de los de
la obediencia a la cultura vigente y de los de la trasgresión de sus
prohibiciones. Están entrenados en la corrección moral e
inconscientemente impulsados a la rebeldía, a la insubordinación
frente a lo que, de acuerdo con su propia convicción, estiman ser
bueno y debido; solos con sus deseos insatisfechos y dominados, de
acuerdo con Freud, por la incontrolable necesidad de satisfacerlos. Es
su misma educación moral la que los atrae irresistiblemente a lo bajo,
lo sucio, lo inferior, lo burdo y cuando, por fin, ceden a sus
tentaciones se sienten liberados de las amarras que generarían tales
atracciones "perversas". Para darles cuerpo literario a estos
conflictos polarizados entre opuestos, esto es, entre la disciplina de
los personajes y las necesidades del instinto, Mann ha de recurrir a
sus propias representaciones del bien y del mal como a las de su
tiempo y su medio. Valdivieso destaca en su ensayo que este material
de las representaciones, a la sazón disponibles para exhibir
conflictos que en apariencia son exclusivamente morales y
espirituales, invade en realidad esferas próximas y remotas con las
que no había, entonces, la costumbre de asociarlas. La inclinación
hacia lo oscuro, lo prohibido, la perdición, es representada
atribuyéndole al personaje actos impulsivos que él mismo no comprende,
empresas y preferencias cuyo sentido profundo el propio agente no ve.
Así es como la tentación fatal es representada por Mann, por ejemplo,
como viaje a Italia y estadía demasiado prolongada en Venecia. En el
hemisferio norte, el sur es siempre más pecaminoso que el norte; los
climas calientes, donde los procesos de descomposición de las cosas
físicas son más veloces, son también más corruptores moralmente que
las regiones frías. Jaime Valdivieso muestra con gran claridad cómo la
culpa y la mala conciencia adquieren asociaciones étnicas y sociales,
políticas y económicas, religiosas y estéticas. Por eso le interesa el
caso de Hans Castorp, que en La montaña mágica se enamora
improbablemente de Madame Chauchat, una mujer de rostro oriental y
misterioso encanto, pero definitivamente mal educada y excéntrica, de
acuerdo con los cánones del enamorado. El encanto de Madame Chauchat
se nutre tanto de una preferencia rebelde de Hans Castorp por lo
exótico, como del recuerdo pecaminoso de cierta inclinación
homosexual, en sus días de colegio.
BORGES
El ensayo sobre Borges se
concentra en la influencia del filósofo Schopenhauer sobre el escritor
argentino. Valdivieso pone en evidencia un número sorprendente de
puntos de contacto entre el pensador alemán y Borges. Creo que este
enfoque es un aporte original del libro de Jaime Valdivieso. Estoy
convencida de su utilidad y capacidad de clarificación. Sin embargo,
me parece que las nociones de "influencia" y de "proveniencia" de que
se vale el ensayo, darían lugar a malentendidos si nos llevaran a
creer que las aseveraciones sustantivas o tesis de Schopenhauer
conservan este mismo carácter en la obra de Borges, esto es, que se
trata también acá de posiciones teóricas como en el original. Pues la
verdad es que Borges digiere lo que recibe antes de darle forma
artística y lo convierte en lo que él mismo llamó "imaginaciones",
"juegos literarios" o "ficciones", cosas profundamente diferentes de
la filosofía.
PROUST
El bello ensayo dedicado a
Proust expone la siguiente idea central: entre los escritores que han
marcado decisivamente la novela moderna, Proust ha hecho, en
Hispanoamérica y en comparación con Joyce y Kafka, el aporte mayor.
Otras ideas literarias de Proust, como la del carácter fundacional de
la literatura y la del descenso del escritor a las profundidades de la
subjetividad, son aplicadas en Hispanoamérica tanto por lectores de
Proust como por gente indirectamente influida por su obra. En este
ensayo, son también muy interesantes los ejemplos que Jaime Valdivieso
propone para ilustrar lo que sostiene sobre el impacto de Proust. Como
la tesis es muy general, exige casos singulares capaces de darle
contenido específico. Valdivieso describe los de Octavio Paz, Alejo
Carpentier, Lezama Lima, Manuel Rojas, el Sábato de Sobre héroes y
tumbas, Neruda, Pedro Salinas y Cortázar. Este es, en suma, un libro
muy variado y enriquecedor que todos debieran leer
CARLA CORDUA
22 de Agosto de 1997
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proyecto patrimonio;
Crítica: Leyendo a los grandes, de Jaime Valdivieso, por Carla
Cordua
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