He evitado escribir una "novela de poeta"
Por
Gabriel Ruiz-Ortega*
El 28 de abril será
lanzada en el Perú Rito de paso (Norma, 2006) la primera
novela de Víctor Coral (Lima, 1968), uno de los poetas
más interesantes de las últimas generaciones peruanas,
quien debuta así como novelista. Aquí una entrevista
donde habla de todo un poco, con su acostumbrada luz.
- Con dos poemarios importantes encima, ¿cómo ves
esta etapa como narrador?
- Bueno, el libro se ha demorado tanto en salir que mejor sería
preguntar, ¿cómo ves tu etapa anterior de poeta? (risas)
Nada, estoy muy entusiasmado con la novela entre otras cosas porque
inicio esta etapa con una editorial importante. Pero ojo: sigo cultivando
los dos géneros; acabo de terminar una nueva novela, de corte
un poco autobiográfico, y enseguida empiezo a escribir otra,
mucho más ambiciosa, que de seguro me llevará mínimo
un par años de trabajo. Además,
guardo un nuevo poemario.
- ¿Te va mejor con la narrativa?
- La escritura narrativa me gusta más. Me siento más
cómodo, más libre haciéndolo. Escribir poesía
es siempre un ejercicio traumático, arduo, poco satisfactorio
en lo íntimo. Uno nunca está conforme con los resultados;
los libros se publican porque ya no puedes mejorarlos más,
porque te das por vencido.
- En la narrativa peruana ha imperado la temática realista
desde los inicios. Rito de paso recoge mucho de la ciencia
ficción, si la queremos taxonomizar, pero a medida que nos
vamos metiendo en esta historia, nos damos cuenta que escapa incluso
a este género acabado de mencionar. ¿En qué tradición
te amparaste? ¿Tuviste alguna referencia literaria de nuestra
tradición?
- Hay algo que se llama prospección histórica, que
es la proyección de las condiciones de la realidad actuales,
en el tiempo. Esta operación hasta cierto punto es propia de
un género llamado novela futurista, que es distinta a la ciencia
ficción sensu stricto. La ciencia ficción de
los viajes interespaciales, la colonización de planetas y los
robots, naves y guerras entre seres de otras galaxias, aunque la consumo,
no me interesa. Creo que esto se nota en el libro.
Me apasiona más la dimensión humana de esas nuevas condiciones
que vendrán; la deformación de lo humano y la hiperracionalidad.
En ese sentido soy un heredero de Ray Bradbury, J.G. Ballard y William
Gibson, en menor medida. Hace poco leí la inclasificable La
broma infinita, de David Foster Wallace, y me gustó mucho.
En el Perú he leído con provecho los libros de J. B.
Adolph, y ahora último los cuentos de escritores provincianos
cultores de la sci-fi en Quipu. El panorama local no es amplio pero
es alentador.
- ¿En cuánto te ha ayudado tu oficio de poeta a
la hora de escribir esta historia?
- Yo creo que más de lo que se nota al leer el libro. He
trabajado muy racionalmente la historia, a lo Flaubert o Vargas Llosa.
Antes de ponerme a escribirla, tuve un script minucioso con el detalle
de cada evento que iba a suceder en cada capítulo. Si no era
así, la vena poética me iba a ganar y terminaba escribiendo
esas odiosas "novelas de poeta" desordenadas y líricas.
Creo haber dosificado bien las imágenes y figuras poéticas
para beneficiar la narración de la historia.
- Sabemos que esta novela fue finalista de un importante certamen
literario en Perú. Desde aquella versión a la que tenemos
en manos ¿cuáles han sido las variaciones?
- Muchas. Yo diría que la novela que el lector tendrá
en sus manos ha cambiado tanto estructural como estilísticamente
más o menos en un 70%. Es otra novela.
- El libro instaura una visión desoladora del futuro. Tomando
en cuenta lo que ocurre en el mundo hoy, ¿consideras que Rito
de paso carga con un hálito profético?
- No fue esa mi intención ni creo que sea esa la intención
de ningún escritor serio. Tú estás aquí
solo para dar tu visión del mundo lo más honesta que
se pueda. Si en ese camino coincides con lo que sucede históricamente,
no será más que un cruce tangencial que a lo más
puede empobrecer en algo tu texto. Me explico: para mí que
Rito de paso profeticé algo sería una demostración
de falta de imaginación -y esa afrenta no se la permito a la
humanidad (risas).
- En medio de una lucha constante por la supervivencia de los
tres personajes de tu novela, no tardamos en notar los sentimientos
que salen a flote: sean estos de amor, celos escondidos y traiciones.
¿Cómo ordenaste estos estados de ánimo? Te hago
esta pregunta porque es muy difícil saber conjugarlos en una
historia en la que se hacen patentes tópicos en los que por
lo general los personajes siempre están en un estado de deshumanización.
- La deshumanización es un proceso global que tiene diferentes
facetas. Una de ellas es lo que Baudrillard llama "proceso de
banalización mundial". Ahora bien, lo que constituye a
los seres humanos es un conjunto de facultades entre las cuales los
sentimientos básicos, como el amor, el odio, la envidia, los
celos, son el núcleo más duro de nuestro ser. La hiperracionalización
tiene así en los sentimientos primordiales (una vez difuminados
los principios e incluso los intereses personales) a su hueso más
duro de roer. La novela se instala en ese momento donde los sentimientos
primarios están en tensión con el poder; pero hay más,
el sentimiento de lo trascendente también persevera, por lo
menos en la protagonista, Divinne.
- Cuando pensamos en ciencia ficción no tardamos en pensar
en la literatura de masas, la cual no es muy bien vista por quienes
se encargan en construir un canon. Me llama la atención esta
apuesta por la ciencia ficción, ya que eres conocido como un
lector culto. ¿Consideras a la literatura de masas como un
subgénero?
- Sobre eso de lector culto, ¡contra! (risas). Muchos de
los llamados subgéneros y lo que llaman literatura "light"
y "superficial" solo existen en la cabeza de ciertos críticos
anquilosados que entienden a la literatura como medio de adquirir
status y distinción dentro de una sociedad.
Yo no escribo para que mis vecinos me vean pasar y digan: Ah, ¡allá
va el poeta! o Uhm, ¡qué bonito el nuevo carro del Decano
de Letras! La literatura para mí es una apuesta de vida, una
reducto de nobleza en un mundo moral y espiritualmente pauperizado.
Y no la voy a dejar así tenga que comerme los papeles que utilizo
para escribir. Si lo que hago les gusta a los "canónicos"
o a los "marginales", me va y me viene. Los cisnes negros
como llamaba a los buenos lectores Borges, son mi mayor interés.
- Sabemos que eres el crítico literario de la revista más
leída del Perú, ¿cómo equilibras al crítico
y al creador que eres?
- Nunca está demás aclarar. La página de
libros de Somos (El Comercio) es eso: una página de
libros, no una página de libros de literatura ni de poesía.
Los libros que se publican aquí y afuera no son en su mayoría
de esos géneros, lamentablemente. Cuando tengo que reseñar
libros en Somos siempre estoy pensando en las 600,000 personas
que van a leer la revista. Un público amplio y mayoritariamente
de los sectores más favorecidos de la sociedad. Cuando escribo
creación, solo pienso en cuatro o cinco personas a quienes
considero estupendos lectores -entre ellos hay un par de bloggers.
Cuando escribo poesía no pienso en nada más que en el
lenguaje.
- ¿Cuéntanos de qué van tus próximos
libros?
- Te decía que tengo un relato solo en parte autobiográfico
que es una nouvelle digamos que de aprendizaje espiritual,
aunque no es exacto. La novela está terminada, y tiene una
banda sonora con The flaming lips, Pink Floyd, Frank Zappa y The The,
entre otros. La siguiente novela, que empezaré a escribir este
invierno, es una vivisección de la sociedad contemporánea
a partir de una enfermedad mental muy difundida (más de lo
que se nos dice). Estimo que me tomará tiempo, pues requiere
mucha investigación, un estilo y una metodología distinta.
En poesía, estoy corrigiendo lo que será mi tercer poemario,
cuyo nombre en latín, corregido por Mario Montalbetti, guardo
todavía. Ah, y estoy haciendo un ensayo, una suerte de bestiario
razonado de Vallejo.
*Escritor y periodista del diario
Siglo XXI de España.