ASALTO
AL CIELO ESTRELLADO
(Un acercamiento a la poética de Víctor Coral en
"Cielo estrellado")
por
Max Palacio*
El último poemario de Víctor Coral, Cielo
estrellado (Santo Oficio, 2005), constituye una propuesta postmoderna
y sugerente dentro de la poesía peruana contemporánea.
Ya en su primer libro, Luz de limbo (2001), se podía
apreciar ese afán experimental y transgresor a
través de una poesía cargada de símbolos y hermetismo.
En esta segunda entrega, desde el título se anuncia el carácter
lúdico de la misma: Cielo estrellado (léase:
cielo poblado de estrellas, o cielo que se ha estrellado contra la
tierra, un muro o el pavimento), tomado de un par de versos del epígrafe
inicial:
cincuenta y cuatro años
colgué del cielo estrellado.
ahora lo atravieso de un salto:
¡qué destrozo!
En el nivel formal podemos observar la fusión de un lenguaje
clásico y depurado con un referente coloquial y de la calle,
siguiendo la tradición desarrollada por Jorge Pimentel, Mario
Montalbetti y Roger Santiváñez. Esta mixtura no obedece
a una gratuidad poética del autor, puesto que otorga al poemario
una fuerza expresiva acorde con la propuesta del mismo. Esto lo podemos
apreciar en versos como: "Tu deseo no es mi deseo; anda nomás",
o en: "Me gusta la poesía: es la muerte",
o también en: "Habla y te salvas, corazón".
Por otro lado, podemos notar la presencia de figuras que le otorgan
al poemario audacia e ironía, en versos como:
EL CIELO SE HA ESTRELLADO EL
CIELO SE HA ESTRELLADO EL CIELO SE HA
estrellado contra el mundo
y nosotros hemos sonreído animados
O en versos como:
hemos roto nuestro cielo
Y no hay coelogía que nos salve
Al respecto, valdrá la pena recordar que la coelogía
es la ciencia o estudio de los cielos. Otro aspecto importante es
el manejo de la intertextualidad que se aprecia a lo largo del poema.
Una intertextualidad que contribuye a darle al poema el carácter
de post o hipermodernidad (para utilizar el término acuñado
por Lipovetsky) que habíamos señalado al inicio: junto
a versos de San Juan de la Cruz, Hölderlin, Rimbaud, Saint-John
Perse y César Vallejo, hallamos composiciones de Cecilia Meireles,
Raúl Zurita, canciones populares de los años 60 (una
de Rita Pavone, entre ellas) y versos de un almanaque "de a luca",
como se señala al final del libro.
En el nivel del contenido, el libro se divide en dos partes: la primera
parte aborda como temática la nostalgia por el pasado, la añoranza
del ayer, como si "cualquier tiempo pasado fue mejor". Así,
el poeta afirma:
de antiguo
tomábamos el sol sin bronceador
los lentes los llevaban los ciegos
y amábamos despacio
con amores recios e inmortales como dioses (…)
de antiguo
luchábamos con gracia y poder
yo te mataba
tú lo hacías
y se daba la mano y el honor al vencedor (…)
de antiguo no había nada light
si eras religioso lo eras
si eras un héroe lo eras
si eras asesino lo eras
y comíamos lento acariciábamos lento moríamos
tan lento
lento era el nacer
Esta añoranza por el pasado constituye una crítica
a la modernidad con sus falsas apariencias y su relativismo facilista;
una sátira a la sociedad globalizada y de consumo, una diatriba
contra la deshumanización del hombre y la maquinización
de la sociedad. En este sentido, el poemario no solo ofrece una lectura
de goce estético sino que plantea un alegato contra la falsa
modernidad del mundo contemporáneo.
La segunda parte del poema es una crítica sutil a la sociedad
postmoderna, una llamada de atención al mundo tecnológico
y cibernético. El poeta, después de haber descargado
su nostalgia por el pasado, deja a un lado su espíritu irónico
y nos ofrece una visión escéptica del futuro:
¡pero basta!
¡quién me iba a creer todo esto!
mejor hablar del mañana con sus pezones de plástico
sus úteros de ideas enfrascadas en monitores calientes
su maraña de cabellos galvanizados y coloridos
conectándose entre ellos
formando redes que comunican
lo comunicable
y nos llevan navegando a ninguna parte
¡llegó la luz!
hemos vencido a las tinieblas
el loto emerge bello y limpio
de entre las ciénagas
¡somos nuevos!
¡viva el papel reciclado el aire reciclado el amor
reciclado!
¡vamos hombre
toma tu mail y no me jodas!
¡a dónde quieres llegar con todo esto!
Como podemos apreciar, en este poema de largo aliento, el autor no
renuncia a los grandes temas de la poesía -síntoma característico
de la poesía peruana última-, más bien coge la
poesía por las astas y nos ofrece una visión lúdica,
satírica del mundo internetizado (disculpen el neologismo)
y de la sociedad de consumo.
El poema-libro de Coral cierra con un verso que constituye una apuesta
por la poesía y el arte como formas de purificar el aire contaminado
de la modernidad:
ME GUSTA LA POESÍA: ES
LA MUERTE
Aquí se juega con la idea de poesía como labor, vocación
peligrosa, mortal -sobre todo en tiempos de pragmatismo y tecnificación
como los que vivimos-; pero también con la concepción
de que la poesía es algo admirable, que se sobrepone a todo
entorno negativo, a toda la vileza del mundo material y sus trampas.
La poesía para Coral es "la muerte", es decir, lo
máximo.
*Max Palacios (Chiclayo, 1972)
estudió Derecho en la Universidad Mayor de San Marcos y realizó
estudios de Maestría en Literatura Peruana y Latinoamericana
en la misma institución. Ha publicado la novela Con el diablo
dentro (Editorial San Marcos, 2001) y el libro de cuentos Amores
bizarros (Editorial El Santo Oficio, 2004). Actualmente prepara
un libro de ensayos sobre la obra de Oswaldo Reynoso.