"Rito
de paso" de Víctor
Coral
¿Rito
de paso o rito al abismo?
Gustavo
Montoya
Antes de sugerir una posible lectura
de la novela de Víctor Coral, Rito de paso (Norma, 2006),
deseo señalar que mi ingreso a esta es desde mi formación o malformación
como historiador. Algo más, admitiendo el predominio de la fragmentación
epistemológica y el ascenso sostenido del neopositivismo, me interesa por
ello mismo, violentar todo canon hermenéutico y recuperar el saludable
ejercicio del librepensamiento. De manera que dirigiré mi atención
al entorno material y espiritual tanto del autor como de los escenarios políticos
y sociales desde los cuales elabora
su relato, y por intermedio de aquello, ensayar la representación de los
planteamientos ontológicos subyacentes en el mismo. Finalmente propondré
a partir del propio relato, la biografía del grupo social al que pertenece
el autor.
Lo primero que llama a la vista es que Coral quiebra conscientemente
la narrativa predominante de su generación. Ergo, el conflicto armado interno,
la guerra civil, el terrorismo o como se le quiera llamar a lo acontecido entre
1980 y 1992, más o menos. Más aún, en un movimiento audaz,
sugiere las posibles consecuencias de la guerra pero trasladadas al futuro y encarnadas
en la subjetividad de Divinne, Aníbal y César. Seres desolados,
oprimidos, con un escepticismo metódico, atrapados en un pasado inexistente
y que ni les interesa, y un futuro que se les presenta como el anuncio del vacío
ontológico más feroz.
¿Cuál es el caldo de
cultivo, el humus histórico que alimenta este tipo de imágenes apocalípticas
en un autor relativamente joven y que ha mostrado un manejo diestro en el ejercicio
de la poesía, la crítica literaria y el periodismo? Además,
y hay que decirlo, la biografía de Víctor es más o menos
conocida en el "medio". No estamos frente a un académico -digamos
como Marcel Velásquez- , o frente a un sujeto que reflexiona desde su torre
de marfil. Al contrario, estamos frente a un avezado -en el más fuerte
y generoso sentido del término- hombre de caminos, callejero, bohemio y
bebedor impenitente -perdón, ex bebedor-, iconoclasta, con una curiosidad
intelectual infinita y con una profunda y a veces desoladora sensibilidad estética.
Así se entiende mejor el perfil elástico de sus tres personajes
centrales.
Entonces estamos frente a la acusadora y lúcida mirada
proyectada hacía el futuro por un narrador cuyos soportes estéticos
y horizonte ideológico se constituyeron en medio de la sangría de
los años 80, del delirio ideológico de los bandos en conflicto y
la tensión étnica que envolvió a todos los habitantes del
país. Y en medio de aquella dantesca danza con la muerte, la persistencia
por la vida, el amor, la libertad y la satisfacción de las necesidades
más radicales.
El contrapunto entre el abatimiento estructural de
César y el vitalismo existencial de Divinne, no necesariamente convierte
a la novela en feminista como sugirió Víctor en una entrevista.
El feminismo supone un horizonte ideológico, estético, cultural,
político etc, etc. más vasto, complejo, y hoy casi inasible. En
el escenario local, tan propenso a la dependencia epistemológica, el concepto
ha devenido casi en un cajón de sastre. Es el obvio agotamiento de sus
límites pero también la apertura de nuevas promesas y posibilidades.
El
Complejo, la entidad opresora del relato no es sino un recurso estratégico
que a mi juicio le permite al autor desarrollar y expandir la voz, la mirada y
la reflexión de las dos personalidades más ricas del relato. César
y Divinne. Seres heroicos sí, pero paradójicamente habitantes de
una época en que la memoria, la historia, los iconos y los héroes
culturales han dejado de tener sentido.
Otro elemento que llama la atención
de la novela es la disolución por intermedio de la memoria y la imaginación
del racismo y los regionalismos tan recurrentes y obsesivos en la narrativa joven
contemporánea. Que el futuro sea el lugar en que se disuelve la ira étnica,
dice mucho del posible fascismo social que antecedió la biografía
de los personajes de Rito de paso. Pero también es un incisivo anuncio
de que estamos viviendo una época de peligro.
Con Rito de paso,
Víctor le da voz a una fracción de seres humanos que sobreponiéndose
a las malditas condiciones materiales y espirituales que les tocó vivir,
proyectan posibilidades infinitas en el único lugar a donde la maldad,
la perversión y la práctica sistemática del poder jamás
ha llegado ni podrá controlar: la trascendencia espiritual por intermedio
de la inmolación de un lado, y la búsqueda incesante de la identidad
por intermedio del amor, el placer, la risa y la fiesta permanente.