País Insomnio
Francisco
Véjar.
Editorial
Be-uve-dráis
Chile. 2000. 40 páginas
.......... "echar raíces en la arena
que remueve el viento", es uno de los muchos versos de este libro que
alude a la transitoriedad del mundo y los inevitables cambios a los
que se ve sometido el hombre. Sin embargo, en País Insomnio, el
último libro de Francisco Véjar (1967), todas esas mutaciones van
apareciendo a una velocidad inusual, templada, calma: un itinerar
lento, casi tranquilo. Extrañamente, es esta la perspectiva de un
sujeto urbano no privilegiado, uno más dentro de la multitud anónima y
sin rostro que habita las urbes modernas. El paseante se nutre de
signos en su callejeo, desbloqueando intimidades y sin temor a meterse
en "el inmenso oleaje de las cosas". Aquello que fácilmente pudo
provocar negatividad, genera contento. Así dice, "cualquier cosa es
motivo de alborozo" o "cualquier cosa debería contentarnos / el vapor
de una taza de café / los círculos imaginarios que haces volar en el
aire". Aparecen acá las tres directrices o líneas de fuerza poéticas.
La humildad del sujeto que habla o que mira, la validación de la
felicidad descubierta en lo trivial como dispositivo de sobrevivencia
a las anomalías modernistas y la presencia de un otro al que se
ama.
.......... Véjar necesita
autoconfigurarse conscientemnte en sus vestiduras, estilo de vida,
música, sitios; elementos que lo identifican y trazan la distancia
entre su propia perspectiva de poeta y los otros, dando además al
poeta una mayor ligazón con lo real. Lo mismo sucede, por ejemplo con
la conciencia en torno a los lugares comunes. En "Defensa de los
supuestos lugares comunes" surge una postura ambivalente en torno al
decir te amo o descifrar los signos de las calles. Hay un "tal vez"
que acepta la posible vinculación entre la existencia de un individuo,
su poesía y el lugar común.
.......... Es una poesía de zonas, de
perfiles, de versos, de intensidades que se marcan y se diluyen.
Afortunadamente, Véjar escabulle la posibilidad de totalizaciones, de
absolutos, por medio de la insinuación, la indicación velada, la
confianza en el trozo perdido o que quiere escaparse del resto. Aunque
sí hay algo aglutinante: la presencia de una voz que no siempre quiere
ser el poeta y que siempre tiene que ser el individuo, el habitante de
la ciudad, y, además, el intento por ir demarcando una zona poética
propia.
.......... Por ello, una de las
intensidades más reveladoras en estos textos de Véjar es Santiago. Una
presencia fuerte e imperfecta, un espacio asible que logra trascender
la grisitud y generar subversiones al tráfago. No está aquí el ya
manido desprecio por la ciudad, sino un habitar con complicidad y
culpa. En cambio, la aproximación hacia la naturaleza es siempre en
actitud de extranjería. "La brisa del mar insiste en desordenar el
texto", señala Véjar en medio de un poema en el que abundan las
imágenes de contemplación oceánica. La escritura es acosada por el
grandioso influjo de la naturaleza y el poeta lo asume como una
ruptura del "orden" implícito de la escritura. La intervención
negativa de la naturaleza aparece también ligada al universo amoroso
donde "la maldita llovizna... trata de borrar nuestras
huellas".
.......... Véjar frecuenta
proximidades, condensa la palabra y la empobrece con simplezas
familiares. "El sol es un sacramento para Santiago", dice y genera con
ello, una sensación de placidez, de reencantamiento de la experiencia
inmediata. Lo casual es parte así, de la estrategia lírica que observa
lo cotidiano y se aleja de lo simbólico, en un antiformalismo positivo
y accesible.
PATRICIA ESPINOSA
en revista ROCINANTE. abril de 2001