Intermezzo
Tropical, tercer round
Este tercer número de Intermezzo Tropical irrumpe en medio de
la contienda más reciente entre nuestros escritores, que ha puesto en el
tapete viejos temas que se creían descartados, como la postergación de
los escritores de provincia sobre los escritores llamados “criollos”, lo
que a buen entendedor es una discusión sobre el usufructo del poder de
los escritores que dominan los medios de comunicación. Ese debate ha puesto de manifiesto, una vez más, la
mediocridad de una parte de nuestra “intelectualidad” peruana, incapaz
de discutir sus ideas con apasionamiento sino que por el contrario
evidencian manías persecutorias y represivas contra opiniones opuestas a
las suyas. Tendencias macartistas Intermezzo rechaza y combate
radicalmente.
Intermezzo Tropical desde su fundación se ha proyectado como
un espacio para sumar fuerzas contra el autoritarismo y las viejas
prácticas criollas de las elites dominantes en el Perú. En esa medida,
el Intermezzo sólo tiene sentido en tanto sirva para unir y fortalecer
posiciones y prácticas en al ámbito de la creación literaria y artística
que se sostengan en una fe transformadora y crítica del orden
imperante.
Este número de la revista está dedicado al tema de la violencia y sus
manifestaciones culturales. La violencia es síntoma de nuestro
desencuentro como nación y de una historia plagada de explotación y
vejámenes. Los más apreciados creadores e intelectuales no han dado la
espalda a esta realidad sino que por el contrario han estado atentos a
ella. En este sentido abrimos este número con la sección de creación y
nos acompañan en ella con su amistad y talento: Enrique Bernales, Roxana
Crisólogo, Martín Guerra, Ang Icaboh, Jorge Frisancho, entre otros. En
la sección de ensayo destacamos las investigaciones agudas sobre el
tópico de la violencia de Lucho Abanto, Gustavo Buntinx, Luis Fernando
Chueca, Paolo de Lima, Carolina O. Fernández, así como con los
testimonios de Róger Santiváñez sobre su amistad con el grupo de
artistas plásticos que formó EPS Huayco y Carlos Meneses con un
testimonio sobre Javier Heraud en París. También, la crítica que plantea
Guillermo Ruiz al politólogo Samuel Huntington y la relación que nos
hace César Ángeles sobre el estado de la bullente literatura en
Chimbote. En las hojas de los árboles, Roció Silva nos envía una reseña
sobre la exposición de la artista mexicana Teresa Margolles en Boston.
Finalmente quisiera agradecer de manera especial a Paolo de Lima, que
aceptó mi invitación para editar de manera conjunta este número. Sin
duda su colaboración y amistad han sido decisivas para que este
tercer round sea una utopía hecha realidad.
Este número está dedicado a Ayacucho, entre cuya gente van tomando
forma estas palabras.
Victoria Guerrero .................
Huamanga, 9 de agosto del 2005..................
INTERMEZZO
TROPICAL 3. PRESENTACIÓN
Paolo
de Lima
Lima, 29 agosto 2005
El motivo que nos reúne esta noche en el Jazz
Zone es la presentación del tercer número (tercer
round) de Intermezzo tropical, así como la presentación
(dentro de unos minutos) de Ya nadie incendia el mundo, cuarto
poemario de Victoria Guerrero, directora de esta revista. Mi
intervención, que no tomará más de unos pocos
minutos, va a centrarse en la revista, en su ideario y en quien constituye
el espíritu de la misma.
En su manifiesto del 2003, que presentaba a modo de editorial el primer
número de Intermezzo, los poetas Guerrero y Enrique
Bernales, el otro director-fundador de la publicación hasta
su segundo número, expresaban que el impulso que los animaba
en su empresa era “la creación y la discusión sin restricciones”
y una “abierta y enriquecedora confrontación de ideas [que]
no se alinea con ninguna actitud represora de la sensibilidad humana
y de la libertad de expresión”. Manifestaban también
su deseo de “crear una nueva vanguardia acorde a nuestros tiempos
sin olvidarnos de nuestras herencias culturales”. Siguiendo esa línea,
en el número que hoy presentamos Huamanga se constituye en
el marco espacial desde el que Victoria Guerrero sitúa la editorial.
Esta ciudad ayacuchana a la cual ella visitó recientemente
será en los próximos meses su sede de escritura de su
tesis doctoral sobre género y violencia en el Perú de
las últimas décadas. De hecho, Victoria nos hace entrega
en este tercer número de un adelanto de dicha tesis, una visión
del “caso de Edith Lagos”, la que constituye, a mi entender, una de
las más interesantes e inteligentes posiciones críticas
al proyecto político de corte vertical de Sendero Luminoso
a través del análisis del cuerpo muerto (y las múltiples
mediaciones y posiciones puestas en juego) de la joven poeta guerrillera
ayacuchana.
El otro marco en el cual se sitúa la editorial de este tercer
número es el que tiene que ver con la coincidencia en el tiempo
(y cito) “de la contienda más reciente entre nuestros escritores,
que ha puesto en el tapete viejos temas que se creían descartados,
como la postergación de los escritores de provincia sobre los
escritores llamados ‘criollos’, lo que a buen entendedor es una discusión
sobre el usufructo del poder de los escritores que dominan los medios
de comunicación”. Debate que (y continúo citando) “ha
puesto de manifiesto, una vez más, la mediocridad de una parte
de nuestra ‘intelectualidad’ peruana, incapaz de discutir sus ideas
con apasionamiento y que por el contrario evidencia manías
persecutorias y represivas contra opiniones opuestas a las suyas.
Tendencias macartistas que Intermezzo rechaza y combate radicalmente”.
Aquí sólo cabe anotar que el segundo número de
Intermezzo tropical estuvo dedicado a la revista Narración.
Ahora bien, para finalizar esta corta intervención, quiero
expresar dos cosas. Primero, contar que recibí a principios
de este año la invitación de los, hasta entonces, dos
directores de Intermezzo para colaborar con un trabajo relacionado
al dossier central del presente número: el “tema de
la violencia y sus manifestaciones culturales”. La colaboración
se mantuvo, el texto enviado se aceptó (previa negociación
relacionada con la extensión de algunos pies de página,
los que se mantienen en la versión electrónica del mismo)
y, segundo punto, andando el tiempo, y luego de numerosas comunicaciones
emiliares con Victoria relacionadas con diversos temas (aunque todos
sobre la base tanto del quehacer poético como de la nada antagónica
visión política y cultural de los acontecimientos peruanos
y mundiales de los últimos decenios), un 19 de mayo recibí
su invitación para colaborar con ella en la edición
de este número. Invitación a la que acepté por
supuesto con el mayor de los gustos no sólo porque, en mi concepto
(y este es solo mi concepto), Victoria Guerrero es la poeta peruana
más interesante desde la aparición de Zona dark
en 1991, sino porque se trata de una autora compañera de ruta
generacional desde los tiempos del grupo Neón y los
recitales infinitos.
A los eternos detractores de lo que se da en llamar como “generación
del 90” sólo hay que hacerles notar como prueba de la importancia
y cada vez mayor trascendencia de la misma a esta poeta que hoy nos
interpela en sus versos diciéndonos que Ya nadie incendia
el mundo, que nos lanza esta combativa, lúcida e independiente
revista cultural, y cuya visión histórica, traducida
en sus inteligentes y cuestionadores ensayos, nos hablan del alcance,
proyección y profundidad intelectual de esta generación.
Más allá de las CAPRAS que brillantemente ironiza Juan
Javier Salazar en uno de sus trabajos que hoy apreciamos en la carátula
de la revista, y más allá de todo lo que ha seguido,
sigue, y, carajo, seguirá viniendo (y es que, hay, hermanos
todos, muchísimo que hacer), expresiones culturales como las
que hoy presentamos contribuyen, desde su plural y combativa trinchera
tropical, a ir perfilando cada vez más el carácter auténticamente
democrático de nuestro querido y muy sabroso país. Muchas
gracias Vicky. Y muchas gracias a todos ustedes también. Muchas
gracias.