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No tocar, de Víctor Hugo Díaz


UN POCO DE TALENTO PARA EL CAOS


por Patricia Espinosa
Rocinante N° 69, Julio, 2004

 

 

¿Es posible establecer un lugar que permita drenar el resentimiento y convertirlo en una angustia, digamos, parsimoniosa? Es decir, reconocer lo que hay. Esto es lo que es y no pretendo restaurarlo sino testimoniarlo, vivir una suerte de duelo melancólico en donde reproducir el trauma y a la vez denunciarlo. Víctor Hugo Díaz (Santiago, 1965) ha publicado No tocar, su cuarto libro de poesía y creo ver en él una escritura que expone un encuentro fallido con lo real. No tocar encierra un sistema de reglas al cual el poeta desobedecerá mediante detonaciones de rabia fugaz pero también de resignación: "partir hablando pestes de tiempos felices/ cuando estaba tan cerca/ que bastaba con empinarse y ver sobre la empalizada". Es esta una escritura que no se pierde en evocaciones, en el análisis de las posibilidades. La muerte surge así, como lo más real de lo real, una presencia/presión constante: "El tenía miedo a la putrefacción,/ a la oscuridad húmeda, prefería la ceniza /[...]/desechos de una alianza vacía/ y un poco de talento para el caos". Angustia por la materialidad devastada, por la descomposición de lo que soy o eres. Por eso, cortar de una vez y para siempre con la posibilidad de la purulencia, la fetidez última de los ciclos biológicos. "Prefería la ceniza". Me niego a esa última abyección, parece decir el poeta. Aun así, llegado a tal límite, solo queda la seguridad de sobrevivir con "un poco de talento para el caos".

La poesía de Díaz no esquiva lo cotidiano, está aquí, desafiando a la derrota una y otra vez. Como queriendo decir, esto es sobrevivir. Escritura casi detenida en lo real-traumático: "Su silencio no coincide con los ojos/ con la camisa en la foto blanco y negro/ que ella se cuelga al pecho/ ni el sobrenombre hace mérito al fémur/ ni al hueso húmero con que se identifica/ cuando se acuesta a su lado/ y oye la palabra hijo". El detenido desaparecido y su madre. Algo así como un silencio los cruza, pero ella se opone al silencio ubicando la fotografía en su pecho, ella vive el retorno en el universo de la pequeñez cotidiana. El desbaratamiento de la obstrucción es lo mismo que decir: se puede. La realidad abruma, es hostil, pero nos entrometemos en una escena donde el significado no se derrumba. Porque la indiferencia se vuelve imposible, la visualidad en Díaz se detiene en la crisis y el dolor, caminos por los que lo real retorna machaconamente: "La cotona azul desteñida se descosió bajo el brazo/ (en la misma mesa, frente a él/sentada ante el plato humeante, la mujer que de joven/-todavía se nota- tenía el mejor cuerpo/y el apetito más tímido de la fábrica)/ Ahora come de todo/se está recuperando/lo peor ya pasó". Estamos ante una mirada hiperrealista, que conmueve y atrapa la decadencia con sutilezas; una degradación ciertamente vitalista, "lo peor ya pasó", pero que no llega a mitificar la otredad o a caer en lo lastimero. Se trata más bien, de enunciar aquello en un acto simple y contundente: "Ese tipo que pasa podría darme un trabajo/(un buen golpe de suerte)/ se chupa las muelas, calmado, calmado,/quita con su lengua los restos de almuerzo/pero no le hablo/dejo que pase -mi oportunidad". La solidez del sujeto alcanza, en estos segmentos que aproximan al final del libro, una fuerza inusitada. Asume el fracaso, lo acepta. Sin más. Vivir en la derrota como única opción, dejar pasar la oportunidad única de instalarse en el escenario "de una competencia invisible". El último segmento de este libro, titulado "File" es el mejor del volumen. Sin duda la intensidad ante el desamparo ha cobrado mayor fuerza. Pero, por suerte, no hay una supramirada autoredentora ni un afán de autovictimización. El sujeto toca fondo, intentando coagular la sangre de la herida transitoriamente, blindaje fatuo porque el golpe vendrá de nuevo. No tocar de Víctor Hugo Díaz es un libro donde la intensa lógica del fracaso nos impregna y golpea con fuerza. Es un reto, un desafío con estilo a la siempre joven derrota. Sin aullidos intertextuales ni poéticas abrumadoras, solo con el ánimo de enfrentar, a pesar de todo, al fracaso.


No tocar
Víctor Hugo Díaz
Santiago, Cuarto Propio,
2003, 42 páginas.
 

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Víctor Hugo Díaz: Un poco de talento para el caos,
por Patricia Espinosa,
Fuente: Rocinante Nº69,
Julio de 2004.