En el Centenario de Pablo Neruda, el poeta Víctor Hugo Díaz,
obtuvo el apetecido Premio Literario que entrega la Fundación
Neruda. El galardón está dotado de tres mil dólares,
más
una estatuilla de oro con la efigie del Premio Nóbel, que es
entrega en una fiesta literaria en el mes de octubre.
Destinado a poetas menores de cuarenta años, este reconocimiento
goza de enorme prestigio cultural y es considerado la antesala que
deben lograr los vates con buenos antecedentes líricos, que
se hallan en pleno desarrollo artístico.
Connotados poetas nacionales, como Raúl Zurita, han obtenido
este reconocimiento, que es dirimido por tres escritores, quienes
proponen abiertamente nombres de las figuras más sobresalientes
del medio local – no se aceptan auto postulaciones ni entrega de currículum-,
para entrar en una fase de debate y posterior acuerdo del premio.
El jurado estuvo compuesto por Matías Rafide, Teresa Calderón
y Reinaldo E. Marchant.
ANTECEDENTES DEL GANADOR
La obra de Víctor Hugo Díaz recoge con singular intensidad
el panorama humano y urbano del Chile de los últimos veinte
años.
Su poesía ácida, en constante movimiento, crítica,
penetrante, a ratos fragmentada, poetiza sobre la ciudad maquillada,
sobre los habitantes anónimos, construye una escritura de aguda
percepción de los espacios urbanos, inscribiéndose en
la tradición donde el sujeto no se encuentra, y es víctima
de una fragilidad que termina acosándolo, borrándolo
de aquella multitud que lo ignora.
Usando escasas palabras, el joven poeta penetra a oscuras habitaciones,
a pasajes sin salida, y pasa con su canto breve, develando con cierta
ternura, y dolor, los oscuros rincones que llevan los peregrinos de
la ciudad.
Díaz impulsa una poesía donde la palabra repercute,
se desplaza por el territorio de lo humano como un susurro lúdico,
bajo una constante mirada nerviosa que gira, se fragmenta en tenues
estallidos, provoca, instaura el derecho propio de la memoria que
se rebela ante la tediosa rutina de las cosas. Y se diluye de forma
suave en la arenisca humana.
Con el manejo de un lenguaje que devela la intimidad social y política,
que explora los signos de los actuales tiempos, Víctor Hugo
Díaz deambula con su poesía recorriendo los extramuros
de la ciudad, levantando una obra poética original, honesta,
desolada, por instantes llena de sutil protesta, y contenida, convirtiéndose
en un real aporte a la rica literatura nacional.
Perteneciente a la llamada Generación Post 87, Víctor
Hugo Díaz es una de las voces poéticas más interesantes
y valiosas de las nuevas promociones de la lírica de Chile,
que si lo propone tocará el sitial donde descansan los grandes
bardos nacionales.
Víctor Hugo Díaz
Poesía
LA ESQUINA VACANTE
Ella nunca jugó limpio
Acaso apenas con su taxista o el policía favorito
Ahora piensa mejor lo que hace
-desde la última conversación-
Ya no baila para nadie
dice que el cuerpo no la acompaña
Ninguno la busca en su esquina
La olvidaron los autos
El tiempo que resta asoma en su piel
LAS BELLAS DURMIENTES
Tiene uno de esos rostros
que sirven de máscara a los demás
Párrafos completos lo visitan de noche:
El viejo favorito de Kawabata se arropa
entre dos flores jóvenes dormidas
las que como en un juego de cartas
doblan la apuesta de soledad
al hablar en sueños con desconocidos
Heridas de alcohol y tiempo trazan el mapa
una casa antigua
papel mural que pasó de moda