VIOLETA PARRA: Una Memoria
poético-musical |
por Juan
Armando Epple
1. Las raíces
del canto
Cantante popular,
compositora, poeta, folklorista, pintora, ceramista, arpillera, la
multifacética personalidad creadora de Violeta Parra exige, sin duda,
un acercamiento multidisciplinario para discernir y valorar cabalmente
su legado artístico.
..... No menos
fascinante que su obra es la propia vida de la artista: su trayectoria
humana es un paradigma de la odisea de la mujer latinoamericana por
conquistar un espacio en la sociedad, tanto en la esfera personal,
social como intelectual. Al reconocimiento de su rol precursor en el
desarrollo de la llamada "nueva canción" latinoamericana se ha ido
agregando, en los últimos años, una actitud de comprensión admirativa
hacia el temple contestatario con que enfrentó los dilemas del mundo
en que le tocó vivir, caracterizando esa inclaudicable impronta
personal como una postura feminista "avante la
lettre".
..... En un
continente caracterizado por la heterogeneidad de sus modelos
culturales, la obra de Violeta Parra es un ejemplo notable de la
fuerza creativa de la cultura popular y su capacidad para reformular
el sentido social de sus parámetros estéticos. Su desarrollo como
artista se inserta paradigmáticamente, en este sentido, en el periplo
contemporáneo de ese estrato distintivo de la cultura chilena y
latinoamericana: un periodo inicial de aprendizaje en el circuito
marginal de la provincia y del barrio, donde su canto se adscribe a un
repertorio que se apropia, vía radiotelefonía, de la aventura
sentimental del bolero, la ranchera, la tonada o la canción popular
española. En las décadas del 30 y del 40, años de confusa amalgama de
las ilusiones sociales y desencanto privado, esa expresividad musical
que encuentra un canal privilegiado en las fiestas sociales del barrio
y en los programas radiales, junto a la radionovela, suele idealizar
las contradicciones de la cotidianidad social como dilemas del "orden
del corazón". La tesitura dramática del tango y del bolero, que nacen
y se difunden en ese espacio aleatorio del barrio latinoamericano, esa
zona "orillera" que mitificó Borges, sublima y sentimentaliza el
desencuentro entre el pasado patriarcal de la provincia y la
alienación creciente de la sociedad urbana. La amada, esa figura que
antes simbolizaba el fundamento nutricio de la patria agraria, con una
clara distinción dicotómica de sus virtudes de cohesión ideológica y
de su sabia erotizadora, ahora es una suma confusa de apetencias y
traiciones, de denostaciones y halagos. En la protesta iconoclasta del
canto del barrio, esa mujer es a fin de cuentas la culpable de no
parecerse al territorio que se ha perdido: los patios de la infancia,
la figura protectora de la madre, el despertar sexual de la
adolescencia, la comunicación nacional y erótica del matrimonio
perfecto. Este haz de sublimaciones explica en parte el arraigo que ha
tenido la canción sentimental en estas zonas coyunturales de la
sociedad latinoamericana. Y los exponentes más destacados de esta área
de la cultura popular provienen, en latinoamérica, de los enclaves
provincianos y de las barriadas (Carlos Gardel, Agustín Lara, Lucho
gatica, Armando Manzanero, etc.) en España, el puerto indiscutido de
esa tradición es el sur de Andalucía (Sevilla y Cádiz). Y quizás
ayudaría a entender el resurgimiento actual, entre nostálgico e
irónico, del bolero. Un género que al enhebrarse en una convivencia
non sancta con la novela y la poesía reciente, puede que se le
considere una expresión posmodernista. Lo que le quitaría el sueño
nuevamente a Violeta Parra, que se dedicaba en Santiago justamente al
bolero y a la canción española, a pedido del público.
..... Luego, ya en la década del 50, ocurre su
re-encuentro con la tradición folklórica nacional. ¿Qué motivaciones
explican este cambio? Pienso que no se ha destacado suficientemente el
vínculo, y su implicancia en las respectivas propuesta artísticas,
entre Violeta Parra y su hermano, el poeta Nicanor Parra. Nicanor, que
en ese periodo estaba reformulando su derrotero creativo, buscando
clarificar los dilemas de la existencia citadina, las "contradicciones
del hombre moderno", incluyó que una de las posibilidades de recuperar
el equilibrio entre esa tradición de vida arraigada al espacio agrario
de la provincia y la sociedad moderna era rescatar las vivencias
sociales y culturales del campo, no para propiciar un regreso a un
pasado arcádico, mitificado, sino como una opción de rearticulación de
propuestas humanas a salvo de la alienación de la modernidad urbana.
Junto con ello, se da cuenta de que quien tiene la mejor opción de
acometer esta empresa, por su sensibilidad casi ingenua y sobre todo
por su talento natural, es su hermana Violeta, que viene del campo a
la gran ciudad en busca de una profesión. Es Nicanor Parra quien
alienta a la cantante popular en ese paso decisivo, no sólo
convenciéndola para que regrese al campo a investigar en las fuentes
folklóricas para reformular su repertorio, sino estimulándola a leer
algunos textos fundados en la cultura popular. (1)
.....
Este periodo de re-inserción en la cultura campesina tendrá un doble
valor en el trabajo creativo de Violeta Parra: por una parte, le
permitirá orientarse profesionalmente como investigadora e intérprete
del folklore, alcanzando un pronto reconocimiento nacional como
especialista, con algunos premios y la oportunidad de viajar fuera del
país. Por otra, le permitirá la base expresiva (melódica y poética) de
sus creaciones personales. (2)
.....
Durante la década del 50,
en que se afianza sin grandes contrapuestos el sistema de dependencia,
en el plano de las propuestas culturales se asiste a una polarización
acentuada entre quienes buscan acceder a un estatuto internacional que
equipare a las culturas nacionales con las grandes metrópolis (no se
quiere ser "distintos", sino "contemporáneos" de todos los hombres) y
quienes defienden una opción cultural nacionalista, que tiene en el
folklore su base más propicia. La defensa de la tradición folklórica,
muchas veces más declarativa que real, exuda en principio un rechazo
implícito a la influencia de los modelos y formas culturales
provenientes de Europa y Estados Unidos, que se asocian
indiscriminadamente a la ideología de los sectores dominantes de cada
país latinoamericano. No se percibe, por ejemplo, el fermento
contestatario del rock, deudor de la música popular afroamericana. Los
sectores que controlan los medios de comunicación, por otra parte, si
bien no se identifican con la cosmovisión de raíces campesinas que
articulan el folklore (puesto que sus modelos culturales son
europeístas, sustentan y manipulan nacionalismo ideológico, donde esas
tradiciones (las del antiguo poder agrícola) sirven para orquestar un
ritual de pertenencia "armónica" a una "idiosincracia" común. La
celebración ritual de la independencia democratiza al pueblo en la
ramada, en la cueca y en el cacho de Chicha que se le ofrece al
presidente antes de pasar revista al desfile de tropas militares. El
folklore que difunde el sistema, y no es azaroso que sean dos radios
"patronales", la de la Sociedad Nacional de Agricultura y la de la
Sociedad Nacional de Minería, las que promueven este tipo de
programas, tienden a reproducir un orden patriarcal depurado de
conflictos, encuadrado en jerarquías naturales y glorificador de una
ecuación armónica entre pueblo y naturaleza.
..... Violeta Parra asume su tarea de recopiladora
primero con una perspectiva culturalista, abocándose al registro de
tradiciones. Los especialistas en el área criticaron su carencia de
metodología, pero no reconocieron un aspecto fundamental de sus
pesquisas que tiene una incidencia clave, en sí "metodológica", para
garantizar la autenticidad del material objeto de estudio: es
insertarse vivencialmente en el proceso cultural, participando de / y
activando el circuito humano en que se expresa ese folklore. Con
sensibilidad y talento, sobre todo para las relaciones sociales que se
generan en el ámbito restrictivo del campo, ella logra involucrarse en
las pautas socioculturales de esa comunidad y recopilar un repertorio
no sólo "in situ", sino en vivo. El discernimiento especializado sobre
el origen y categorías formales de ese repertorio no era su
preocupación central. Su perspectiva fue ante todo activadora, antes
que clasificatoria. Pero hay en esa actitud un segundo valor
"metodológico" que los antropólogos y etnólogos suelen valorar (y que
José María Arguedas destacó con claridad al evaluar la labor de
Violeta Parra): es la comprensión de la cultura como una totalidad en
que se entretejen y reproducen prácticas de vida: formas de
comportamiento, una percepción de las relaciones sociales, actitudes
frente al trabajo, el amor, la recreación y la expresividad
artística.
.....
Su labor de divulgación
folklórica estará fundada en este gesto de recuperación totalizadora,
buscando que el espectáculo artístico reproduzca las condiciones en
que suele darse cotidianamente, o que al menos muestre el entramado de
esa base social originaria. Algunos de sus recitales en Europa, además
de sus exhibiciones de artesanía y arpilleras, escenificaban una
cotidianidad que destacaba el proceso del trabajo, la comida y la
fiesta. Su proyecto mayor, la instalación de una carpa en la zona
santiaguina de La Reina, se orientaba a la creación de una especie de
"universidad" de la cultura popular que incluiría idealmente cursos de
folklore, de composición musical, artesanía, danza, muestras de la
cocina autóctona, presentación de artistas populares, etc. Más que un
centro tradicional para ofrecer espectáculos pagados, ese proyecto al
que volcó sus últimos esfuerzos y sueños lo entendía como un espacio
de concertación de una praxis cultural disgregada y marginada por el
avance avasallador de la sociedad urbana.
..... En relación a su percepción historicista del
folklore, como producción actualizadora de sentidos, su hijo Ángel
Parra señala en la entrevista citada:
Primero que nada, ella no
quería que lo que estaba rescatando como folklore se entendiera como
cosa de museo. El folklore, para ella (entendiendo como folklore
también la artesanía, la cerámica, las leyendas e historias
populares, la cultura culinaria, etc.) era parte de la cultura viva,
actual, de un pueblo. Por eso que su sueño mayor fue crear esa
especie de universidad popular del folklore, a partir de la Carpa de
La Reina, donde esta cultura estudiara y se reincorporara en forma
activa a la vida nacional. Hubo un momento en que esto se pudo
hacer, pero como estos proyectos siempre requieren una
infraestructura grande, de dinero, profesores, etc., nadie se
atrevió a seguirla en esta locura. Que habría sido una locura
maravillosa. Esta actitud frente al folklore, entenderlo como un
fenómeno cultural vivo, la llevaba a rechazar las danzas del siglo
XIX y de la Colonia (el cuando, la resfalosa,
etc.) y a buscar manifestaciones todavía vigentes en el campo, como
en los "velorios de angelitos", o en las "redondillas", cantando con
poetas populares, algo que no se consideraba respetable entonces.
Pero ella, con la garra que tenía, con su empuje, fue metiéndose en
ese mundo y rescatando sus expresiones culturales. En un momento se
dio cuenta que parte de esa tradición estaba centrada en el pasado,
que cantar el Génesis, el Nuevo Testamento, la Pasión de Cristo en
décimas, etc., era un poco también cantarle al pasado. Y es allí
donde ella descubre que toda la tradición formal del folklore, todas
esas herramientas que ha ido coleccionando a través de los años (la
cuarteta, la décima, el chapecao, etc.) se podría utilizar para
cantar las realidades del presente, para cantarle al amor, a la vida
política, a las situaciones sociales del mundo contemporáneo, etc.
Yo creo que es ahí donde se produce la transición fundamental, y
Violeta queda como una gran folklorista, alguien que rescató la
identidad cultural nacional, y a la vez como la mujer contemporánea
que utiliza esa tradición para cantarle a su tiempo histórico. Para
cantarle a la vida, finalmente. Esa es mi impresión (y ojalá que
esté de acuerdo ella con lo que yo estoy
diciendo).
..... A partir del triunfo de la revolución
cubana, que estimula un entusiasta proceso de reformulación de las
propuestas de cambios políticos en el continente y de revalorización
de sus variadas expresiones culturales, la expresividad artística
comienza a rearticular sus parámetros desde una "nueva" perspectiva
latinoamericanista. Estas propuestas totalizadoras venían formulándose
en la poesía épica de Neruda (el Canto general) o en las
novelas de Alejo Carpentier, pero es la llamada novela del
boom la que le otorga un status privilegiado y un rápido
reconocimiento internacional. Los jóvenes que van a constituir el
movimiento de la nueva canción latinoamericana asumen esa perspectiva
explorando las opciones integradoras de una tradición folklórica antes
marginada y segmentada en acerbos "nacionales" y "regionales".
Rompiendo con estusiasta espontaneidad las fronteras de ese folklore,
canalizan sus imperativos creativos utilizando diversos instrumentos
musicales, recreando y actualizando registros provenientes de diversos
países del continente y ampliando la temática de las
composiciones.
..... La creación
en Chile de la Peña de los Parra, en 1964, a cargo de dos de los hijos
de Violeta Parra, tuvo una incidencia fundamental en la consolidación
de ese proceso. Allí actuaron no sólo quienes se convertirían en las
figuras protagónicas de la nueva canción chilena (Patricio Manns,
Rolando Alarcón, Víctor Jara, Inti-Illimani, Quilapayún, etc.) sino
que atrajo grupos y cantantes jóvenes de países donde se articularían
movimientos similares, como la Nueva Trova Cubana, por
ejemplo.
.....
Cuando Violeta Parra
regresa a Chile en 1963, encuentra un clima cultural mucho más
receptivo a las expresividades de la tradición folklórica, pero
filtradas ahora por una sensibilidad urbana. Un tránsito iniciado
primero como movimiento de recuperación nostálgica y falsamente
modernizadora, con el llamado neofolklore, y luego con la
reactualización crítica de los jóvenes que cantaban en las
"peñas".
.....
En el periodo que va de
1961 a 1967, el año de la muerte, Violeta Parra produce su obra más
personal y distintiva, esa obra calificada por Osvaldo Rodríguez-Musso
como un legado o "testamento" para la nueva canción
chilena:
El testamento total de
Violeta Parra se completa con las canciones de amor (y de odio)
acaso más intensas que se hayan producido en la historia de la
música chilena. Sus canciones "Maldigo del alto cielo" y "corazón
maldito", son de una violencia no comparable con todo lo que se
había producido hasta entonces. Y sus canciones "Run-Run se fue p´al
Norte", "La lavandera", "Las cuecas del libro" y "Pupila de águila",
de tan alto nivel poético, son comparables a la mejor producción de
Gabriela Mistral. Finalmente sus canciones filosóficas como
"Cantores que reflexionan" y especialmente "Gracias a la vida", la
ponen en un sitio que dificilmente otra creadora alcanzará.
(3)
..... A Violeta Parra se le considera una
precursora de la nueva canción chilena. Pero, ¿en qué se manifiesta
esa influencia? Para Ángel Parra, su legado, más que un trazo
continuador, es una actitud:
La influencia básica, a mi
juicio, se da en algo bastante elemental: antes se entendía en Chile
que para cantar la música "nacional" el hombre debía vestirse de
"huaso" y la mujer de "china". Esta era la imagen cultural propuesta
por los dueños de fundo, para quienes las fiestas "chilenas" eran
una ocasión de mostrar sus aperos de cuero repujado, sus espuelas de
plata y sus trajes (la ostentación folklórica de su riqueza),
ornamentos con los que nunca se ha vestido el campesino que les
trabajaba la tierra. Las canciones interpretadas por grupos
capitalinos vestidos de "huaso" como "Los baqueanos" o "Los Huasos
Quincheros" las consideraba mi mamá como simple música comercial. Lo
que ella hizo fue tomar la guitarra y empezar a cantar sin
preocuparse de los atuendos, sin maquillarse y sin adoptar una pose
exterior de figura "folklórica" al uso oficial. Y dándole una
presencia protagónica en el canto a la mujer, porque hasta ese
momento los conjuntos eran predominantemente masculinos. Cuando
alguien se dedique a estudiar el proceso de liberación femenina en
Chile tendrá que tomar en cuenta el rol de Violeta Parra en ese
periodo. No porque haya teorizado o escrito artículos sobre el tema,
sino por su actitud. En el plano de la creación poética, su
influencia se da en el modo de decir las cosas, de llamar "al pan
pan y al vino vino". Es una perspectiva que busca definir la
realidad en forma directa, con un lenguaje simple, pero con altura y
dignidad poética. Es lo que hace, por ejemplo, en "Yo canto a la
diferencia", "la carta", o "volver a los 17". Yo creo que Victor
Jara que tenía una gran sensibilidad hacia las formas de expresión
popular, quizá el y yo, Patricio Manns en algunas de sus canciones,
manifiestan esa influencia. Me refiero a la formulación de un
lenguaje poético y musical. Pero no se puede hablar de una
influencia total, en el sentido de continuar las líneas de su obra
paso por paso. Yo creo que en el movimiento de la nueva canción
chilena cada integrante fue tomando y desarrollando distintos
aspectos de su herencia.
2. La memoria
del canto
..... La vida y obra de Violeta Parra han
concitado una extensa producción biográfica y crítica. (4)
Pero en
nigún lugar se registra mejor su derrotero que en sus escritos
autobiográficos, en sí una forma sui géneris de autorrepresentación
literaria.
..... Expresividad
autobiográfica que articula la música y la literatura.
..... Las Décimas. Autobiografía en
versos chilenos (1970), de Violeta Parra, (5)
es un texto
que suele calificarse, teniendo como término de comparación el canon
autobiográfico tradicional, de discurso episódico o fragmentado.
habría que rectificar esta lectura señalando que se trata de una
composición narrativa organizada a partir de un eje, o una memoria,
poético-musical, que va destacando momentos claves de una experiencia
de formación para fijarlas en la estructura formalmente cerrada y
conclusiva de la Décima. Y éstas se encadenan entre sí
formando una serie relativamente autónoma. No es azaroso que alguno de
stos episodios, de significación autosuficiente, hayan sido
reelaborados posteriormente como composiciones musicales (por ejemplo,
en algunas canciones de Patricio Manns).
.....
El rango ejemplarizador de los sucesos narrados, encuentra su
formalización legítima en la estructura cerrada de la décima,
vinculada por otra parte a la tradición del romance y la lira popular,
que consolida mediante la oportuna actualización de una serie de
motivos poéticos provenientes del acervo rural, algunos de los cuales
se remontan a la poesía clásica española (menosprecio de corte y
alabanza de aldea, el paraíso de la abundancia, el cambio de fortuna,
el mundo al revés, etc.).
..... Si a ello se
agrega el motivo del viaje como eje estructurador, se clarifica el
sentido básico del texto como la peripecia del tránsito del modo de
vida rural al citadino, con una denostación de los signos disociadores
de la historia y la cultura urbanas.
..... La fragmentación de la experiencia encuentra su correlato
discursivo en la configuración episódica de los acontecimientos
haciendo presente justamente el drama cultural que padece la autora:
el sustrato formal romancesco, principio compositivo ligado a la
memoria de un mundo rural desplazado por los abatares de la
modernidad, un mundo del que la autora se sabe exiliada, se distiende
y rearticula en una rapsodia exasperada, dramática, de intermitentes
resonancias líricas.
..... En uno de
los ensayos más importantes publicados hasta ahora sobre la autora,
Leonidas Morales ha destacado el eje dramático que articula su
cosmovisión artística. claramente perceptible en esta autobiografía:
la oposición antagónica de dos directrices culturales: la
desarticulación de la sociedad tradicional y su expresividad
folklórica y el desarrollo hegemónico de la cultura urbana a partir de
la década del 40.(6)
.....
A la vez, un análisis
atento de las Décimas descubrirá aquí el estado germinal de las
obsesiones temáticas y exploraciones estilísticas que desarrollará
posteriormente la autora en sus composiciones líricas. (7)
..... Otro
registro de la memoria personal de la autora, sus cartas, y poemas
autobiográficos, se encuentran en la recopilación de Isabel Parra. El
libro mayor de Violeta Parra (1985) (8).
...... Exceptuando
un par de entrevistas en que recordaban algunas facetas singulares de
la madre, sobre todo la confianza que siempre mostró en la validez de
su obra, los hijos de Violeta Parra nunca se sintieron impelidos a
explicar sus vivencias de aprendizaje familiar y menos a imponerse
como albaceas de la imagen que muchos han tratado de definir. Para
ellos la relación filial se expresaba con propiedad en sus propias
búsquedas artísticas, donde la herencia de la madre se sedimentaba
como una semilla problemática.
.....
Pablo Neruda fue uno de los primeros en destacar esta cualidad
familiar cuando señaló, en una carta enviada en 1969 al presidente de
Mexico reclamando la libertad del escritor José Revueltas:
Esta familia Revueltas
tiene "Ängel". En un país de creación perpetua, como el país
hermano, ellos se revelaron excelentes y superdotados. Es una
familia eficaz en la música, en el idioma, en los escenarios. Pasa
con los Parra de Chile, familia poética y folklórica, con talento
granado y desgranado. (9)
..... Los que evocan a Violeta Parra por lo
general la definen con expresiones metafóricas ligadas al mundo de la
naturaleza, como una figura que convoca la fuerza rectificadora del
olvidado mundo nativo. Una suerte de madre genésica que interpela y
resguarda. Si bien estas referencias buscan resaltar una
identificación afectiva o nostálgica con el mundo campesino, supuesto
depositario de un ethos nacional agredido por los avatares de la
modernidad, refuerzan esa noción positivista que explicaba la
producción artística y el talento individual como manisfestaciones
naturales del medio, y no como praxis que se desarrolla y evoluciona
en una relación dialógica con la realidad histórica.
..... El Libro mayor es una composición biográfica
ordenada por Isabel Parra con textos testimoniales, cartas y poemas
inéditos, entrevistas, recortes de prensa y material fotográfico. Esta
bitácora permite delinear aspectos básicos tanto de su trayectoria
humana como de los supuestos estéticos de una obra que ella asumío no
en los términos profesionalizados de la división del trabajo sino como
expresión múltiple e integradora de lo humano. Una obra que busca
representar desde las formas aparentemente simples del quehacer
cotidiano (la construcción de una casa, la preparación de una comida,
la elección de una manera de vestirse) hasta la configuracion de una
comprensión metafísica del mundo. Testigo lúcido de su tiempo, Violeta
Parra no sólo buscó devolverle su función histórica al legado de la
cultura popular y del folklore, que desde una percepción "purista" se
entendía como un simple repertorio estratificado, sino que intentó
romper con los modos oficiales de entender la tradición nacional, con
esa canonización ideológica impuesta por el sistema educativo y los
medio de comunicación. Un estudio atento de la base temática de sus
canciones tendría que atender a ese proceso gnoseológico que ella
metaforiza en su arte, que parte de la elección de concepciones
tópicas de la realidad (religiosas, patrióticas, costumbristas, etc.)
las confronta con una percepción experiencial del mundo (donde los
sentidos y la aprehensión "elemental" de los hechos del mundo se
constituyen en el resorte primerio de rearticulación de ese
conocimiento) para convertir esos tópicos en una visión
desacralizadora, potencialmente subersiva, de lo estatuido. La
estructura dualista de la imaginación folklórica, entendida a veces
como representación ingenua y simplista del mundo, es rearticulada en
su obra como un principio cognoscitivo básico (elementalmente)
dialéctico.
..... Los textos
hasta ahora inéditos que se recopilan en el libro ratifican la honda
sensibilidad poética de Violeta. Una sensibilidad que, sosteniéndose
en las formas rimadas del verso popular, convierte la cotidianidad en
poesía. Es decir, son los contenidos de la experiencia, las
situaciones vitales inéditas que explora con sus sentidos y emociones,
las que convierten la estructura aparentemente fija del verso en una
formalización nueva, creadora, de la realidad. Y este temple poético
se canaliza incluso en las cartas privadas. En algunas de ellas el
fluir de la prosa comienza a expandirse en un crescendo rítmico, en la
medida en que el pensamiento busca definir situaciones más hondas,
para convertirse con naturalidad en versos de rigurosa precisión
formal. La extensa carta que le escribe a Gilbert Favre cuando llega a
París, por ejemplo (pág. 93-98), comienza como una crónica coloquial,
llena de detalles familiares, referencias a su trabajo, consejos,
preguntas, etc. Luego al centrarse en la relación íntima de los
amantes, en el tema del amor y los celos, la prosa va adquiriendo una
fuerte tonalidad poética, sustentada primero en el ritmo y luego en el
verso rimado: "Reblanquea nuevamente con tu música tus muros, tus
pañuelos, tu cuchara, y el camino que hay del pan a tu criterio, hasta
el último minuto de tus ojos entreabiertos".
..... "Todavía no se seca la saliva precedente. Todavía
están morados con las huellas de otros dientes. Que tu oído se haga
sordo al gemido que deslizan. Es el lazo que en el bosque degolló mil
pajarillos."
..... Cuando
advierte que ha pasado de la comunicación prosística a la expansión
lírica, refrena el impulso con un distanciamiento irónico: "cállate
mujer tonta no pierdas tu tiempo. Por llenar el papel olvidaste el
almuerzo, por hacer estas letras traducidas al verso, se te han ido
las horas para mundos inciertos".
.....
En los estudios literarios y de crítica cultural recientes hay una
interesante apertura hacia las diversas formas de la cultura escrita
que no habían merecido una atención especial, y que se han mantenido
al margen del canon usualmente aceptado como literatura: la biografía,
la autobiografía, el testimonio, el diario de vida, etc. En general,
los que Leonidas Morales llama "géneros de la intimidad". Sabemos que
la concepción restrictiva de la literatura como obra de ficción se
impuso solamente en el curso del siglo XIX, y que en la literatura
latinoamericana ha sido siempre una distinción difícil de clarificar.
Cuando nuestra mirada se abre más a la peculiar heterogeneidad de
nuestra expresión cultural, y se interese por ejemplo en la carta como
género literario, las cartas de Violeta Parra a Gilbert Favre, que
constituyen el eje cronológico, emotivo, espiritual y formal del
libro, serán valoradas como textos de antología.
..... Al final de esta composición biográfica de
equilibrada polifonía Isabel transcribe la última pregunta de una
entrevista que una vez le hicieron a la autora:
"Pregunta: Violeta, usted
es poeta, es compositora, y hace tapicería y pintura. Si tuviera que
elegir un sólo medio de expresión. ¿Cuál elegiría?
Violeta: yo
elegiría quedarme con la gente".
Su obra seguirá
ocupando la atención de los especialistas, pero la memoria de su canto
ha ido enraizando en la comunidad, en esa gente que aprendió a oírla,
aunque sea tardíamente. En esa gente a la que explicó sin subterfugios
retóricos:
"Yo canto a la
"chillaneja"
si tengo que decir algo
y no tomo la
guitarra
por conseguir un aplauso.
Yo canto la
diferencia
que hay de lo cierto a lo falso,
de lo contrario no
canto".
NOTAS
(1):
Sobre este importante aspecto
biográfico de la autora, véase Juan Armando Epple, "Entretien avec
Parra". Cahiers du Monde Hispanique et Luso-Bresilien. 48
(1987): 121-126, y Leonidas Morales, Conversaciones con Nicanor
Parra, Santiago: Editorial Universitaria,
1991.
(2): El resultado de este trabajo de
investigación quedó registrado en dos libros, la antología Poésie
populaire des Andes (París: F. Masperó, 1965) y Cantos
folklóricos chilenos (Santiago: Editorial Nascimiento,
1979).
(3): Osvaldo Rodríguez-Musso. La nueva
canción chilena. Continuidad y reflejo. La Habana: Casa de las
Américas, 1988 (Premio de Musicología), pág.
59.
(4): Remitimos al lector a los siguientes
libros, en orden cronológico:
Bernardo Subercaseux y Jaime Londoño,
Gracias a la vida. Violeta Parra. Testimonios. Buenos Aires:
Editorial Galerna, 1976; 2ª Edición. Incluyendo a Patricia Stambuck
como co-autora. Santiago de Chile: co-edición Ceneca-Granizo,
1982.
Alfonso Alcalde. Toda Violeta Parra. Buenos Aires:
Ediciones de la Flor, 1974.
Patricio Manns, Violeta Parra. La
guitarre indocile. París: Les Editions du Cerf, 1977. Editada en
español: Violeta Parra, Lieder aus Chile. Frankfurt/M: Verlag
Klaus Dieter Vervuert, 1978. "Einfunhrung", p 9-47.
Fernando
Alegría, "Violeta Parra", en Retratos Contemporáneos. New
York: Harcout, Brace and Jovanich, 1979: 165-168.
Gina
Cánepa-Hurtado, "Violeta Parra y sus relaciones con la canción de
lucha latinoamericana", tesis doctoral inédita, Berlín West,
1981.
Osvaldo Rodríguez-Musso. Cantores que reflexionan. Notas para
una historia personal de la nueva canción chilena. Madrid: Ediciones
Lar, 1984. Este libro incluye los siguientes capítulos testimoniales
sobre Violeta Parra: "Violeta Parra y una invitación", pág. 37-38;
"Violeta Parra en Valparaíso", pág. 39-48; "La Peña del Mar y Violeta
una vez más", pág. 69-71; "Violeta Parra por última vez", pág.
105-109; "Conversación con Gilbert Favre", pág. 111-114; "Conversación
con Carmen Luisa Parra", pág. 163-174; "Evocación en voz alta, Isabel
y Angel Parra hablan de Violeta", pág. 175-179; y "Conversación con
Adela Gallo", pág. 187-192.
Marjorie Agosin e Inés Dolz-Blacburn,
Violeta Parra: santa de pura greda. Santiago de Chile:
Editorial Planeta, 1988.
Carmen Oviedo, Mentira es todo lo
cierto. Tras la huella de Violeta Parra, Santiago: Editorial
Universitaria, 1990.
Para una información detallada sobre el tema,
se puede consultar Marjorie Agosin, "Bibliografía de Violeta Parra",
Revista Inter-Americana de Bibliografía. Washington D. C., Volumen
XXXII, Nº 2 (1982): 179-190 y Juan Armando Epple, "Discografía,
bibliografía y filmografía de Violeta Parra", en Isabel Parra, El
libro mayor de Violeta Parra, Madrid: Ediciones Michay,
1985.
(5) Violeta Parra, Décimas. Autobiografía en
versos chilenos. santiago de Chile: Universidad católica- Editorial
Pomaire, 1970. Incluye tres poemas de homenaje: "Elegía
para cantar", de Pablo Neruda, "Defensa de Violeta Parra", de Nicanor
Parra, y "Violeta y su guitarra", de Pablo de Rokha. Hay varias ediciones posteriores, la última de las cuales es
Décimas. Autobiografía en verso. Buenos Aires. Editorial
Sudamericana, 1989.
(6) Leonidas Morales, "Violeta
Parra: la génesis de su arte". Hispanoamérica. 52, 1989: pag.
18-30.
(7) En relación a este tema, recomiendo en
especial dos ensayos: Patricio Manns, Violeta Parra: la guitarra
indócil y Leonidas Morales, "El retorno de las Décimas de Violeta
Parra", La época, suplemento Literatura y Libros, Año II, Nº 59
(Santiago de Chile, domingo 28 de mayo de
1989).
(8) Isabel Parra, El libro mayor de
Violeta Parra, Madrid: Ediciones Michay,
1985.
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