Crecer rodeado
con los cuentos de las tías abuelas y de los campesinos de Los Andes,
a lo que se unirían más tarde
los libros de Benjamín Vicuña Mackenna y Magdalena Petit, dejaron
huella en Gustavo Frías. El personaje de la Quintrala
estaba instalado en su imaginario cuando le propusieron desde Chile
Films el guión de una teleserie sobre el personaje, que nunca llegó a
concretarse, hasta que más tarde la actriz y productora Chela Bon le
pide un guión para una película.
Allí nació “Tres nombres
para Catalina”, porque el guión encargado tomó vuelo propio y se
convirtió en un libro, en el primero de la serie llamada
“Catrala”. Más tarde vendría la “Doña de Campofrío”, en
el que se demoró dos años, y ahora vienen tres más que relatan las
vicisitudes de la maternidad de la Quintrala y el último que dará
cuenta, nada menos, que de la historia del narrador de la historia,
poseído por los barrocos personajes que le ha tocado desarrollar.
¿Qué le sucede a un escritor con un personaje tan fuerte
como la Quintrala?
“Es muy difícil trabajar con ella, es un
personaje muy posesivo. A veces intento escribir una escena y ella se niega a hablar, no sale,
sencillamente”, dice Frías, quien agrega otros extraños sucesos que le
han ocurrido durante la creación de estas voluminosas novelas. Como
aquellas extrañas sombras que se deslizan sigilosamente a su
alrededor, como espectros que quisieran hablarle. Algo que no toma
como extraordinario o fuera de foco. “Siempre me he negado a creer que
la realidad sea sólo lo que vemos. Y así cómo el mundo no es solo esta
apariencia, yo no sólo soy lo que está pasando aquí; hay cosas tanto
dentro como fuera de mí”, explica.
Esa mezcla de realidad y
ficción, de lo que vemos y no vemos, está nuevamente en el segundo
volumen de “Tres nombres para Catalina”. En “La Doña de
Campofrío” se demoró casi dos años y dice que ha sido el más
difícil de estas dos primeras entregas. Más de setecientas páginas en
las que se propuso olvidar los ensayos y estudios escritos por
especialistas para especialistas, para apuntar a un solo gran
objetivo: reencantar la lectura. Y si se cumple esto, asegura que le
da lo mismo ganar o no ganar plata con las novelas.
Tras la
saga de la Quintrala hay un gran tema de fondo. Más que cómo era el
mítico personaje del cual todos tenemos alguna imagen –entre ellas la
dada por Joaquín Edwards Bello, que la describía rechoncha y con cara
de luna llena- está la realidad que ella representa en sí misma como
encuentro racial.
Mezcla de indio, alemán y español, la
Quintrala es el prototipo de lo que somos nosotros mismos como pueblo,
el prototipo del chileno común: mestizos con una cuota importante de
sangre indígena. Como lo dio a conocer un estudio de la Universidad d
Chile en grupos de habitantes de Santiago, la proporción puede llegar
a ser hasta de 30%, aproximadamente.
La diferencia
entre nosotros y los Lisperguer , es que éstos se sentían orgullosos
de sus antepasados indígenas, entre los que figuraba Bartolomé Blumen
(que posteriormente cambió el apellido Blumen por Flores), curaca de
la comarca.
LA LEYENDA QUE NO FUE
Para Gustavo Frías
el desprecio por nuestras raíces indígenas es tal, que ni siquiera
podemos asentar nuestra identidad sobre una leyenda fundacional, como
lo hacen todos los pueblos. “La Araucana”, que debía asumir
este papel, no pasa de ser parte de la literatura, ya que no nos
sentimos identificados con la heroica lucha que se plasma en sus
páginas.
“Hay un odio a los indígenas, los depreciamos, a
pesar que están presentes y vivos en nosotros, hasta en la composición
de nuestra sangre”, dice.
Por ello, agrega, su saga de la
Quintrala le entrega la posibilidad de recuperar -a través de esta
emblemática figura mestiza- una idea del mundo y la cultura, un
trasfondo tan caudaloso y mítico, que tiene tanto que decir, que ya se
plantea en un horizonte de cinco tomos. “El segundo cubre sólo el
período de dos meses de embarazo de la Quintrala , los que vienen ya
es la voz del hijo –Quintralahuen- y el quinto y final será la
historia de un escritor obligado a escribir estos libros y cómo los
personajes comienzan a invadir y atormentar su
existencia”.
Algo muy parecido a lo que el mismo ha
experimentado, como sus desmayos continuos, cuando escribía la Doña
de Campofrío, y cómo volvía con una lucidez extraordinaria –cuando
estaba sólo y sin la ayuda de su madre- para continuar claramente con
la trayectoria de sus personajes.
Gustavo Frías
también participó en la Sección Marcalibros, los libros que marcan.
“Me han marcado todos los libros que he leído, incluyendo los que me
leía en voz alta mi tía Rebeca, como el Robinso Crusoe de
Daniel Defoe., que se demoró un mes en terminar”, señala. Después
vendría Emilio Salgari, Balzac, Flaubert, Joyce y Proust. “Todos los
libros son para mí una maravilla”, dice. También le gusta la poesía,
pero “recitada” por su propios autores, como es el caso de Neruda,
Parra, Juan Ramón Jiménez .
En esta
Sección también se consultó al escritor Roberto Ampuero, autor
del “Los amantes de Estocolmo”, quien mencionó a El
Extranjero, de Albert Camus, como uno de los libros que más lo
influenciaron, por la maestría de su escritura y “La Montaña
Mágica” de Thomas Mann.
PINEDO Y UN TRIPLE
CONCIERTO
En “Vuelan las
Plumas también se entrevistó al escritor Juan Francisco Pinedo,
quien habló de su obra “El doctor, en triple concierto”. En esta obra
el triple concierto para piano, violín y cello, de Beethoven, en el
que cada instrumento desarrollo su propio concierto, sirve de base
para armar la trama de esta novela. Con un gran tema de fondo: la
ausencia de figuras paternas cercanas, tanto para hombres como para
mujeres. “Hombres y mujeres somos más parecidos que distintos y pienso
que el ponernos trajes con roles sociales tan marcado y diferentes nos
ha hecho sufrir mucho”, explica, agregando que ya se ha destruido
demasiado, tanto en el mundo como en el interior de nosotros mismos,
en nombre de la masculinidad. ”Tenemos que reasumir la femeneidad que
nos ha estado faltando, a ambos; retomar lo femenino como algo
fundamental en el mundo y en nosotros”, agrega.
Finalmente, el
Programa “Vuelan las Plumas” regaló ejemplares de este libro de Juan
Francisco Pinedo a los auditores e invitó a seguir participando en el
Premio de Novela “Vuelan las Plumas 2003”, para el cual se puede
votar, durante el programa, en el teléfono 2641712, o en la página web
de la Radio Universidad de Chile: www.radiouchile.cl
El escritor
Gustavo Frías recibió de regalo Vino San Pedro, por gentileza de CCU,
auspiciador del Programa.
EL próximo
invitado: El escritor Pierre Jacomet, el miércoles 19 de noviembre.