Para el historiador y antropólogo José Bengoa
la voluntad de constituir el Estado chileno, en el siglo XIX, privilegió
una sociedad de un solo pueblo, marginando del proceso al conjunto
de las culturas
que había en el territorio, entre ellas, a la mapuche.
Dice que si no partimos por un reconocimiento de nuestro pasado y
de nuestra historia, dejando de lado el racismo larvado y la intolerancia
-de la que no se salvan ni nuestros más insignes literatos-
será muy difícil aceptar la diversidad y solucionar
los problemas que tenemos en el presente.
José Bengoa no se conformó con los discursos sacralizados
que pululan por las páginas de nuestra historia, y descubrió
que estudiando las fuentes con la cabeza despejada se pueden borrar
de unas cuantas plumadas los mitos y derribar los estereotipos. Como
aquellos que aluden con porfía a la "pobreza" cultural
y a la falta de organización del pueblo mapuche. O también
los que señalan que este pueblo habría venido del otro
lado de la Cordillera, de la corriente tupi-guaraní.
La lengua original es- dijo a los conductores Vivian Lavín
y Mario Valdovinos- ya una riqueza. Lo que constituye a un pueblo
es básicamente un territorio, una geografía y una cultura,
aspectos que se expresan en el lenguaje. Nacida en la relación
del hombre con la geografía vernácula, el mapudungún
es una lengua riquísima y aún muy viva. Que alude a
todas las variedades del entorno y la naturaleza en la que se desarrolló.
Por ejemplo, señala, para la palabra lluvia existen muchísimas
expresiones y lo mismo para otros aspectos o situaciones de la vida
diaria.
El Abate Molina, señala, aludió a este aspecto, cuando
dijo que "es una lengua tan rica, que probablemente la sociedad
que la creó era una sociedad extremadamente rica, también".
Pero en el siglo XIX, la voluntad de construir el Estado chileno condujo
a una mirada unitarista muy fuerte y a un menosprecio o mirada marginal
al conjunto de culturas que había en Chile. Este elemento fue
tomado por los historiadores de la época quienes, imbuidos
del evolucionismo, vieron en los indígenas sólo parte
de un pasado remoto. Se reconocía que el pueblo mapuche era
valiente, pero esa valentía provenía de la barbarie.
Esto hacía necesario terminar con ellos, primero con políticas
agresivas, como la llamada "pacificación de la Araucanía"
y luego con políticas más blandas, que incluían
la integración forzosa.
Bengoa está decidido a desmitificar todos estos "asertos".
Luego de analizar fuentes españolas, crónicas, lenguaje,
mitología, dice que no puede más que concluir que ésta
es una mirada equivocada. La hipótesis central de su último
libro es que se había constituido en el sur de Chile una sociedad
muy equilibrada, bastante organizada, muy rica, que no tenía
Estado, porque había establecido, agrega, lo que él
llama la "cultura de la cortesía", un conjunto de
relaciones entre los grupos familiares, matrimoniales, de comercio,
de los lugares, de la forma de hacer justicia.
Dice que a veces se quiere ver lo que se desea ver y eso les ha pasado
a la mayoría de los historiadores.
Para el mito de la "pobreza" material y la falta de grandes
construcciones Bengoa también tiene una contundente refutación.
"Aquí se trataba de una cultura de la madera y no de la
piedra, y lo aprendí mirando otras culturas de este tipo, como
la nórdica, donde no hay grandes pirámides".
Dice que si se lee con cuidado uno puede saber que los mapuches tuvieron
construcciones gigantescas, donde había especies de trapecios,
donde colgaban grandes cuerdas, por las que bajaba y subía
gente. Es cierto que de eso no quedó nada, pero es por las
características de la madera, un material efímero, que
no permanece en el tiempo.
Agrega que hay descripciones de los españoles, quienes describen
casas gigantescas, de muchas puertas, y no "rancherías"
ni rucas escuálidas.
Neruda, Teillier y los mapuches
La relación de la sociedad chilena con los mapuches- dice
Bengoa- ha sido contradictoria, variando entre la culpa y el orgullo.
Pero el tema central, añade, ha sido la voluntad permanente
del Estado por hacer valer la homogeneidad, es decir, de considerar
que somos un solo pueblo, una sola nación y Estado.
En esa afirmación, agrega, no tiene espacio una sociedad como
la indígena, aceptada sólo en los ámbitos del
pasado (son los pueblos originarios) y en términos folclóricos
(es de buen tono conocer de platería mapuche, por ejemplo).
Pero lo que nunca se ha aceptado es la diversidad.
Fue tanta esta no aceptación desde los orígenes del
Estado chileno, que Bengoa ha rastreado sus consecuencias hasta en
la obra de nuestros grandes poetas, postulando la "invisibilidad".
En el caso de Neruda, por ejemplo, señala que aunque el vate
veraneaba en Puerto Saavedra y ni en Los Cuadernos de Temuco
ni en Veinte poemas de amor se hace alusión a los indígenas.
Estos aparecen sólo cuando viaja a México y se contacta
con el mundo intelectual, muy traspasado por el indigenismo. Después,
en el Canto General aparecerá indoamérica, Machu
Pichu, Lautaro. En Confieso que he vivido hasta recuerda los
"apellidos olorosos" de sus compañeros, su fragancia
a bosques. Lo mismo pasa, dice, con el gran Jorge Teillier, proveniente
de Lautaro, que tampoco introduce al indígena, hasta después
de viajar a Perú.
Bengoa dice que esto es sintomático de lo que ha pasado con
las sociedad chilena. Pero, afortunadamente, dice, hay cambios, hay
más sensibilidad frente al tema.
Dice que si no partimos por un reconocimiento de lo que ha sido nuestra
historia, es difícil que podamos solucionar la "cuestión
indígena". Hoy día la diversidad es un tema vigente
en el mundo y ya no es posible seguir funcionando en el carril de
la homogeneidad.
Por eso Bengoa es partidario de sacarse los antifaces que tapan la
mirada. El proceso de desmitificación es sano, enfatiza, "es
sano que no nos llenemos de historias falsas, que la historia que
nos contemos a nosotros mismos tenga algo de verdad y esté
a tono con los tiempos".
Al finalizar el programa José Bengoa recibió de regalo
un vino 35 Sur, por gentileza de CCU. También autografió
uno de sus libros para el auditor ganador del concurso realizado durante
el programa y se entregaron libros de otros autores por gentileza
de las editoriales Catalonia, Lom y Ril Editores.