Esta es la metáfora -confesó
el poeta Jorge Montealegre a los conductores de Vuelan las
Plumas, Vivian Lavín y Mario Valdovinos- que está detrás
del motivo central de su libro "Frazadas del Estadio Nacional",
texto ganador del Premio Altazor en ensayo, y que él escribió
como "la épica de una persona común y corriente".
El programa adhirió a la celebración
del Día Mundial del Libro, regalando un ejemplar a todo
lujo de El Quijote de la Mancha, libro símbolo de esta
festividad mundial. También se regalaron libros de Editorial
Catalonia y libros autografiados de Jorge Montealegre, de las editoriales
Lom y Ril Editores.
Se llamó nuevamente a los auditores
a participar en el Concurso "Cuentos de Copas", el
certamen que premiará, durante todo el año, a las mejores
narraciones que giren en torno a una bebida "espirituosa".
Dice que las frazadas eran ellos mismos; era el lugar íntimo,
el abrigo de los sueños y las esperanzas, del juego, pero también
el velo que les impedía ver a sus torturadoresy
fue finalmente el gran velo que cubrió a todo Chile. "El
Estadio Nacional es un momento de Chile y las frazadas son ese velo",
dice, agregando que en la medida que va pasando el tiempo nos vamos
descubriendo y conociendo.
Piensa que tal vez la distinción de sus pares -quienes le otorgaron
el Premio Altazor en ensayo- se deba a que Frazadas del
Estadio Nacional no es un libro épico, pero tiene el mérito
de ser una épica de la persona común y corriente, una
persona normal, precaria y a veces, hasta ridícula, que narra
su experiencia. Porque es un libro de vivencias y no un libro de denuncias.
Jorge Montealegre fue detenido a los 19 años y trasladado,
junto a miles, a este recinto deportivo. Luego fue llevado al campo
de prisioneros de Chacabuco y su experiencia, muy fresca aún,
la contó en los escritos que precisamente llevan el nombre
de este campo, (Chacabuco, Italia, 100 ejemplares a mimeográfo,
1974 ).
"Hay un libro de este cabro de 19 años, explica, y que
recurre al testimonio pero también está la mirada
y el relato del adulto, que le presta sus años y su experiencia,
a través del tiempo". Y están también las
reflexiones que resultan de este encuentro. "Y es este ejercicio,
tal vez, el que fue reconocido", señala. Un ejercicio
donde los juicios no están y deberá hacerlos, obligatoriamente,
el lector.
Jorge Montealegre nació como poeta y escritor en la prisión.
En Chacabuco ganó sus primeras "preseas" como vate
y fue en muchos sentidos la poesía la que le salvó la
vida en medio de la desolación. Y también esa magnífica
defensa que es el humor. Transitando por el horror, dice -como transitaron
tantos y él mismo- se llega al humor. Y ellos sí que
le sacaban el jugo al humor; allí están los sobrenombres
para la cama de tortura -"la parrilla"-para la caravana
de la muerte -"la caravana del buen humor"-, y para tantos
y tantos sinsabores.
Por eso, luego del exilio y ya de vuelta en Chile, participó
en la fundación de la revista La Castaña (de
humor, gráfica y poesía) y como guionista de humor gráfico
colaboró con revistas ya legendarias como Topaze y Condorito,
además del suplemento Humor, de revista Hoy,
y en diarios como La Tercera, La Época y La Cuarta. Editó
el libro Von Pilsener, primer personaje de la historieta chilena
y realizó exposiciones acerca del humor gráfico en la
Biblioteca Nacional. En el 2003 publicó Prehistorieta de Chile,
del arte rupestre al primer periódico de caricaturas, una coedición
de la Dibam y RIL Editores.
Entre sus volúmenes de poesía están Huiros
(1979) y Bien común (1995), este último distinguido
con el Premio Municipal de Literatura (Santiago) y el Premio del Consejo
Nacional del Libro y la Lectura a Mejor Obra Literaria (en poesía)
de 1996.
Jorge Montealegre bautizó a los de su generación -la
de los '80-, como los NN. Dice que eran los No Nominados, los que
quizás nunca serían conocidos ni escuchados; aquellos
que no tendrían nombre. Y la gran paradoja de esos NN, dice,
es que han sido definitivamente nominados, y están escribiendo
de verdad sus nombres bajo esa gran frazada que comienza a develarse.
Para la poesía, explica, tuvo que pedir nostalgias prestadas.
Porque las nostalgias son siempre el recuerdo de los afectos, de lo
cálido y agradable. "Y eso fue lo que no tuvimos y hubo
que pedirlas para tener así un pasado que añorar".
Allí está el poema Mi padre bailó con Pola
Negri en Puerto Varas, por ejemplo, o las alusiones a Marlene
Dietrich y otras musas del cine de antes y de hoy. Su poesía
sin artificios se acercó en una primera instancia, dice, a
la mirada de los "chistes tipo Parra", aquellos que a él
le "salían tan fácil" y sostuvieron también
su veta humorística, su profesionalización en el argumento
de los cómics y las caricaturas. Había, dice, un temple
natural hacia la ironía y hacia el epigrama, que se asimilaba
a los escritos de uno de sus poetas admirados, Ernesto Cardenal. Este,
junto a Nicanor Parra, Armando Uribe y Floridor Pérez, son
de alguna manera la rama de la poesía a la que él le
gusta pertenecer. Pero fue precisamente este especializarse en la
viñeta y el chispazo lo que le hizo derivar, paradojalmente,
también, a la vastedad y seriedad del poema. Versos que se
extendieron, pero que siguieron siendo tributarios de lo cotidiano,
de la pequeña historia, de la gente y los lugares comunes y
corrientes. Y con una marcada presencia de los niños, siempre,
como una metáfora de utopía, de futuro, de cierta inocencia.
Jorge Montealegre cree en la poesía común y cree en
el humor. Un humor que en nuestra sociedad sigue siendo discriminatorio.
"El humor depende mucho del grado de tolerancia que uno tenga
y nosotros somos bastante intolerantes, lo que se traduce en un humor
bastante discriminatorio, en general".
Por eso él desacraliza desde el humor a las grandes figuras,
las que se humanizan con esta mirada que tiene mucho más de
nuestras propias flaquezas y precariedad. Su libro Prehistorieta
de Chile, desde el arte rupestre al primer periódico de caricaturas,
es un ejemplo de la presencia de esta línea en su trabajo.
"Estos personajes serios también tienen su lado humorístico",
señala, agregando que vamos avanzando hacia una sociedad más
tolerante, que "respete la diversidad y que no discrimine al
distinto".
* * * *** * * *
Al finalizar el Programa Vuelan las Plumas se entregó al autor
invitado un vino 35 Sur, por gentileza de CCU, y se regalaron libros.
El gran premio de la jornada fue un ejemplar a todo lujo de El ingenioso
hidalgo don Quijote de la Mancha, de Miguel de Cervantes y Saavedra,
de editorial SM, donado para los auditores -en preparación
del Día Mundial del Libro- por la librería Había
una Vez. También se regalaron libros de Jorge Montealegre,
autografiados, de Editorial Lom y Ril Editores. Además se entregaron
ejemplares de Editorial Catalonia, de su stand en la Feria del Libro
de Plaza de Armas, que se desarrolla en estos momentos también
en adhesión a esta fiesta mundial del libro y la lectura.
Se llamó nuevamente a los auditores a participar en el Concurso
Cuentos de Copas, que premiará a la mejor narración
cuyo tema central gire en torno a una bebida "espirituosa".
Los cuentos deben enviarse a Miguel Claro 509, Providencia, o al correo
electrónico vlp@uchile.cl
Nuestro próximo invitado: El dramaturgo Jorge Díaz.
Santiago, 22 de abril de 2004.