Arturo Fontaine en “Vuelan
las Plumas”
“No me siento representante de nadie”
El exitoso
escritor hizo oír su voz en el Programa de la Radio Universidad de
Chile, donde confesó por qué escribe sobre ciertas realidades de la
sociedad chilena, cómo le inquieta la ineludible crueldad que se
manifiesta en los colegios de hombres –y que retrata muy bien en su
novela “Cuando éramos inmortales”- y su pasión por la poesía
epigramática.
29 octubre de 2003
Dice
que no se siente representante de la derecha, ni por dirigir el Centro
de Estudios Público, CEP, que para algunos es “un reducto de la
derecha liberal”, ni por escribir de las realidades que rodean a este
sector. “No me siento representante de nadie, pero sí sigo los
consejos de mi maestro, Manuel Puig, quien me invitó a que escribiera
de aquellas realidades de las cuales me sintiera un testigo
privilegiado”, dice, aunque, como muchos, partió experimentando y
recurriendo a la ficción.
“Me interesa escribir sobre el mundo
que conozco, con crítica, con acidez, pero también con compasión”,
explica. Y para comprobarlo allí están sus novelas “Oír su voz” y
“Cuando éramos inmortales”.
Es uno de los pocos escritores que
combina la escritura con una intensa vida civil. A la cabeza del
Centro de Estudios Públicos, explica sí que no trabaja con la
contingencia, sino con el mundo académico, a cuyos miembros llama a
escribir sobre temas de fondo que preocupan a la sociedad. Por eso no
es su tema, dice, hacer una literatura edificante, ya que ésta es algo
muy diferente, “la expresión del desgarro, del conflicto”.
Pero
sí tiene mucho contacto con los empresarios. Y en ellos ve parte de un
conflicto que afecta a una sociedad marcada por la tradición
autoritaria. Y por esa contraposición entre la inserción de lleno en
el mundo globalizado, moderno y tecnificado y la mantención de
conductas y valores conservadores en el ámbito privado y
familiar.
Y es sobre ese mundo, sobre esas polaridades y
contradicciones sobre las que le gusta profundizar en sus voluminosas
novelas. En “Cuando éramos inmortales”, la niñez en un Chile
pre-liberal, con costumbres más rígidas. Allí está retratada lo que
llama “la crueldad de los hombres con los hombres”.
Agrega que
estamos llenos de literatura que explica y da cuenta de lo femenino,
pero no hay casi nada sobre lo masculino. Y aunque en su novela
“concentra y exagera”, hay una vivencia real de la crueldad que se
manifiesta en la infancia, especialmente en los colegios de hombres.
“Para mí no fue fácil encontrar un lugar, hacerme un espacio
en este mundo que puede llegar a ser muy cruel. Todo lo que uno ve en
los adultos después se forma ahí. En el baño de la escuela ya puede
haber en ciernes una pequeña Villa Grimaldi”, reflexiona. Una realidad
de la que pueden llegar a ser cómplices los propios curas –en el caso
de ciertos colegios- porque “hacen como que no saben y saben todo lo
que ocurre”.
Allí en el colegio están incipientes el logro del
dominio y del poder, la lucha por llegar a ser el jefe de la pandilla,
el odio al distinto, al que rompe la uniformidad que el caudillo
impone, al que no se somete. Sobre el débil se descarga el odio.
Dice
que bajo ciertas circunstancias todos somos capaces de crueldad y de
llegar a experimentar cierto placer en lograr el poder sobre el
otro.
Torrentes y epigramas
Las
novelas de Arturo Fontaine son voluminosas, torrentosas. “Supongo que
tiene que ver con lo mucho que me gusta retratar ambientes plurales,
llenos de personajes, donde pasan muchas cosas”, señala.
Y por
otro lado está su poesía –escasa y frugal en número de obras y de
versos-, que tiende al epigrama, una forma que le atrae fuertemente.
”Escribo poesía sacando palabras y aspiro a la condensación máxima”,
señala.
Le fascina el poder de la poesía, “ese sigilo secreto
en que anda y que no se sabe a quien va a tocar; me fascina esa
pureza, esa libertad que entrega al autor y esa posibilidad que tiene
el verso de cambiar una vida”.
Pero más que lectores de poesía
hay lectores de novelas, y con los suyos dice que tiene una muy buena
relación. “Hay un sector que lee bien y lo veo en quienes se acercan
para hablarme de mis libros; existe un problema más masivo, que tiene
que ver con la forma en que se enseña literatura”.
Dice que
existe pudor en la gente al hablar de los libros, porque piensan que
hay que ser expertos, lo que no ocurre con el cine, por ejemplo,
frente al cual se comenta y se critica con libertad.
“Hay
mucho de elitismo intelectual en los escritores. Hay una literatura
experimental, autorreferente y casi sólo para escritores o profesores
de literatura, y en el otro extremo una literatura masiva, muy banal.
En medio hay un gran vacío, allí donde deberían estar las novelas de
verdad.
Y aunque dice que no necesariamente busca que la
literatura retrate su propia realidad, muchos se sienten retratados en
la literatura. Como le ocurrió a él mismo con un amigo de un amigo,
quien lo increpó cuando vió en uno de sus libros su propia
infidelidad, contada con detalles, aunque era sola y pura ficción y el
escritor ni siquiera lo conocía.
Libros que Marcan
El
escritor también participó en la Sección Marcalibros, los libros que
marcan, donde señaló a “La Guerra y la Paz”, de León Tolstoi y
“En busca del tiempo perdido”, de Marcel Proust, como sus
propios “marcalibros”.
La Guerra y la Paz, dice, le produjo
tal conmoción que temió perder el sentido de la realidad. Por eso tuvo
que dejarlo un tiempo. Con ambos libros, agrega, sintió que “los
escritores habían hecho con la vida lo que no había hecho
nadie”.
En esta Sección también participó el cineasta Marcelo
Ferrari, director de Sub-Terra, quien señaló precisamente a
este libro de Baldomero Lillo como su “marcador”. ”Lo leí cuando era
niño y dejó a fuego en mi mente una imagen muy dolorosa, pero también
muy humana”. Añadió que la gran conexión conseguida entre la película
y el público, le trae una segunda “marca” con este libro de su
infancia.
En el Programa también se destacó, entre los libros
de la Sección Recomendados, “Casas de Neruda”, de Pehuén
Editores, una guía para descubrir el mundo nerudiano a través de las
residencias que tuvo el poeta.
En “Vuelan las Plumas” del
miércoles 29 de octubre, además, se entregaron las impresiones de la
actriz Elena Muñoz, ganadora de una mención honrosa en los Juegos
Literarios Gabriela Mistral 2003, por su cuento Estado
crepuscular. La actriz es autora, también, de la novela ”Antes de
que se me olvide”.
Otra premiada que dio sus impresiones fue
la periodista María Teresa Cárdenas, de la Revista de Libros de El
Mercurio, quien fue distinguida, junto a los escritores Carlos
Aránguiz y Carlos Calderón, por el Programa El Muro, la Guía cultural
de Buenos Aires.
“Vuelan las Plumas” entrevistó en esta
ocasión, además, al presidente de la Cámara Chilena del Libro, Eduardo
Castillo, por la significación de la XXIII versión de la Feria del
Libro de Santiago, que se está desarrollando en la Estación Mapocho.
Los conductores destacaron la participación de la Unión
Europea, como invitado especial en esta Feria, pero echaron de menos
mayores facilidades para incentivar la asistencia del público y los
colegios.
Finalmente se regalaron libros de la Editorial Randhom House
Mondadori y se invitó a los auditores a seguir votando por su novela
favorita para el Premio de Novela “Vuelan las Plumas 2003”. Para ello
se puede llamar al el programa, cada miércoles entre 19 y 20 horas, al
teléfono 2641712 o ingresar a la página web de la Radio Universidad de
Chile, http://www.radio.uchile.cl/
Próximo
invitado, miércoles 12 de noviembre: El escritor Gustavo Frías.