Si hubiera que definir con
una palabra la novela Frente a un hombre armado (Editorial
Sudamericana, Santiago, 2003, 207 páginas. Precio de referencia
$6.900), de Mauricio Wacquez, ella
sería revelación. Claro que se trata de una revelación bastante
tardía, pues la obra se publicó antes en 1981, en Barcelona, pero como
consuelo, eso ocurre muchas veces con los mejores libros, aquellos que
logran perturbar y en definitiva nos enriquecen, porque nos hacen
preguntarnos sobre lo que queremos, nos dicen cómo obtenerlo y se
atreven a bucear en los problemas que nos mantienen despiertos durante
la noche, impidiéndonos dormir. En ese sentido, Wacquez no tiene pares
entre los autores chilenos de su época, tanto por la brillantez de sus
intuiciones literarias y la belleza de su prosa, que a veces
simplemente corta el aliento, como por la lucidez y la sutileza de sus
meditaciones estéticas. Al leer Frente a... es preciso buscar en otras
tradiciones, sobre todo la francesa de Proust, Gide o Celine, para
encontrar paralelos dignos y aproximados.
O bien pueden establecerse
legítimas comparaciones con otros clásicos latinoamericanos,
publicados mucho antes, aunque unidos a Frente a... en que su tema
central es la homosexualidad. Ellos son Gran sertón: veredas,
de Joao Guimaraes Rosa y Paradiso, de José Lezama Lima. Pero el
parecido llega hasta ahí, o sea, hasta la calidad suprema de esos
títulos, ante los cuales Wacquez mantiene el rango y también porque
esa palabreja, inventada a fines del siglo XIX para clasificar a
quienes aman a las personas de su mismo sexo, jamás se menciona en
ninguna página del brasileño o el cubano. Las disimilitudes, por
cierto, son enormes. En Gran sertón... los amores del yagunzo
Riobaldo y su compañero de correrías Diadorín se dan en el contexto
épico de las aventuras de bandidos y en la recreación de una lengua
oral, en tanto Paradiso tiene como héroe a José Cemí, un
adolescente embrujado por el denso barroquismo del clima, el paisaje,
la lírica del trópico.
Frente a... es la
biografía, real e imaginada, sin transición entre una u otra vivencia,
de Jean de Warni o Juan Guarní, de su sirviente y enamorado Alexandre,
de sus padres Jeanne y Leon y de su preceptor M. Albert. Estamos, de
modo vago, en 1847, hacia las postrimerías del reinado de Luis Felipe
en Francia, en los bosques de Perier, rememorados por el héroe al
desembarcar en el puerto de La Rochelle, aun cuando también pasamos,
sin solución de continuidad, a las guerras de pacificación contra los
indígenas en el sur de Chile, retrocedemos al siglo XVIII o damos un
salto a los años actuales. Wacquez se mueve, en forma caleidoscópica,
de una situación a la otra, relatándonos cómo un individuo establece
gloriosamente su diferencia, cómo enfrenta la vida, cómo emprende un
viaje interior en el cual el retorno es imposible.
El
desarrollo espiritual que tiene lugar en Frente a... carece de
explicación lógica y no está determinado por la doctrina, sino por lo
que podría llamarse una orientación superior, quizá de orden ético. Se
hace difícil dejar de inferir que este hombre, en su cotidiana lucha
contra la soledad, este hombre que dio la espalda a todas las cosas
más falsas y a los ídolos del materialismo, no sea el propio Wacquez,
aprendiendo, con anticipación, a enfrentar su propia muerte: Frente a
este hombre, armado con nuestra propia muerte, siempre he preferido
dar un salto fuera del espejo. Y esta crónica no es sino el testimonio
del azar que podría hacerme volver desde ese mundo de reflejos
inabordables a los límpidos contornos de los objetos diarios.
Las
narraciones de Wacquez, desde Toda la luz del mediodía, editada
por Zig Zag en Santiago en 1967, cuando aún vivía en Chile y daba
clases en el Pedagógico, hasta la póstuma Trilogía de la
oscuridad, de la que conocemos Epifanía de una sombra,
aparecida el día de su fallecimiento, poseen una dimensión subjetiva y
otra de carácter político, menos explícita, aunque siempre presente en
la crítica y el rechazo al orden burgués, presidido por la familia. En
Frente a... los padres y parientes del protagonista se han
abandonado sin reservas a la pura explotación capitalista, a subyugar
a los demás, en un ejercicio de autoridad extendido hasta el presente.
Como
sea, este relato plantea claramente la concentración de poder como
objetivo básico de ese grupo social: La transacción exitosa causaba un
cambio en el mundo y por eso el que la llevaba a cabo merecía una
porción de ser mayor que la que le correspondía a los demás. La misión
del hombre no era otra que la de acumular ser, poder, que le
permitiera defender una identidad incuestionable. El tener y el ser
eran lo mismo... Lo único que subvierte, conmociona y puede llegar a
destruir este orden es el deseo. Su realización, por sí sola, altera
la dominación y cambia las reglas del juego entre padres e hijos, amos
y sirvientes, propietarios y desposeídos. El deseo, sin embargo, puede
ser directo, limpio o torcido, perverso y Wacquez sabe muy bien
describirlo, en muchas de sus facetas, a lo largo de Frente
a....
Como sucede en todos los textos del autor, cuyos temas siempre
abordan la obsesión y el desgarramiento íntimo producido por ella, en
un estilo hipnótico, la trama de Frente a... funciona en la
intersección de lo público y lo privado. Nadie se libra de su pasado y
ningún país está ajeno al abuso de sus semejantes. En la narración,
los encuentros entre personas son ejemplos de la contribución de
Wacquez al arte de la ficción, ya que una posición, un movimiento, una
configuración de cuerpos hacen emerger la verdad de modo mucho más
desnudo y palpable que decenas de páginas con análisis psicológicos.
En el profundo desasosiego de quien cuenta y elabora la historia,
saltando bruscamente de la tercera a la primera persona y también en
el de quienes le acompañan, no hay salida y Frente a... termina
siendo una de las creaciones más claustrofóbicas de nuestra literatura
(mucho más, por ejemplo, que todos los volúmenes de Donoso).
Frente
a... no es perfecta como obra de técnica prosística y por momentos se
torna confusa, implausible, difícil de proseguir. Pero los esfuerzos
que pueda requerir valen la pena, en tanto la odisea individual y
artística de Mauricio Wacquez se tradujo en este tour de force
narrativo.
Viernes 31 de
octubre 19:00 hrs. Sala Camilo Mori, Homenaje a Mauricio Wacquez y
presentación de su libro "Frente a un hombre armado" por Carla Cordua
y Pablo Simonetti.
(Feria del Libro de Santiago -
2003)