Proyecto Patrimonio - 2005 | index | Literatura Peruana | Autores |

LA BREVE ETERNIDAD DE RAYMUNDO NOVAK
de
Willy Gómez Migliaro


La Breve Eternidad de Un Hombre Solo

Ljudevir Hlavnikov(*)

 


Cierto es que con el paso del tiempo la herrumbrosa y ordinaria heráldica del nombre propio adquiere una determinada figura acumulada. El ejercicio de creer en la palabra implica no sólo la firme voluntad de hacerse digno de aquella primera palabra con la que nos llamaron al mundo, sino también la de dar categoría de verdad eficiente al cuerpo que lo ejecuta en acto y potencia, en poder y bienestar. Todo desencuentro fatal entre la palabra tutelar y el cuerpo propio crea pues la cicatriz de estar, quebrados o ajusticiados, por un determinado modo de ser para ser con el otro que nos llama. Asombro y estupor de no ser los llamados sino los que deben aprender a llamar de nuevo al mundo, luchar contra una voz sin rostro ni patria, y a esa doble llama darle la forma corporal de texto escrito para hacer visible y aparente la otra voz ante la incredulidad del ojo que ve lo oscuro como si fuera transparente. Deshacerse y desear con el otro esa palabra-rito que reúna el mundo en sus diversos ciclos de tiempo y dimensiones de espacio implica desconfiar del poder de esa palabra primera y uncial que crea un llamado a lo no conjunto, a lo no religado a su naturaleza plural y liberada, a lo no integrado en sus experiencias de ruptura y transición hacia aquella comunión y diálogo con lo que está ajeno a nuestro devenir inmediato. La palabra de encuentro surge después del extravío del cuerpo por esas jornadas de convocamiento y llamamiento, aparece como un episodio privilegiado entre el caos y la arbitrariedad verbal, para llamar falso poderío a la forma sin forma. Después del largo peregrinaje por el dorso de la lengua el llamado no es del tú personal y privado, sino del nosotros, allá en los puntos cardinales de un nuevo mundo que ha sido recobrado en la duración de una experiencia.

LA BREVE ETERNIDAD DE RAYMUNDO NOVAK es la ruta de un tiempo al revés que traza la historia de un hombre que ha decidido dejar la ciudad por los campos, ha decidido asimismo callar para que los hombres puedan oír y saber de su mortalidad y su morbo para con la destrucción del mundo. Esta trayectoria no es por la recuperación y el solaz de los campos, aunque estamos ante un sujeto de retorno, es una nueva ruta para llegar al espacio de lo conjunto, al umbral de lo epifánico. Su lenguaje oscila de lo alto a lo feraz en el sentido estricto del término porque habrá de reconocer la agonía sin la piedad humana, y habrá de resentir el asco y la miseria durante la apoteósica muerte de dios entre los hombres. La atmósfera de sus jornadas evocadas, así fragmentarias como ambiguamente numerarias, es la de un otoño crepuscular respecto de todo lo creado, aquello donde la austeridad y su corrosión han impuesto la desnudez del objeto para la exposición cínica y voraz de los sentidos. Agotamiento físico y vejez que no señalan ninguna experiencia de conocimiento válido para justificaciones porque toda praxis y todo sentimiento moral le han sido esquivos, generando depresión y apáticos gestos de representar una humanidad que decae en el ensimismamiento y la autoflagelación. Tacto y vista se reconstruyen hacia lo amplio y la expansión es de un movimiento amorfo y vacío; mientras que olfato, oído y gusto se arraigan en lo vertical y la orientación de una caída sin fin. Si el tiempo parece reemplazable lo es en la medida en que los objetos han dominado sobre la acción humana repitiendo al unísono su deterioro, mientras que el quehacer cotidiano de este hombre persiste en el límite de la acción, él es el quieto testigo de una iniquidad, el que vigila la acción corrosiva del péndulo sobre la nada.

Aquí acude la paráfrasis y su maquinaria desnuda, aquí acude la imaginación para reclamar una forma en medio del caos, la virtud de lo que renace desde los campos, en los escombros de una distancia lúcida que a su vez da luz a lo oscurecido por lo antes hegemónico. Raymundo Novak nos lleva sin remedio a un lugar límite, nos conmina a su distancia y su otredad de habitante o natural, para anunciar con rigor lo que se aproxima. En la horizontalidad y la distancia de los campos, el sujeto de retorno revela su trance de cuerpo sin nombre. Aquí primero lo visible, luego lo palpable, dice. Y el lugar desde donde nos anuncia su voz y su rostro están vueltos hacia la naturaleza de lo que fluye y así fundidos con la corriente de las aguas y los vientos, porque todo diálogo con lo creado no es sino con lo más elemental, con la atmósfera de aquello que no ha sido más que una trayectoria hacia la muerte; es el mundo sin la fija estructura del mundo revelando su elipsis hacia el cosmos, y sólo hemos accedido a él tras aceptar la catástrofe de una huella perdida, apenas trazada para que sea proliferación de la materia dispersa o descompuesta.

Cuando voz y visiones se funden a la transfiguración del sujeto para ser llamado y llamar al mundo no estamos ante la recreación de un mito sino ante la fábula cotidiana, estamos en la experiencia de un sujeto que contempla y recuerda, concentra y engendra su origen en otra lengua. En la palabra-rito, Raymundo Novak hace de su voz un juicio de si mismo, construye su propia condena y su redención, y se resiste a volver al otro lado, donde toda legitima autoridad le es usurpada. El obsesivo recorrido por los escenarios de la memoria en que violentamente han sido profanados los símbolos y sacrificadas las criaturas deviene en la serena fundación de un hombre solo en la otra soledad del mundo.

La razón que sobrevive y vigila Raymundo Novak tiene la cualidad de ser una visión de la atmósfera iluminada por la fidelidad a su breve duración, a su inminente sensación de presente. Al rescatar del pasado las visiones y las voces de todo aquello que fue perdido y desacreditado en su origen verdadero con la amarga declaración de lo ausente, el sujeto de retorno avizora para si la mortalidad de su cuerpo recobrado. La eternidad por la que habla Raymundo Novak no reclama cielos ni dioses, sino la virtud de ser y la nobleza del acto, conjuntos en un solo rito enunciado, un nominalismo funcional que operando en la dinámica del mundo genere una armónica desaparición en el tiempo de lo aural y los espacios infinitos de lo perfecto.

La Punta, Septiembre del 2005 .................

 

 


(*) Ljudevir Hlavnikov (Severomoravsky, 1987) ha regresado al Perú luego de estudiar ingeniería de sonido en la Universidad de Gjod. Ha compuesto "Canciones Concretas" y diseñado "Non Píeceless" y "The Amniotic Loto", ambos para el II Festival de Música Estática de Wellspring en 2003. Integró la intervención urbana "Intramuros Libro Mural" en Lima, bajo el auspicio de Tranvías Editores. Actualmente prepara un libro-objeto titulado "Tangente Trino Transversal" para la editorial Sofisma de Máquina Virgen, en Curitiba, Brasil.

 
 

Proyecto Patrimonio— Año 2005 
A Página Principal
| A Archivo Literatura Peruana | A Archivo de Autores |

www.letras.s5.com: Página chilena al servicio de la cultura
dirigida por Luis Martinez S.
e-mail: osol301@yahoo.es
La Breve Eternidad de Un Hombre Solo.
(La Breve Eternidad de Raymundo Novak, de Willy Gómez Migliaro).
Por Ljudevir Hlavnikov.
Septiembre de 2005.