................................. MARCOS WINOCUR


MARCOS WINOCUR

Nací en Córdoba, Argentina, resido en Puebla, México.
Mi publicación estrella: libro sobre temática latinoamericana (serie general, N.43, Crítica/Mondadori, reeditado en Francia, Hachette -bajo forma de microfichas- y en Argentina, México y Chile).
Cuando hablo de nacionalidad, prefiero identificarme como argenmex, ese mestizo cultural. Llegué a estas tierras escapando a la dictadura militar argentina -dicho sea en sentido literal: saltando por los techos del vecino.
En París, donde me doctoré en Historia, fui alumno de Braudel, Vilar y Romano (EPHE).

ACTUALMENTE
     Soy un novato en el cyberespacio, al punto de haber creído que los virus en la computadora son resultado de no lavarse las manos antes de comenzar a teclear.
Paso sin transición de la euforia al abatimiento, unos días me veo de frac recibiendo el Nobel, otros  corro escapando a quienes me persiguen para quitármelo.
Si me preguntaran cuál es la constante de mi vida, respondería sin temor a equivocarme: equivocarme.
Así se comprende el título de mi novela breve: *El buen perdedor*.
Declaro que sobrevivo gracias al humor, evocado en situaciones límite.
Sufro de la enfermedad de Parkinson. El café, sin azúcar.

ACTIVIDAD
     Actualmente soy investigador en el Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades de la BUAP. (Benemérita Universidad Autónoma de Puebla).

 


¿VA CAMINO DEL AEROPUERTO...?
 

    Aeropuerto: lugar donde la gente se reúne para canjear
el miedo de perder el avión por el miedo a que el
avión se caiga. Sí, deja abajo el miedo uno y toma
arriba el miedo dos. Desde el episodio de las Torres Gemelas,
el miedo dos viene sólo en envase familiar,
debiendo agregarse:  ...que el avión se caiga o "vuele
por los aires" hecho pedazos. Esta situación mostró
una cara escondida de los viajes aéreos: del miedo
crónico al agudo, una súbita transición que lo puede
mandar al hospital.  Vuelos cancelados y drástica
disminución en la venta de boletos,  y crisis
nerviosas al por mayor, dieron testimonio. Sin contar
los aplausos para el piloto y suspiros de alivio al
terminar el feliz aterrizaje, y la estampida de
quienes no portan celular rumbo a los teléfonos
públicos: "mamá, llegué muy bien, nada pasó, corto
porque tengo que ir corriendo al baño." En fin,
cuestión de grados en el termómetro de los miedos. De
todos modos, en fase crítica o normal, un error se
constata: la gente cree que vuela a París, Monterrey,
New York, Guadalajara. ¡Qué va! Cuando llegue a
destino, ya el avión detenido en tierra, la gente
adquiere el miedo tres: que se pierdan las maletas. Y
cuando las tiene en su poder... etcétera. Así que
en realidad, la gente tiene un destino común: de una
provincia a otra del País de los Miedos. Viajar es
renovarse, esto es: dejar atrás los cotidianos
temores, ya gastados de tanto uso, vengan unos
distintos y más intensos... pero no tanto: un
aterrizaje de emergencia a nadie se lo deseo.

¡Vamos...! No me venga ahora con que usted es un
valiente, que su boleto para un vuelo del doce de
septiembre no lo canceló, bromeó con la azafata chula
y bajó del avión murmurando: "vini, vidi, vinci".
A decir verdad, yo le escuché decir otra cosa:
"la procesión va por dentro".

 

 

DE LA SENSUALIDAD COTIDIANA

¿Por qué la gente llega a sus citas a último momento o
tarde? ¿Por qué no sale unos minutos antes? Porque
le gusta hacerse esperar, para muchos es una manera de
darse importancia. Además, la impuntualidad es
rebelarse contra el orden cotidiano, contra "el tiempo
es oro" de las sociedades industriales, contra el
despertador que nos levanta a las seis de la mañana. Y
en tercer lugar,juega el disfrute del acto mismo: la
sensación, ton, ton, del apurón, ton, ton, de la
emoción, ton, ton, de perder el avión, ton, ton,
rayana en la desesperación, ton, ton, es una apuesta,
un golpe de adrenalina, la velocidad y los riesgos,
usted va manejando el carro como la ambulancia de
"Rescate 911" ¡ya se ha identificado con un personaje
de su serie favorita de tele!

       ¿Ocurre un accidente? ¿Pierde el avión, llega
tarde a su cita? ¡La culpa es del tráfico, de esta
ciudad de mierda, de los pendejos que no saben
manejar, del universo entero!

        Y ton ton, digo: Y tan tan.

 

 

EL HOMBRE TIENDE AL PLACER Y SE REFUGIA
EN EL DOLOR

Epicúreos y estoicos, dos escuelas griegas que en
apariencia predicaron principios opuestos, los
primeros el placer, el disfrute de la vida, mientras
que los segundos se inclinaron por el rigor, la vida
austera, e incluso el dolor como disfrute, sí, no en
tanto castigo sino como satisfacción. Y bien, todavía
hoy, dos milenios y medio después, estas palabras de
"estoico" y "epicúreo" tienen significado en el
lenguaje común. Ocurre que ambas escuelas convergen a
un principio más general y que las engloba, a saber:
la sensualidad, la vida de los sentidos. Orientados en
una u otra dirección, se trata de vivir la vida. Es
cierto que el placer es más fácil y a él se recurre en
primera e instintiva instancia. Pero le llega el turno
al dolor cuando las circunstancias no otorgan la
medida de placer a la cual el individuo se cree con
derecho, y dentro de los plazos que se ha dado. El
hombre prefiere el dolor psíquico o ciertos dolores
físicos, antes que renunciar a todo tipo de sensualidad.
Así, tiende al placer y se refugia en el dolor.

Los epicúreos no satisfechos, sea por el motivo
indicado, sea porque a la larga los placeres se
desgastan y acaban por aburrir, tienen la tendencia a
descargar sus frustraciones en el otro. Pero si han
optado por tratarlas en la segunda instancia del
estoicismo, la  tendencia es descargar viejas y nuevas
frustraciones en sí mismos. ¿Por qué? Porque los
estoicos de por sí están en la actitud de lastimarse y
entonces se entreabre la puerta hacia la
autodestrucción. Estamos pisando el umbral de salidas
de tipo patológico sean sádicas o masoquistas, es
decir, el obrar contra los otros o contra sí mismo,
las cuales, tocando fondo, llevan, respectivamente, al
homicidio y al suicidio.

Epicúreos y estoicos eran relativamente elementales en
sus razonamientos de griegos antiguos. Culpa de Freud
o quizá, antes, del divino marqués de Sade, las cosas
se complicaron, se habla, por ejemplo, de
sadomasoquistas que son como los bisexuales: no se
quieren perder nada del festín.

Como dijera una publicidad de una bebida cola "¡Vive
la sensación!" y "después de mí    -sentenció uno de
los Luises, rey de Francia-,  el diluvio". En una
palabra, el valemadrismo, el "sálvese quien pueda", o
aquello de "la caridad comienza por casa", todos como
blindajes de una sensualidad individual e
individualista que no quiere ser molestada.

 

A Marcos le puedes escribir a: marcoswinocur@yahoo.com.mx

imagen : de Vilma González, artista chilena


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