A este lado de la
verdad
A
este lado de la Verdad
donde me quedo a ver si nazco,
el Río,
símbolo de nada,
zanja el fluyente rencor
de las piedras y del
cieno,
trenza el limo su lechosidad
en la que cuaja el verdor
de la
alimaña,
y yo, que digo un límite
para todo lo que
repta, corre o pasa,
sueño un sueño en el que nombro
a ls
cosas por su muerte
y muerdo aquello que se agita
cual el
filamento del limo
en el agua destrenzada,
así de limpia, así
de pulcra,
puesto que aves ahí mismo vuelan
sus distintos
vuelos,
helechos aguardan repetir su clave
y es posible que
peces sobrenaden
a la emboscada del copioso desove.
Cuanto existe en este Lado
capaz de estertor o
movimientos
se yergue, se entierra, se encrespa o reaparece
a
despecho de cualquier fiereza
en tanto el aire, el virginal, el
cauto,
en mi boca despereza su espasmo de guadaña.
A
este lado de la verdad, verdor y landas,
descorro yo la gasa
pálida,
contemplo el estupor de lo que veo
como desde adentro
de una pulsante llaga,
o es que veo que me miran mientras
digo
lo que hago y callo lo que muerdo,
y es por eso esta
apostura vergonzante
y es por eso, además,
que ahora pasa
a grandes voces como el cortejo de un
ajusticiado
toda esta agua indigna de su solemnidad,
que sopla
una brisa de inocencia abyecta,
que rompe el pétalo la luz que
vivifica
y desde el fondo de esa linfa de
putrefacciones
-símbolo de todo cuanto pasa-
muerde el hongo a
traición su hueso algodonoso,
y tanta calma, tanta,
........................... (Ahh, Realidad
Espejeante)
que
las palabras me van pesando
con la fuerza obtusa de un
cerrojo
....................................
herrumbrado.
San Juan de Pirque, Chile,
septiembre/octubre de 1973.
De rerum natura
Ciel, air et monts
découverts.
Tertres vineux et forêts
verdoyantes...
RONSARD
Cosas
de la naturaleza que hablaron para nadie,
nuevamente resulta que
enmudecen, para vergüenza mía,
con una mudez cuánto más
clara.
Ya no podría asegurar que soy el que contempla,
........................................ totalidades de mi
nada,
la
suma interminable o el diezmo sin rencores
a cuya sombra
recrudecen nuestras ruinas.
A la
manera de una cifra impávida
cruza nuestro tiempo por la urdimbre
de esas confabulaciones,
germinaciones, metamorfosis, quietudes,
actos
sin más potencia que el oscuro sí mismo
para el que ajenas a
cualquier Voz indócilmente trabajan.
..... Porque,
..... piedra, agua, más los verdores de pronto
irisados
..... por la flor que anuncia
el ortigal silvestre,
..... no me
dicen que alguien pueda nombrarlos de otro modo.
Ni
siquiera están pidiendo congregarse
a la emboscada de otro Reino
que este mismo paraje
en el que inmóviles o apenas
agitados
dialogan mutuamente y se acercan sin
lenguajes.
Aquí
donde me hallan, reducido por el Arte Falaz de la Palabra
a
imitar el remedo brutal con que replican al acoso de nuestras
imitaciones,
el guijarro del remanso seguirá llamando al
agua
reteniéndola en su signo inaplacable.
Mascarada final
Toda esa alegría mojada por las lágrimas de la araña
vienesa,
y como las hojas sobre las hojas caídas desde
siempre
encima del guijarro del bosque artificial,
máscaras
calzadas sobre máscaras.
Toda esa locura de
voces que sonríen, de risas que repliegan
un
silencio de labios encarnados,
.......................................... para
ti,
que estás contigo mismo como una pesadilla
con su
víctima.
A la espera por las habitaciones, en mitad del
baile interminable
donde el gesto emblemático del antifaz y el
guante
desata las reptaciones de la seda,
el vuelo inflamado
del tul al capricho del vals.
Metalizado el aire por los
bronces,
el agua de la fuente luminosa crispada en su
rencor
privado de poderes.
Tu aliento por la boca como un
cuerpo retráctil,
mientras -promesa o amenaza, qué más
da-
bien pudiera el palacio estallar en trizas
sólo a causa
del brillo de sus luces interiores.
Pero no.
..... Oscuro
paraje, oscuridad, el dorso de la luz,
..... su moneda ciega.
Es así como vienes a mi encuentro, Damisela,
oculta y presente como ellos,
pero bajo otra forma del temblor
del mismo velo,
tu paso esponjado, inconmovible, distinta del
color de tanto Paje,
tanto Rey, tanto Bufón, Gitana,
Arlequín,
Verdugo,
tanto Corsario, Cazador, Obispo
................................................
contra mi desnudez.
Aquí es donde me tienes, cual una mancha o un
fauno de marmolería,
confundido en un rincón con el muérdago del
muro empapelado,
y así de real como lo quiere tu visita,
más
que nunca.
..................... Libre
esta vez de azar o miedo
a causa de tu celo irremediable, a
merced suya.
Ya ves como coinciden mi beso y tus cambiantes
deseos,
porque ya no podría razonar.
Me limito pues a mantener
sobre mis labios
la quemadura o el hielo del mucílago de tu
beso,
..................................... ardida,
escarchada Dama Negra.
Ciudadela
No ofusques el paciente esperar de los
jardines yertos.
No exasperes el gusto frío y ácido del hierro
del Jardín.
No quieras arrastrar tu nueva placidez
por entre
estos manojos de llaves huérfanas.
Ni muerdas la mano, lenta
mano, que te tienden
como un velo,
ojo sin más acechos,
párpado desmantelado.