"Veguero uno figueiro, un cop
dins
moun camin arrapado a la roco nuso...
FREDERIC
MISTRAL
I
La
naturaleza no deja ruinas.
Ella acuna los escombros
y la
higuera retoña tenazmente
en la vertical de un
arco desventrado,
profanadora de la piedra, desdeñosa
del
abismo.
II
Adonde florecían destinos campea ahora
toda la opacidad de los olivos y su traza insolvente.
Las Ruinas enseñan a la sangre
un murmullo indócil.
Interrogamos con los ojos sus rostros
yacentes,
formas de horizonte sin habla ni cifra,
pero el
verano vibrador de las colinas brilla
para acallar toda
elocuencia.
Ascendemos por entre las celebraciones del laurel
silvestre
No, no hemos de girar la cabeza hacia
nuestro
oscuro séquito;
sólo prestamos oído a una voz que
nadie alza:
..................
divinidades rotas en sacrificio a
un Dios
incomprensible,
héroes vulnerados en su ferocidad de mármol
muerto.
III
En
pleno corazón de los vestigios suntuosos,
escucha los latidos del
Espejo de Agua,
la fuente repetida de presagio y reflejos.
Los
niños que ves son estas voces, estas alas,
estos vuelos
sobre
los círculos de agua,
la imagen rota de una imagen rota y
rediviva.
Paciente pulsación de los estanques, su mirada
sin
asomo de asombro
IV
Ni
siquiera a un guijarro, a una brizna,
que la mano no vaya como en
una caricia más allá
del hallazgo de sí misma.
No vienes a
adueñar sino a ofrecer en prenda
la mirada.
Deja a la memoria
cumplir su prelación,
a la abeja solar su ensañamiento en la
ortiga
del escombro.
Ambas ignoran por igual el sabor de las
raíces.
V
Ciudadela sin más asedios,
también la tarde se detuvo ante
el umbral hundido.
La tropa vuelve a sumirse en su sueño
atenaceado.