ALTO VOLTA de Yanko González
Por Clemente Riedemann
Revista SurOpaco, Nº2, pp. 58-59, 2008.
Se han juntado un Yanko González pletórico de ritmo, énfasis, lujuria expresiva e inteligencia sintáctica y el editor Mendoza Rademacher, que edita cada vez mejor. El resultado es una belle cossa, gratificante a “las vistas”, que se asienta al pelo entre las manos y permite un pagineo cómodo y sustentable. El papel de 120 gramos empuja con fuerza el aire hacia el rostro del lector, con lo que se obtiene un beneficio adicional.
La tipografía y su disposición es –en el estilo Cangas- variada, multiforme, a veces yuxtapuesta o casi, nunca al desgaire. Es parte de su estética de la representación del discurso, pero también un juego visual que agrega aún más vértigo a esta poesía de alto voltaje intelectual y veloces imágenes que se desplazan e interrelacionan al modo de los elementos en las estructuras disipativas. Un travelling feroz por la memoria de los significados.
Como lo muestra el diseño de la cubierta del volumen, el estilo Cangas se yergue en signos fuertes, de intenso cromatismo, a partir de un soporte minimalista in extenso, pues su objeto de estudio no es la realidad vista desde las angulaciones “liter latosas” en exclusivo, sino que, obteniendo buen provecho de las técnicas de observación de campo etnográficas, logra abrir forados alternativos en la dura cáscara del establishment. Con frecuencia, centra su soplete en la zona doméstica del lenguaje oral y desnuda la incongruencia de los significados que han vuelto la vida diaria en una suerte de “J.Cruz”, pero sin techo. Neo barroco có, pero cult.
Es una poesía que enfoca su atención en el lenguaje y sus infinitos modos de representación discursiva. La realidad atrapada en su estructura simbólica. Poesía desde y para la mente. Es difícil descubrir algún desliz emotivo en esta poesía. Quizás no los halla, en efecto. Lo que no está bien, ni mal. El paradigma racionalista alcanzó legitimidad en gran parte porque pudo demostrar su utilidad como sistema defensivo frente a la angustia y la vulnerabilidad que acarrean las emociones. Por supuesto, una poesía así nunca será popular, aún recurriendo al kitsh, pues éste está aquí para fortalecer el constructo cult y no como agente de democratización del espacio discursivo. González pone “en raro” (con anomalías sintácticas) lo simple y lo concreto y transparenta o reduce ( con léxico coa) lo complejo y lo dinámico. Su lenguajeo se instala así en una zona de intersección nutrida por elementos allegados de muy distintas procedencias, donde el proceso de identificar la marca de origen podría tardar años. Casi tantos como los que tardará el lector en asimilar el nuevo sistema de numeración de páginas que propone el autor. El “texto encontrado” –un tributo a Jorge Torres- de la página BD (Parásitos artificiales) si reconoce origen y constituye también una excepción de forma en el conjunto, aunque no de sentido. Es notable como revelación de la dimensión siniestra en la orgánica institucional universitaria, la que se supone defensora del humanismo. El cuadrante y sus especificaciones delata una mentalidad fascista que pone los pelos de punta. Sobre todo porque es un dato de realidad. Bien por el poeta. Lúcido y valiente. Una zona iluminada en el bello libro.
Además del texto recién citado, nos gustan los de la página Y (Jefa de vegetales) a pesar de las cacofonías de rima pareada o alternada recalcitrantes que se deslizan entre las papas y las zanahorias. Pero es tal la potencia del cotidiano en estos versos (no estoy seguro que lo sean, pero comunican jevi) que me rindo ante la evidencia de estar ante un poeta vidente que ve la vida que realmente estoy viviendo. Entonces le digo “OK, estamos conectados”. Qué más se le puede pedir a un poeta. Eso, pues. Eso que ya no podemos sentir con los políticos de la modernidad. Eso que es “estoy vivo, acompáñame en ésta”. Buena.
Apenas una hoja después (la página AA) se nos viene Paremia “pero ponte en mi lugar pero es que ponte en mi lugar/ encuentras justo que no se ponga en mi lugar y me pida a mi solamente que haga el esfuerzo de ponerme en su lugar...” Magnífico! Delirante llamado a la equidad en la comunicación humana. Denuncia, también, de su fractura fundamental. Comunicarse es, en principio, saber escuchar al otro(a) en igualdad de oportunidades. ¡Qué buen texto! Me gustaría memorizarlo, a pesar que –quizás- habré dicho u oído ene veces esas mismas palabras de un modo semejante al que se han reunido en este inteligente, agudo texto.
Otro texto que me gusta mucho es Gremio (página AN, “Después fui donde Taylor: Edward ese retrato mío que tienes en la cabeza/ dámelo. Estás enfermo –dijo-. Me impacienté le di un palo/le abrí el cráneo y saqué mi retrato…”) por sobre la falta de equidad del personaje que bien pudo abrir su propia cabeza para devolver a los otros (celebérrimos antropólogos) el retrato que él guardaba de ellos en su mente. La anécdota –aún en su simplicidad metafórica- resulta sorprendente y terrible, como en las buenas escenas de las películas de anticipación. También este texto se aparta del canon discursivo prevaleciente en el libro.
Pero déjame terminar
Con una poesía así casi no dan ganas de volver a la normalidad discursiva, que parece fome, lenta, “almidonadita”, comparándola con este envión de refrescante futurismo. Un muy sólido trabajo de Yanko González Cangas. Firme junto al pueblo, este lenguaje, aunque no lo parezca, está muy cerca de nosotros. Quizás por eso cuesta advertirlo, sino hasta abrir bien los ojos.