ZURITA
¿QUE ES EL PARAISO?
No es
un poema,..sin duda no es Dios ni imágenes
proyectadas.
Sientan los ruidos de la calle el Paraiso no es un libro
ni una presentación de sueños de fe o de religión.
¿Qué es el
Paraíso?
Gentes de Hiroshima: ............... ¿Qué es el Paraíso?
Trabajadores
chilenos: .............. ¿Que es el
Paraíso?
Naciones de la tierra: ................ ¿Qué es el Paraíso?
Desde los
lugares de este exilio sudamericano, como uno repetido, te hablo del
trabajo de asumir en los límites de nuestra vida la construcción del
Paraíso.
Yo soy un hambriento, esto es, uno repetido en el
hambre.
Yo sufro, esto es, uno repetido en el sufrimiento.
Yo tal
vez esté condenado, esto es, uno repetido en la condena.
Yo soy un
trabajador del arte y moriré, pero el trabajo del que te hablo no e una
preparación para morir, escuchen el latido de sus propios
corazones.
Yo trabajo en la obra del Paraíso, pero como uno más en el
recorrido de su propia vida, lo que no es trabajar con el cuerpo o con
el cerebro únicamente. Trabajar con la vida que uno es significa la
proposición de un recorrido de experiencia para el arte, porque nada del
arte o de esa forma de arte que es la religión ha estado por la
elaboración concreta de vida, sino siempre han sido operaciones
proyectadas sobre la muerte.
Y trabajar con la vida que uno es
tampoco significa su clausura en imagenes y conceptos como en Platón,
escucha; es trabajar con la corrección sistemática de la propia
experiencia asumida como un borrador de la experiencia que será, de la
vida que alguna vez será. Es un proyecto de construcción de un nuevo
contenido y de una nueva forma social de experiencia.
Así, cuando en
estos páramos sudamericanos alguien es privado del sustento o es
inducido a la muerte por terror o inanición estamos haciendo vida, te
digo, dolorosamente, pero estamos preparando un modo distinto de trabajo
o que es hacer de la corrección de la práctica en la vida una práctica
de arte para la vida.
Entonces el trabajo en la obra del Paraíso no
es sólo un trabajo sino mira, no es sólo un trabajo de arte sino de
corrección del dolor de la propia experiencia. Yo persisto en ello, pero
no como un escritor o un artista, te digo, no como eso solamente, sino
más bien como un obrero de la experiencia; como un obrero que
penosamente trata de ir corrigiendo los borradore de su propio camino en
la experiencia. Como uno cualquiera que en su práctica individual
quisiera, de manera perentória, impugnar el individualismo y las
ganancias lícitas de los individualistas.
El individualismo es la
plusvalía que el terror frente a la muerte le saca al terror frente a la
vida per me si va tra la perduta gente. Tan muerte como la escultura de
La Pietá.
El individualismo sólo proyecta ficción, es vida
produciendo ficción. Te hablo de esto que a la inversa es producir,
desde las grandes ficciones colectivas: desde la utopía, toda esa
superposición oculta de proyectos que es nuestro propio camino en la
experiencia. Vida produciendo ficción es finalmente lo que tu conoces
como Historia del Arte o bajo la forma de los Grandes Textos literarios
de arte. Ficción produciendo vida esa es una práctica nueva, no para el
arte en el arte sino para el arte en la vida, te digo, es una actividad
productora de un nuevo sentido de belleza en la vida.
Entendamos
entonces nuestra propia actividad productora como una práctica para el
Paraíso.
Como una práctica que asumida desde el dolor de la propia
experiencia, transforme la experiencia del dolor en la construcción
colectiva de un nuevo significado.
Porque tal como las obras
individuales de arte son, en el arte, modos psicológicos de exterminio
de la actividad productora en la ficción; la soledad, el terror, el
hambre, son -en estos pobres poblados- modos físicos de exterminio de la
actividad productora en la experiencia.
Entonces asumir en los
límites de nuestra vida la construcción del Paraíso, significa asumir
conscientemente el trabajo real del dolor, escúchame: significa asumir
los contenidos concretos del dolor como una forma de corrección de la
experiencia e base a un proyecto socialmente significativo de vida
humana.
Entender que es la vida de todos, es entonces dar por
concluidas las peores formas de la antiguedad para hacer de cada
práctica de arte como un trabajo más, de cada trabajo como una obra de
arte, una aplicación activa, propagandística, de nuestras opciones
colectivas. Te digo, es confirmar en nuestros caminos todos los posibls
de estampar una nueva marca sobre estos lugares sudamericanos. Esa marca
es lo que la antiguedad olvidó de la belleza y nosotros, estos cabezas
negras, afirmamos nuestro derecho a un trabajo en la belleza. Esa es
finalmente la teoría del sueño del Paraíso.
¿Qué es entonces el
Paraíso?
El cielo es el lugar que hemos ido llenando siempre con las
carencias de la vida. Como tantos, despojado, el año 1975 inicié mi
propio trabajo entendido como una práctica para el Paraíso, no para el
cielo vacío. El inicio de su camino se abre con el acto de haber marcado
mi cara porque todavía no era posible marcar el cielo con el hecho
corregido de nuestras vidas, pero en el documento de esa quemada se
relaciona este acto autodoloroso con la noche estrellada. Yo sé (y mis
amigos también) que cuando podamos rediseñar nuestros trabajos y por
ende romper con cualquier obligación al servilismo físico o mental,
todos -muertos y vivos- podremos por fin, con el producto de nuestra
práctica aquí -no con nuestro desvarío, revertir nuestras carencias y
por ende corregir el cielo. Ese es el camino de mi vida, como uno más
repetido, el Infierno, el Purgatorio y el Paradiso del Mein Kampf de
Raúl Zurita, y este título es apenas una pequeña, ínfima metáfora del
inferno. Allí también se menciona el amor, aunque creo que es mejor no
insistir en esa palabra, a lo menos por ahora.
Pero la nueva marca en
el cielo, no en la cara, ese será el Paraíso.
MEIN
KAMPF DE RAUL ZURITA
TRABAJOS DE ENTREGA
en CAL - Nº 3
1979