Proyecto Patrimonio - 2003 | index | Raúl Zurita | Autores |



...Raúl Zurita

En el ojo de la tormenta


Monumentales, como los paisajes de Chile, son las polémicas que ha protagonizado desde sus orígenes como poeta. La mayoría de las veces, sin embargo, el autor de "Purgatorio", "Anteparaíso" y "La vida nueva", entre otros libros, ha respondido con el silencio.

por María Teresa Cárdenas
El Mercurio, Sábado 18 de octubre de 2003

Figura ineludible de nuestra historia literaria reciente, Raúl Zurita (Santiago, 1950) tiene la extraña facultad de provocar cada cierto tiempo y sin proponérselo - al menos conscientemente- una polémica. En las antípodas de lo que ha terminado conociéndose como el estilo "Bolaño", es decir, el que lanza siempre la primera piedra, son sus dichos, sus acciones y sus poemas los que, en ciertos momentos, han agitado el ambiente literario, e incluso más allá. Por una misteriosa razón, además, cada vez que ello ha ocurrido se han actualizado todas las controversias anteriores, las que, a estas alturas, ya van camino a convertirse en mito. Así, al obtener el Premio Nacional de Literatura - que alguien intentó quitarle juntando firmas en el Paseo Ahumada- se habló de plagios y exhibicionismo, acusaciones que venían desde los años setenta.

Imperturbable, Zurita sigue su camino. A menos que, según él, se excedan ciertos límites: "Cualquier ataque que se me quiera hacer a mí y que roce siquiera a personas de mi vida, hijos, mujeres que me han acompañado, ya no es polémica literaria ni nada. Hasta allí no más llegamos; eso ya se arregla a otro nivel".

Apenas dos meses después de presentar INRI (Fondo de Cultura Económica), un libro en el que el tema de los detenidos desaparecidos es expresado mediante los tres momentos de la Pasión de Cristo - calvario, muerte y resurrección- , Zurita ya se encuentra embarcado en una nueva etapa de su proyecto poético, esta vez, la etapa final.

- ¿Lleva un recuento de las polémicas en las que se ha visto envuelto?
"No. Y muy raras veces yo he contestado. Esto es algo que comenzó prácticamente en el momento en que empecé a escribir. Fue sorprendente, pero sobre todo había algo que me parecía absurdo: yo vivía en un país donde estaban matando y haciendo desaparecer gente, lo hacían de verdad, y frente a la magnitud de lo que eran verdaderos ataques, frente a una sociedad tan conflictuada y tan victimizada, en fin, atacar a un tipo porque a uno no le gustaban sus poemas o por esto y por lo otro, era ridículo. Ante ese exterminio real entendí de una vez y para siempre lo mínimas, lo narcisistas, que eran las guerrillas literarias. Lo que me enseñaron ya a los 25 años, en plena dictadura, gente como Lafourcade, Arteche, Teillier y Lihn, todos veintitantos años mayores que yo, es que yo jamás iba a pulverizar a un poeta joven, como ellos permanentemente trataron de hacerlo conmigo".

- ¿Por qué querrían hacerlo?
"Sólo puedo explicármelo porque era una generación que vivió aplastada entre un genio como Neruda, por un lado, y otro par de genios como Cardenal y Parra, por el otro. Eso explica en parte su ofuscamiento. Pero lo cierto es que lo de Lihn fue tal vez lo que más me sorprendió, y me dolió. Para él, mi poesía, que conoció tempranamente en el único taller literario al que asistí, el año 71, era absolutamente extraordinaria. Hasta que lo empezaron a decir otros. Esto parece que resultó letal, no lo soportó, incluso a veces fue cómico. El año 77 ó 78, en casa de Adriana Valdés, habló pestes de La nueva novela de Juan Luis Martínez, en forma muy injusta, porque decía que eso ya lo habían hecho hace cincuenta años los dadaístas. Entonces vino una serie de artículos muy elogiosos sobre mí, de Ignacio Valente, por ejemplo, y Lihn empezó a hablar maravillas de Juan Luis, diciendo que era lo máximo, el maestro, el decano. Martínez se merecía eso y mucho más, pero lo de Lihn era tan obvio, tan dirigido... Después muchos ahijados de él y de Teillier siguieron con eso".

- Una de las polémicas que ha perdurado es precisamente aquella que se refiere al robo intelectual que usted habría hecho del trabajo de Juan Luis Martínez.
"Lo último que vi por ahí es que según no sé qué genio yo le habría robado el 'método silogístico', cuando en realidad eso es una idiotez, una ignorancia, porque ese método viene de Jean Tardieu y de los patafísicos franceses, quienes a su vez lo tomaron de Lewis Carroll y así hasta los sofistas griegos. Juan Luis Martínez fue alguien a quien yo quise y quiero mucho y a quien le debo también mucho; él era mayor que yo, vivimos juntos, fuimos muy unidos, muy amigos, le debo gran parte de mi formación. Fue el primero que me enseñó a Parra, a los 19 años, cuando yo estaba embelesado con la poesía romántica. A Juan Luis lo admiro, continúo leyéndolo y todavía me da pena que no esté. Siempre trataron de meter cuñas entre nosotros, pero nunca funcionaron. En todo caso, hicimos obras casi en las antípodas. Y discúlpenme, pero creo que fue para bien de la poesía chilena".

- ¿A qué se debe, entonces, esta especie de leyenda respecto de su enemistad con él?
"Una enemistad que no está registrada en ninguna parte. Juan Luis Martínez jamás, que yo haya sabido, escribió una coma contra mí. Yo menos; nunca. Muéstrenme algo. Lo que sucede es tan obvio: libros como Purgatorio y Anteparaíso habían llamado la atención, y eso parece que fue insoportable. Hicieron emerger a Juan Luis Martínez, pero siempre en relación a mí. Yo lo lamentaba".

- ¿Es lo que más le ha dolido?
"No; realmente algo que me horrorizó fue otra cosa. Fue el año 1981, cuando se suicida Rodrigo Lira, y es que unos tipos me enrostran que ese sí que era hombre, ése sí que se había matado, en cambio yo era una especie de fraude, supongo que porque seguía vivo. Allí sí había algo atroz. 'Mierda, que se maten ellos', pensé".

- Quedaban atrás entonces sus autoagresiones, ¿qué perseguía con ellas?
"Son fundamentalmente dos cosas: el año 1975, poeta inédito, absolutamente desesperado por un acto de humillación de los tantos que sufrí en esa época, me quemo la cara, fue un acto de desesperación, privado, por supuesto no fue con fotógrafo ni nada de eso. Solamente me acordé de la frase de Cristo que dice si te dan una bofetada en una mejilla, pon la otra mejilla. Entonces fui y me quemé la cara. Después me di cuenta de que ahí había empezado algo, había concebido, por así decirlo, un sueño, una visión, que partía desde lo más precario, desde lo más doloroso, y que debía concluir, si algún día concluía, con el vislumbre de la felicidad. Purgatorio había empezado con eso. Lo otro fue mi intento de ceguera frente a la escritura en el cielo. Yo entiendo que eso también pueda parecer absolutamente demencial, pero pensé que si alguien iba a escribir poemas en el cielo, que se ven desde todas partes, era muy fuerte que no lo pudiera ver el que lo había imaginado. Porque siempre iba a ser más bello como lo imaginé. Ahí viene el asunto de la ceguera, que afortunadamente no resultó. Pero es cierto que un artista siempre debe dar cuenta, aunque sea a costa de su propia destrucción, de la intensidad de la que los seres humanos son capaces".

- ¿Se percibió alguna vez como poeta maldito?
"No; no bajo esa frase cliché. Lo que sí, viví situaciones desesperadas, situaciones atroces, como tantos. Pero yo creo que la obligación de todo ser humano es ser feliz, ésa es su única vocación".

- ¿Qué sintió años más tarde, cuando lo llamaron "poeta oficial"?
"Me he sentido muchas veces un tipo desesperado, que ha tenido que pagar grandes costos por una pasión a la que nadie lo obliga y que lo único que espera al final es que si estaba equivocado haya todavía algún sitio tibio donde se puedan ir todos aquellos que sólo por la pasión terminaron arruinando sus vidas. Llamarme 'poeta oficial' fue algo mal intencionado. Cualquiera que con honestidad lea un pequeño librito que se llama Poemas militantes, se dará cuenta de que si algo no tiene ese libro es un elogio; todo lo contrario, era más bien una advertencia de lo que iba a suceder si no se conseguían los sueños".

- Visto desde ahora, ¿cree que tenía razón al hacer esa advertencia?
"Desgraciadamente, sí; pero no por culpa de éste o del otro, sino porque vivimos en un mundo atroz, donde nada de lo que yo soñé o quise, una sociedad más justa, igualitaria, donde los seres humanos fuésemos las únicas obras de arte que merecíamos ser contempladas, nada de eso es lo que yo he visto. En medio del entusiasmo por una victoria electoral, lo vislumbré, y surgió en esos poemas. Después dijeron que yo le había hecho un panegírico a Lagos, y es exactamente lo contrario".

- La interpretación vino, sobre todo, después de que le dieron el Premio Nacional.
"Te voy a decir una cosa muy sincera sobre el Premio Nacional: desde que comencé a escribir yo sabía que lo iba a tener. Sé que suena duro, pero lo sabía. Por eso nunca me importó, nunca hice nada por tenerlo. Mi madre siempre se preocupaba porque yo no tenía pensión ni previsión. Cuando lo gané, le dije: 'tenemos jubilación'. Ahora, te digo la verdad, fue maravilloso que a los 50 años me volvieran a llamar joven, pero de dármelo me lo deberían haber dado diez años antes, en 1990. Creo que mi poesía recogió el espíritu de los tiempos difíciles que nos tocó vivir y por eso libros como Purgatorio o Canto a su amor desaparecido se siguen reeditando, se traducen, y por eso versos del Canto... están en el "Memorial de los detenidos desaparecidos". Entiendo que todas las polémicas sobre el Premio Nacional son por la precariedad, pero hay algo demasiado impúdico en esos ataques, en esa virulencia, porque dice tanto de quienes atacan y dice tan poco de mí".

- Desde la Antigüedad está presente la tensión entre la lírica y el poder. ¿Cómo ve esta relación en la actualidad?
"Sin el sueño de un artista no hay poder ni mecenas ni nada. No hay nunca que olvidarse que el "Juicio Final" de Miguel Ángel es de Miguel Ángel, no del Papa. La poesía y el poder comparten soledades de signos opuestos que, a veces, por un segundo, pueden rozarse, pero sólo eso. La Eneida es el poema de Virgilio y su tarea fue entregarle a un pueblo que sólo tenía poder, la dimensión de un sueño del que carecía; inventarle ni más ni menos que una historia. En Poemas militantes está expuesto el conflicto irresoluble entre poder y poesía, concretamente en el poema a Ricardo Lagos. Esa fue mi pequeña 'Eneida' personal".

- Pero antes usted había estado incluso dentro del poder, como agregado cultural y asesor de un ministerio.
"Fui agregado cultural en Roma, al igual que otros escritores, en la época de Aylwin. Agradezco que a mí, a diferencia de los otros que hicieron lo mismo, me lo enrostren permanentemente, porque me permite recordar que fue un tiempo bueno donde pude terminar La vida nueva. En el Ministerio de Obras Públicas, bueno, ése fue un trabajo como podría haber sido en la Feria Central o como dependiente de una farmacia... No, mi cercanía no ha sido con el poder sino con los excluidos del poder, eso es tan evidente que creo que basta y sobra. Allí está Purgatorio, allí está el memorial de los detenidos desaparecidos, allí está INRI, para qué seguir..."

- ¿Reconoce algún poeta como modelo?
"Hay muchas obras; yo tengo deudas enormes. En general son con muertos, pero hay una que es muy tangible, muy concreta: yo no habría podido escribir ni una coma sin la antipoesía de Nicanor Parra. Yo parto de ese mismo sujeto roto; aunque creo que si el arte es una compensación a la vida que te tocó vivir, a tu precariedad, a tu fragilidad, esa compensación debe ser desmesurada. Por eso creo en los temas, por eso las cordilleras, el Pacífico...".

- Su desmesura o grandilocuencia lo acerca más bien a Neruda.
"Neruda es un genio, absolutamente fuera de serie, por lo menos lo fue hasta las "Alturas de Machu Picchu", que es el más grande poema que se ha escrito jamás en lengua castellana. Pero me siento, como sensibilidad, en las antípodas. Neruda habló siempre de una certeza, en la historia, en un futuro por conquistar. Y yo, por los tiempos que me tocó vivir, siento que siempre hablé desde la precariedad, desde la incerteza, desde la inseguridad. En estos paisajes he visto las verdaderas imágenes de lo que es estar vivo a pesar de todo y contra todo; mi poesía parte de la voluntad de no morir, de no sucumbir".

- ¿De dónde viene esta idea de materializar los poemas en el paisaje?
"En realidad, parte de una frase de Mallarmé, al menos intelectualmente, que dice que la página del libro es el revés del cielo estrellado, es blanca con letras negras. También vi lo que hacían los poetas 'concretos' brasileños, cosas visuales. Entonces pensé que la poesía sea de verdad concreta. Son cosas tan instantáneas y tan íntimas, que de pronto te pasas tu vida materializando casi un instante de locura. El poema es algo que está inserto radicalmente en el mundo y siento que con estas cosas en el fondo se ha ampliado y se ha enriquecido lo que se entiende por poesía. Ves los poemas en los acantilados, en el cielo, en el desierto, y no son más, al mismo tiempo, que un poema de tres líneas. No lo llamo 'acciones de arte', es un poema en el que el soporte es un paisaje".

- ¿Qué siente ahora cuando le dicen que no ha logrado superar al Zurita de "Purgatorio" y "Anteparaíso"?
"Siento que es parte de lo mismo. Es divertido que me los enrostren si los escribí yo; como si tuviera que tomarles rencor. Pero lo cierto es que yo estoy empeñado en una obra. Desde que se publicó el primer poema de Purgatorio - en realidad había aparecido antes en la revista "Manuscritos", en 1975- , no ha sido para mí simpático tener que asumir mi diferencia. Pero no puedo hacer otra cosa que escribir; siento que ni Purgatorio ni Anteparaíso ni la escritura en el cielo, ni La vida nueva, nada de lo que he hecho todavía puede mostrar nada, no puede decir nada, porque falta el final. Siempre lo entendí como una continuidad y ahora sé que el final son unos poemas que quiero escribir sobre los acantilados de la costa norte, y que se llama "Diálogo con Chile". Siento que allí, en ese poema, está el dolor, pero también está esa cosa ineludible, inextirpable, de que todo ser humano finalmente, para estar vivo, incluso el más débil, tiene que ser más fuerte que sus circunstancias. Si Dios existe, y si tiene la cortesía de darme todavía algunos años más, espero llegar a verlo".

- ¿Quiere decir entonces que con este "Diálogo con Chile" se despide de la poesía?
"Sí, ése es el final. Mi poesía, o lo que me tocó hacer en este mundo, termina así. En alguna parte de mí mismo siento que esas frases son la síntesis de la vida de un ser humano. No puedo hacer nada después de eso. Ojalá morirme en paz, con dulzura, como se dice que murió Edipo".

Proyecto Poético "Diálogo con Chile"

Para el bicentenario de Chile debería estar concluida la monumental obra poética con la que Raúl Zurita pone fin a un sueño concebido en los años setenta.

El proyecto consiste en escribir sobre los acantilados de la costa norte, entre Arica e Iquique, 22 frases, cada una de ellas sobre un panel blanco de aproximadamente 40 x 30 metros, que estará adherido a la roca.

Las frases, expresadas con un "Verás" representan una entrada a Chile, el que de esta manera será en sí mismo un poema y un sueño.

VERÁS UN MAR DE PIEDRAS

VERÁS MARGARITAS EN EL MAR

VERÁS UN DIOS DE HAMBRE

VERÁS EL HAMBRE

VERÁS FIGURAS COMO FLORES

VERÁS UN DESIERTO

VERÁS EL MAR EN EL DESIERTO

VERÁS TU ODIO

VERÁS UN PAÍS DE SED...

 

Acerca de Bolaño

Pasta de enemigo

El escritor Roberto Bolaño (1953-2003) lo "inmortalizó" en un verso, al escribir que Chile "es el país de Zurita y de las cordilleras fritas". El poeta comenta:

"Bolaño era un escritor absolutamente talentoso y muy por sobre el promedio, pero como poeta era bastante hórrido y esos versos son súper tontos. Pero hay algo con Bolaño que me llama la atención, y es la cantidad de tipos a los que les fascinaba no porque lo hubieran leído, sino porque siendo un escritor notablemente dotado, muchas veces se comportaba como esos tipos imbéciles a los que les encanta andar detrás de los demás diciéndoles lo imbéciles que son; que Rivera Letelier esto, que Skármeta esto otro, que la Allende esto otro. Yo creo que fue un best seller, pero a diferencia de la Isabel Allende, fue un best seller para escritores, es que él les fascinaba a todos aquellos tipos bien instalados, que se sentían culpables de no haber sido poetas malditos. Me habría encantado conocerlo, él sí tenía pasta de enemigo. Siento mucho que se haya muerto. Era un tipo con el que me habría gustado tal vez pelear de verdad; con él valía la pena".

 

Proyecto Patrimonio— Año 2003 
A Página Principal
| A Archivo Raúl Zurita | A Archivo de Autores |

www.letras.s5.com: Página chilena al servicio de la cultura
dirigida por Luis Martínez S.
e-mail: oso301@hotmail.com
Raúl Zurita: En el ojo de la tormenta.
Entrevista de María Teresa Cárdenas.
Fuente: Revista de Libros de El Mercurio, sábado 18 de octubre de 2003.