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“China roja” de Pablo de Rokha II
Por Alejandro Lavquén
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Gracias a la gestión del profesor José Miguel Vidal K. (como lo cuento en un artículo publicado en revista Punto Final[1]), que actualmente reside en China, pude tomar conocimiento del libro Xiangei Beijing de songge[2], de Pablo de Rokha, publicado en aquel país en 1965. Investigando, pudimos concluir que se trataba del mismo libro que en la bibliografía rokhiana aparecía con el título de China Roja[3], pero que nunca había sido publicado en español ni se conocían los manuscritos. Fue entonces cuando con el profesor Vidal decidimos traducir el libro al castellano como una manera de rescatar un patrimonio literario inédito en Chile. Tras la publicación del artículo mencionado más arriba entre paréntesis, dando cuenta del hallazgo, Naín Nómez, poeta, estudioso y difusor de la obra de Pablo de Rokha, me contó que sí existía una versión en castellano tipografiada, que él y Lukó de Rokha –hija del poeta- habían donado a la Biblioteca Nacional junto a otros escritos. También me explicó que no quiso que se publicara aquel libro porque “no le pareció lo suficientemente bueno”.
A propósito del artículo, el periodista Pedro Pablo Guerrero de El Mercurio, conversó conmigo porque se interesó en el tema del libro publicado en China para realizar una nota en la Revista de Libro[4]. Guerrero tomó contacto, además, con otras personas, para ampliar la nota, y descubrió que el escritor y bibliófilo César Soto también poseía una versión del libro en castellano –pero no queda claro si se trata del original o de una copia-. En lo concreto, la copia tipografiada contiene 50 poemas. La edición china sólo incluyó 20 de ellos. Cuando tuvimos conocimiento de la versión en castellano, el profesor José Miguel Vidal ya había traducido un poema, al cual hice una adaptación de estilo, para ser publicado en el libro Antología de las obras completas de Pablo de Rokha, de pronta edición. El título del poema es “Alegría pekinesa” y su traducción nos da una idea aproximada de cómo los chinos leen a De Rokha. Al compararlo con la copia tipografiada de la versión original en castellano, (a la que pude acceder gracias a la obtenida por Pedro Pablo Guerrero de Naín Nómez), podemos saber qué fue lo que tomó o recreó el traductor chino del texto original. También podemos saber qué dejó fuera o modificó el traductor, considerando, evidentemente, las distancias entre los dos idiomas y el estilo rokhiano.
Al confrontar la traducción del poema, realizada por José Miguel Vidal, con la versión original en castellano, nos damos cuenta que el traductor chino se tomó ciertas licencias en cuanto al uso de algunas palabras y analogías usadas por De Rokha cuando lo tradujo. En todo caso los conceptos generales expresados por el poeta se mantienen. Los sentimientos que expresa De Rokha quedan claros, no siendo tampoco abismales las diferencias entre la traducción al chino y el original. El estudio comparado de las traducciones en cuestión resulta, de todas maneras, un buen ejercicio para quienes se interesen en los pormenores de los procesos de traducción, sus variantes, aproximaciones y dificultades.
Lo bueno de estos hallazgos, es que podremos acceder a un libro de Pablo de Rokha hasta hoy desconocido por sus lectores y la comunidad literaria. Pero para que ello ocurra es necesario que los “propietarios” de los originales –o copias de éstos- decidan publicarlos íntegramente. Con la venia, obviamente, de la Fundación De Rokha, que cautela los derechos de autor del poeta. Respecto a la decisión del profesor Naín Nómez, de no haber querido publicar el libro por las razones expuestas, habiendo tenido la oportunidad de hacerlo, no la comparto, pues no me parece acertado destinar el libro de un autor de la envergadura de Pablo de Rokha al olvido por una cuestión de “gustos personales”. Considero que fue un error. La obra también tiene un valor histórico, pues como expresa José Miguel Vidal, el texto da cuenta de las percepciones de un poeta latinoamericano sobre China maoísta de los años sesenta, siendo un documento de primera mano acerca de un período histórico importante para el mundo.
Por nuestra parte, con el profesor Vidal continuaremos con la traducción del libro chino mediante la metodología que hemos usado con el primer poema traducido. Una vez terminado este trabajo esperamos publicar el libro en Chile, con todas las explicaciones, comparaciones y detalles del proceso de traducción. En todo caso, las dos vías mencionadas (publicación del original y la traducción de los 20 poemas en chino) para conocer “el libro desconocido de Pablo de Rokha”, me parecen totalmente válidas y no excluyentes. Lo que no me parecería válido es que el libro continúe en el anonimato.
notas
[2] Editorial de Escritores, Pekín, Septiembre de 1965. 85 páginas. El volumen incluye 20 poemas. Traducción al chino de Zhao Jinping. Portada de Zhang Shouyi. Título original: Xiangei Beijing de songge. El título está en pinyin, que es la romanización de los caracteres chinos. En el original de Pablo de Rokha aparece tarjado el título “Canciones a la China inmensa”, siendo reemplazado –de puño y letra del autor- por “China Roja”. El título literal de la versión publicada en China sería: “Himno dedicado a Pekín”. En la contraportada del libro publicado en China aparece en letras pequeñas y en español, a modo de información se entiende, el título Alegría pekinesa y otros poemas.Con el profesor Vidal, en nuestra traducción al castellano, hemos optado por titularlo: Canto dado como ofrenda a Pekín.
[3] En el libro Estilo de masas (1965), el libro aparece citado, por el propio De Rokha de la siguiente manera: “China Roja, poemas para las masas. Edición de Pekín. Traducción al chino de Chao-Chin-Pin”. El nombre del traductor, Chao-Chin-Pin, como escribe De Rokha se refiere al mismo Zhao Jinping que hemos apuntado en la traducción de los créditos del libro en chino. La diferencia en la grafía se debe a que De Rokha utiliza para la romanización del nombre chino el sistema Wade-Gides, vigente en los años en que se escribió el libro, pero ya casi en desuso. Actualmente se utiliza preferentemente para la romanización el pinyin.