IV
Arrojé
al mar el poliedro : y el mar,
soberbio, lo arrastró.
Mas, ¿qué eres tú?
Tus olas de miseria, tus
harapos coléricos,
tus salones desiertos donde muere la luz,
¿qué
son?... Tan irreales que una y otra vez los sacudes
como queriendo
expulsar la inmóvil oquedad.
Tus conos transparentes son hilos dados
vueltas,
en donde un ciego mismo se adelgazaría;
y las llanuras
que derramas con sal y con estrépito
sólo son un espejo de alternados
vacíos:
y el tiempo desmenuzado en gotas jamás se junta:
cada
instante maldito al mar incomunica.
Más solos, más despojados son tus
abismos que las planicies duras
del poliedro embustero que quieres
despreciar.
La
campana instantánea bate en la soledad,
y cuando sobre la arista
efímera de las olas
ruedan tus multitudes de agua ausente,
ya nada
existe sino estremecimiento
vasto, de pavor azulado por la inasible
infinitud.
¡Vanidad de vanidades, eres el mar!
Suspensión de hilos huecos, rápidamente urdidos.
Sal que cose
y cose
nada,
rebanadas de órbitas, ámbitos sin substancia ni
cuenco:
puro perfil: ¡tú no me engañas!
Tus coronas, tus lenguas,
tus destellos convulsos,
llagas son de infinita, tormentosa
distancia.
Tus frenéticos filos, tus delirantes actos de
inmodestia
¿qué son? ¡Menguadas líneas!
Y lo que nos ahoga no es
el agua, es el vacío
que en ti acecha gota a gota
entre ola y
ola
( la línea nada y nada, conjugando incesante,
verbo incansable
sin persona que lo hable).
¿Por
qué extremas tu convulsión, tu cólera?
¿Acaso no comprendes?
El
beso es firme. Los labios, de vapor.
La mano es una nube. Muere en
cada caricia.
Las lágrimas son blandas. El llanto es
duro.
¡Delgado el aire y sólidos los días!
Hay
noches en que creo oírte llorar,
hay días en que creo oírte
reír.
¡Ilusión! La risa y el llanto vagan sobre ti
como una idea
brumosa sin poder posarse
en el rostro de un demente.
Tus lágrimas
no se juntan con el llanto;
tus dientes no alcanzan la risa:
¡Oh,
mar inacabado!
Contigo quiero cruzar el Aqueronte
( ¡tú, mar,
llevado
sobre otras aguas! )
¡Rostro sin rostro, vamos!
También
el hueco ardiente del sol
espera al sol.
No temas: la culpa es
nuestra.
El mundo es dos labios distantes.
¡Nunca nadie ha
besado!
Imagen
del hombre, imagen desierta,
mar, tú como yo, aún no tienes
nada.
¿En dónde estás, Nada rugiente?
¡Mar: haces
falta!
Soy
como tú: lugar inhabitado
Soy como tú: lesión horrible.
Tú, como
yo, qué loca lejanía.
Tú como yo, con la mitad al otro lado,
y en
tu pauta vacía, la música posible.
Tú
como yo, tal vez, por fin, seremos.
¿Recobraremos el Verdadero
Rostro?
¿Rescataremos la Realidad perdida?
Te lo
prometo, mar.
¡Pero no volveremos!