También en su obra hay una posición moral de José Donoso.
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Sí, pero cambiante e
incierta, imposible de desglosarla de la complejidad del texto. Lo
que pasa es que en ciertos momentos se ve nada más que una capa de
la obra del escritor. Es cierto que en Latinoamérica tradicionalmente
el escritor ha tenido un papel de hombre público, por una razón, porque
en nuestros países sólo las clases altas, que eran las dirigentes,
sabían leer y escribir. Entonces, a la vez de dar leyes y gobernar
al país, escribían sonetos, obras literarias, etcétera, porque era
gente que tenía cultura. Este doble papel del escritor latinoamericano
es una herencia del Romanticismo, donde personas como Alfred de Vigny,
Benjamín Constant o Madame de Staël eran gente que, fuera de ser escritores,
artistas, estaban metidos en el quehacer político. En el momento en
que nace el Romanticismo también se gesta la independencia de nuestros
países y pasa a ellos ese ,concepto romántico del escritor, hombre
de acción, hombre político, servidor público. Don Andrés Bello es
escritor, político, fundador de universidades, legislador, agricultor.
Bartolomé Mitre es traductor de la Divina Comedia, presidente de Argentina,
etcétera. Todas figuras esenciales con un soplo romántico...
Decadencia
y renovación
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Tal vez lo importante para ellos no era quedarse en un solo
ámbito...
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Seguro, pero el mundo
ha evolucionado, nos ha dado otras opciones. Llegó el momento de la
decadencia del final de siglo pasado en que el mundo no se ve tan
ordenado, como esta gente así lo veía, y se gesta una renovación que
es previa a esa decadencia que trae diferentes posibilidades, es descomposición,
es decir, lo que era monolítico se disgrega. El rol absolutamente
claro del escritor empieza a ser cuestionado y se transforma en marginal
y en vez de hacer una sociedad, la critica, se burla de ella, quiere
destruirla, como hacen Arthur Rimbaud y Charles Baudelaire. Nosotros
somos hijos de ese cuestionamiento e inmediatamente se produce el
Modernismo y con éste viene una separación del arte como cosa útil
y del arte como vanguardia, es decir, viene el arte para la masa y
el arte revolucionario para la élite, ambos a su manera, empeñados
en cambiar el mundo como el modernismo, surrealismo, dadá, etc.
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¿Considera que su arte sea de élite?
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Ciertas partes de mi
literatura sí son de élite.
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¿Le interesa que se acabe esto?
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No me preocupa. Creo
que el mensaje, si lo hay, tiene que llegar como tiene que llegar
y donde... Como dice Dostoievski, “el arte es un fin en si mismo.
Un autor debe preocuparse sólo de la calidad
artística y la idea saldrá por si misma. Esto es una cualidad inherente
a todo quehacer artístico”.
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Mencionó la decadencia y la renovación. ¿Estaríamos viviendo
en este momento, y no sólo en Chile, una etapa similar a esa renovación
que señala?
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Así lo espero. Una etapa
convulsionada previa a la renovación. Pero si me permite, hay otro
nivel en todo este asunto. Fuera del escritor como hombre público,
privado, hay también un ser hambriento de poder. Existe un estado
en el mundo en que la gente, los seres humanos, andan hambrientos
de poder y se da mucho en los escritores, también en mi generación,
en que el poder los tira mucho.
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¿Por qué?
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Creo que hay indudablemente
una visión de que el hombre público es el hombre que llega a las masas
y las mueve, y he aquí el gran miedo: no se pueden mover desde la
literatura, como lo hacia Tolstoi, por ejemplo, sino que hay que moverlas
desde la política misma.
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Sería una incapacidad del escritor.
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Llámelo como quiera,
los escritores somos todos falibles, defectuosos, equivocados, torpes...
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Pero siempre se le tiene al artista en general como un ser
más especial que el resto de los mortales, con una mayor sensibilidad...
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Lo sé, mayor sensibilidad
sí. Pero es muy distinta la sensibilidad para enseñar que aquella
para percibir. Es mucho más nuestra la sensibilidad para hacernos
preguntas que aquella para darnos respuestas.
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¿Cuál es la respuesta de José Donoso para la decadencia y renovación
de la sociedad chilena?
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Yo puedo hacer preguntas.
Me siento en estos momentos fuera de la respuesta clara, clásica.
Se dice que en Chile la oposición es débil porque no hay una cabeza
dirigente. No tenemos un hombre alrededor del cual la oposición se
reúna. ¿No es esa la cantinela de todos los días? Es que el líder
no es autogestionado, se gestiona desde dentro del Congreso. No puede
existir un aclaramiento, una concordancia, si no hay primero un espacio
donde se reúnan las partes que discuten. En este momento en Chile
no hay sitio espiritual donde hacerlo y sólo una vez que se forme
ese espacio, es decir, un Congreso, nacerá el líder, desde allí y
no desde afuera, porque si esto último ocurre, ese líder traerá las
cualidades del caudillo, que es lo nefasto, y después del caudillo,
ya lo dijo Napoleón, viene la catástrofe, el diluvio.
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Voy a insistir en este punto porque existiendo un organismo
o espacio físico y espiritual donde toda la sociedad esté representada,
el escritor tendría algo que decir. Hay ejemplos, como Pablo Neruda,
de la participación del artista en otros ámbitos un tanto ajenos a
su quehacer.
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Toda obra literaria
tiene que tener algún nivel o pensamiento político, desde los sonetos
de Mallarmé y de Petrarca hasta el Gulag. Pero la obra literaria no
es ese pensamiento político, ese pensamiento sólo es parte, se infiere.
Ahora, que el escritor sea maestro, puede ser, pero desde su manera
particular de ver el mundo. El escritor-artista no tiene por qué ser
un gran pensador, es más bien un hombre que utiliza la realidad no
sólo con el pensamiento, sino que también con la imaginación, la sensibilidad,
la emoción, entonces todo aquello que escribe está teñido de ellas
y además de pensamiento. El escritor no da un código, sino su parcial
visión de la vida porque es así, un ser limitado, como, por lo demás,
es todo ser humano. Ciertamente la literatura, la obra de un escritor,
es una deformación de la realidad, el escritor que se pretenda realista
sabemos de sobra que no existe. Todo arte es una opinión.
Un burgués crítico
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Pienso que es un burgués crítico.
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Tendríamos que empezar
por definir qué es ser un burgués. Esta casa es una casa burguesa...
Tiene que pensar que soy un hombre de sesenta años. Si en este momento
puedo darme ciertas comodidades, me las he ganado con mucha dureza,
viejo. Hace cinco años yo no tenía ni un cobre, tenía mucho nombre
en los diarios en las cosas, pero nada más, y aún tengo que vivir
de clases. Es cierto, soy de origen burgués, intelectual y profesional,
no oligarca. Soy una persona que tuvo una buena educación, que aprendió
a leer temprano, conocí la música y la pintura siendo muy niño, en
ese sentido sí soy burgués. Mi padre fue médico, profesor de universidad.
Vengo de una familia atea de tres generaciones. Somos ateos tradicionales
y en ese sentido somos radicales y opositores. Me acuerdo cuando era
chico, y yo y mi abuelo íbamos a misa por alguna razón: él no se paraba
en el Evangelio, me moría de vergüenza.
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¿Sigue la tradición?
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Si.
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¿Por qué?
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Dentro de lo que me
cabe saber, dentro de mi conocimiento, creo que la conciencia individual
no sobrevive a la muerte física, pueden haber otras clases de conciencia,
pero no me interesa mi conciencia individual.