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..... No tengo la pretensión de que usted tal vez ya me conozca ni creo
tampoco que a usted no le interese saber quién es el que le está hablando,
por eso en el presente Recado le estoy contando un poco de mi vida, un
poco acerca de quién soy (en mi diversidad de ser mapuche), y del cómo me
ha tocado vivir -al igual que todo ser humano- una historia particular
dentro de la historia general de mi Pueblo. ..... En mi cultura los
nombres expresan un deseo compartido por los padres: Elikura significa
Piedra transparente (Lvg: transparente: kura: piedra). Chihuailaf: Neblina
extendida sobre un lago (Chiwai: neblina, lafvn/lafken: contracción de
extendido y lago). Nahuelpan: Tigre-puma (Nawel: tigre, pangi:
puma). ..... Como le dije, nací y crecí en una comunidad llamada
Quechurewe, Cinco Lugares de la pureza; una "reducción mapuche" que está
aproximadamente a setenta y cinco kilómetros al sur oriente de Temuco, un
sector en el que las colinas preparan el vuelo de la cordillera de Los
Andes. Allí empecé a ir a la escuela y conocí los libros que me mostraron
otras culturas, otras maneras de vivir..., y también a los "araucanos".
Eran libros que me hablaban, que nos hablaban, de cosas que no tenían casi
relación con la vida cotidiana y trascendente que experimetábamos en la
comunidad. ..... Seguramente por eso, pienso
hoy -a fuerza de muchas preguntas-, vi el libro como algo de los "otros".
De allí tal vez mi profundo interés en abordarlos como lector motivado en
saber algo más de esa otredad. Es decir, colijo, siempre lo vi como algo
que solamente podían hacer los otros. Mas, enfrentado a la realidad de
este texto que pretende acometer la tarea de hablar de aspectos del
pensamiento y de la lucha de mi gente, ¿cómo hacerlo?: Escuchando me
dicen-, para que usted escuche, la Palabra de los más
sabios. ..... Por ahora, retomo el breve relato de mi trayecto de
vida. Después de mis inicios en la escuela rural mis padres emigraron a un
pequeño pueblo llamado Cunco. Posteriormente me enviaron interno al Liceo
de Temuco, instalado en el cerro Ñielol (Ojo o Dueño de la caverna, tal
vez el Renv agorero de la ciudad) y una gran avenida de castaños que
parecía sostener permanentemente el otoño en el que comencé a escribir.
Porque además -pensaba entonces- no podía hablar con otras personas de las
experiencias que a mí, en la lejanía, me sonaban todavía más fuertes: las
voces de mi infancia. ..... Voces entre las que estaba el
estero que en medio del bosque empezó a revelarme el proceso y el misterio
de la vida y de la muerte: la llegada del agua, el espíritu, bajo la luna
cenicienta (el otoño: mi exterior interior; mi interior exterior). El
pequeño riachuelo que comienza a crecer y a comunicárnos su música, su
aroma su brillo: su lenguaje. Y luego la tristeza de tiempos como estos
cuando parece que se acaba la vida y, como en verano el cuerpo queda
vacío, seco, bajo la luna de los frutos abundantes. ..... Seguida por la nostalgia de saborear los frutos de la memoria, en
cuyos callados brotes, en cuyas sencillas flores no supimos quizás reparar
a su debido tiempo. Todo eso yo necesitaba expresarlo. Por eso comencé a
escribir. .....
A orillas del fogón escuché cantar a mi tía
Jacinta y escuché los relatos y adivinanzas de mi gente. Es decir, una
poesía que no existiría si no estuviera alimentada por la memoria de una
familia que pertenece a una cultura que para mí fue y sigue siendo muy
hermosa, con mucha ternura. Mi expresión escrita no alcanza a recoger la
inmensidad de esa memoria que está pidiendo ser escrita. Quizás alguna vez
pueda hacerlo más fácilmente. ..... Por último, ingresé a la
Universidad de Concepción y obtuve un título. Debo decirle que -como a mi
gente y a tantos de los suyos (chilenos)- no me fue fácil la ciudad en la
que transcurre hoy parte de mis días. Ahora, cuando paso por sus calles o
avenidas, me da pena la tan marcada frontera entre la suntuosidad y la
miseria "iluminada por sus Mall y sus McDonald´s". Pero me agrada el
verdor de sus árboles en primavera o sus hojas cayendo y suavizando el
cemento de sus aceras siempre bajo la luna de los brotes cenicientos.
También los treiles, los tiuques, y de cuando en cuando alguna rakiñ
bandurrias pasan por allí: cantando, graznando, en medio del tráfago de
los automóviles. Es, como sea, la tierra de mis antepasados, me
digo. ..... Por eso, tengo la permanente impresión de que nunca me
he alejado de mi mundo, porque siempre estoy dialogando con él, con su
memoria, aun en la a veces rara sensación de nostalgia. Es aquí donde yo
pertenezco. Pertenezco al Pueblo mapuche: soy una expresión de su
diversidad. Y no hablo de Pueblo en un sentido figurado, discursivo,
porque es el Pueblo al que pertenece toda mi familia: ..... Mi
abuela que me conversaba, que me contó cuentos, solo en mapuzungun. Mi
abuelo que hablaba algo de castellano para decirnos que por no saber antes
les habían usurpado sus tierras. Mis padres que vinieron a estudiar a
Temuco -desde las comunidades de Quechurewe y Liumalla- siendo monolingües
del mapuzugun y que fueron organizadores y dirigentes de agrupaciones
mapuche -como la agrupación estudiantil "Newentuaiñ, Hagamos fuerza"- en
la década del treinta. Mis hermanas y hermanos, profesores básicos y
universitarios. Mi mujer, mapuche también, conocedora e innovadora de la
comida tradicional nuestra. Mi Pueblo profundo: las tres hijas: Laura
Malen, estudiante de Medicina; Claudia Tamuré, estudiante de Medicina
Veterinaria; y Gabriela Millaray, estudiante liceana; y el hijo Gonzalo
Elikura (trayéndonos los abrazos de la Ternura). Las que me permiten, me
obligan, a decir "NOSOTROS".
..... Y usted -seguramente- se preguntará: ¿qué significa una
"reducción"? Significa que mucha de nuestra gente fue asaltada en sus
hogares, castigada, torturada, y trasladada -"relocalizada"- fuera de sus
parajes habituales; o asesinada. Porque reducción, "privatización", dicen
algunos (privatizar -según el diccionario de la lengua castellana- viene
de privar: Despojar de algo; prohibir o estorbar; predominar; negar), es
un concepto utilizado por los Estados chileno y argentino desde mediados
del siglo diecinueve, y materializado a finales del mismo. Contiene el
hecho de que nuestro Pueblo fue reducido, "reubicado", en las tierras
generalmente menos productivas de nuestro País Mapuche. ..... Ahora, a poco más de cien años de la guerra -ofensiva por parte de
los chilenos y defensiva por parte de nuestra gente-, el concepto de
reducción el Estado chileno lo ha encubierto en el de "comunidad
legalmente constituida". Los sentidos son, como ve, diferentes para
nuestro Pueblo y para el Estado. ..... ¿Pero qué guerra?, se
preguntará quizás usted. Pues así como el movimiento obrero, por mencionar
uno de los aspectos de la historia chilena, hay aquí también una historia
ocultada en esta región y que la crónica oficial resume en un eufemismo
denominado "Pacificación de la Araucanía". ..... Dicen,
dijo Neruda, La Araucana está bien, huele bien; los mapuche están mal,
huelen mal. Huelen a raza vencida y los usurpadores están ansiosos de
olvidar, de olvidarse. Esto en relación con el mito y la realidad. La
resistencia por siglos a la conquista española y el hecho de haber sido
reducidos por el Estado chileno en nuestro territorio. Lo que significa
que nuestra gente queda con muy pocas tierras y -por lo mismo- con un cada
vez más grave aceleramiento de la pobreza, hasta lo extremo, porque como
se dice en el campo "Pu choyvn tremkvley, mapu tremkelay. Las familias
crecen pero las tierras no estiran". Lo que generó más tarde situaciones
de conflictos internos y migración. Y, claro, dificultades crecientes para
la realización de nuestras ceremoniales, que son el eje de nuestra cultura
(fundamentalmente el Guillatun). ..... Pero ella, me dicen, está
sostenida por símbolos -vivos y aún vivificantes en la fuente que son
nuestras comunidades-, factibles por lo tanto de ser recreados. Y estoy
refiriéndome nuevamente a la ciudad, desde donde le escribo. La waria
-ciudad-, ahora un camino que hay que considerar para no ser derrotados
definitivamente como cultura. ..... Por eso, con esperanza, me
digo: la cultura tiene que ver esencialmente con el espíritu, y el
espíritu no tiene fronteras: puede volar. La imaginación va hasta donde
nosotros queramos. El fogón, por ejemplo, es el símbolo que arde en medio
de este soliloquio, compilación, o como desee usted llamarlo. Tal vez,
Recado confidencial, como lo he denominado yo. ..... Como
usted ya habrá augurado, este escrito -este respirar en su diversa
intensidad- se verá obligado también a interrumpirse, a explicarse quizá,
a cambiar de tono y de acto -dentro del mismo escenario, la misma
corporeidad, desde luego-. Y es que usted y yo estamos hablando, ¿nos
estamos escuchando?, desde dos culturas, desde las diferentes concepciones
de mundo que nos habitan, diversas y aún muy distantes: la cultura mapuche
y la cultura chilena. ..... Mas, como todo deseo de
encuentro verdadero, llano, de anhelo mutuo de conocer a un otro sin
avasallamientos ni sentidos de nuevas conquistas, me parece que comienza
manifestándose a partir de lo mejor de cada individuo, de lo mejor de cada
civilización, lo que -sin duda- está expresado en la denominada Cultura,
en toda su globalidad: la poesía (la literatura), la historia, la
filosofía (las ciencias), la política, la economía. Siendo claro que todo
proceso creativo se inicia en la gestualidad de las palabras, de su
poesía, que luego se queda en ella o es traducido a otros signos: la
música, un instrumento, una fórmula química, una ecuación o un teorema
matemático, una silla, una mesa, una puerta, una ventana, una casa, una
obra arquitectónica... ..... Me dicen: La poesía -que es el
lenguaje primordial-, y todo lo "contaminado" con ella, es la mejor
expresión del permanente diálogo entre el espíritu y el corazón. Es el
Poder de esa Palabra la que aún nuestras culturas siguen considerando como
lo más valioso en cualquier tipo de manifestación humana y, por lo tanto,
natural.
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