Visión de
Hiroshima
Ojo con el ojo numeroso de la bomba,
que se desata bajo el hongo vivo.
Con el fulgor del Hombre no
vidente, ojo y ojo.
Los ancianos huían decapitados por el
fuego,
encallaban los ángeles en cuernos sulfúricos,
decapitados
por el fuego,
se varaban las vírgenes de aureola
radiactiva,
decapitadas por el fuego.
Todos los niños emigraban,
decapitados por el cielo.
[...]
El hospital caliente se
va por los desagües,
se va por las letrinas tu corazón
helado,
se van a gatas por debajo de las camas,
se van a gatas
verdes e incendiadas
que maúllan cenizas.
La vibración de las
aguas hace blanquear al cuervo
y ya no puedes olvidar esa piel
adherida a los muros,
porque derrumbamientos beberás, leche con
escombros.
Vimos las cúpulas fosforecer, los ríos
anaranjados
pastar, los puentes preñados
parir en medio del silencio.
El
color estridente desgarraba
el corazón de sus propios
objetos:
el rojo sangre, el rosado leucemia,
el lacre llaga,
enloquecidos por la fisión.
[...]
El aceite nos
arrancaba los dedos de los pies,
las sillas golpeaban las
ventanas
flotando en marejadas de ojos,
los edificios licuados
se veían chorrear
por troncos de árboles sin cabeza,
y entre las
vías lácteas y las cáscaras,
soles o cerdos luminosos
chapotear
en las charcas celestes.
Por los peldaños radiactivos suben los
pasos,
suben los peces quebrados por el aire fúnebre.
¿Y qué
haremos con tanta ceniza?
s[ A PAGINA
ANTERIOR ] [ A PAGINA PRINCIPAL ] [ A ARCHIVO HAHN ]