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Lectura de tres cuentos antiperonistas de Julio Cortázar
Por Jorge Carrasco
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Parte III: Realidad dual en “La banda”
Contrariamente a lo que ocurre en Las puertas del cielo, donde el protagonista se interna en el mundo de los “monstruos”, en este cuento la turba inculta invade el espacio físico y simbólico del protagonista. La banda apareció en el libro Final de juego (1956). La fecha de aparición del libro también permite contextualizar el relato en un momento histórico determinado.
En el inicio el narrador avisa que contará un episodio que le sucedió a un tal Lucio Medina, quizás un amigo, en 1947, cuando después de cumplir su jornada laboral fue a ver una película al Gran Cine Ópera. Se sentó en la fila doce, compró Crítica para no mirar las imágenes desagradables del entorno y esperó la película leyendo. De inmediato advirtió espectadores inusuales: una mujer gorda “que olía a cuero de Rusia de Atkinson, lo que es ya oler” y dos niños pequeños; “señoras preponderantemente obesas se diseminaban en la platea (…) “acompañadas de una prole más o menos numerosa”; “señores con el sombrero sobre los muslos (y agarrado con ambas manos)”, y otros individuos alegres, expresivos, entusiastas.
Lucio, el protagonista del episodio, examinaba con extrañeza y alarma el ambiente. ¿Era verdad lo que estaba sucediendo o un espejismo? ¿Era él el desubicado o la sucesión de hechos que estaban sucediendo? Su racionalidad, al fin, logró reunir “todas las anomalías dispersas e hizo de ellas la verdad: una función para empleados y familias de la compañía ‘Alpargatas’”. Aquí ya podemos asociar el relato con el momento político de 1947: el peronismo, cuyo eslogan de 1945 era “alpargatas sí, libros no”, que equivale a oponer la generalidad de la justicia social a la exclusividad de la alta cultura o a preferir la barbarie a la civilización en la dicotomía de Sarmiento.
Antes de la película se abrió el telón y ante la sorpresa de Lucio apareció una banda, hecho que fue celebrado por toda esa concurrencia anómala, quizás amigos y parientes del enorme grupo de ejecutantes y no ejecutantes, inusualmente numerosos, instalados allí solamente para hacer número. La banda ejecutaba marchas de manera caótica, sin conexión ni armonía, y cuando terminó su ejecución siguió una segunda parte de un desfile grotesco y descoordinado. El espectáculo fue despedido con una “modesta ovación”.
Lucio Medina vio la película, le pareció excelente y se fue a una confitería a tomar un gin fizz. El placer del trago, el recuerdo alegre de haber visto una buena película se fue desdibujando ante el recuerdo del martirio musical vivido. En esa pesadilla comprendió todo. Su realidad ya no era lo que conocía, sino lo que estaba negando: “Sintió como si le hubiera sido ver al fin la realidad. Un momento de realidad que le había parecido falsa porque era la verdadera, la que ahora ya no estaba viendo. Lo que acababa de presenciar era lo cierto, es decir lo falso”. Ahora las cosas estaban en su nuevo sitio, reclamando extenderse a todos los confines de la sociedad, incluida la realidad entera de un individuo de clase media llamado Lucio Medina. Esta revelación final le permitió, en un regodeo milagroso, mantenerse al margen de esa realidad masificadora que intentó invadir su subjetividad hasta obligarlo a renunciar a su trabajo y abandonar el país.
Cortázar se fue a Francia en 1951. Cierta vez explicó las causas: “Yo no me vine a Paris para santificar nada, sino porque me ahogaba dentro de un peronismo que era incapaz de comprender entonces, cuando un altoparlante en la esquina de mi casa me impedía escuchar los cuartetos de Bela Bartok”. La oposición ruido peronista/armonía clásica es la misma que experimentó Lucio Medina cuando escuchó horrorizado el ruido falso de la banda de la compañía “Alpargatas”. El temor cortazariano de formar parte de una masa homogénea, inculta, inapta para la crítica autónoma, lo induce a opinar que La banda como historia existe porque Lucio Medina, “por suerte”, no perdió su individualidad para contársela.
El peronismo cayó en 1955. Su paso por la historia argentina fue un accidente, un error, una visión fugaz de un tiempo que no volverá: “A veces he pensado que esto hubiera sido realmente interesante si Lucio vuelve al cine, indaga, y descubre la inexistencia de tal festival. Pero es cosa verificable que la banda tocó esa tarde en el Ópera. En realidad el cambio de vida y el destierro de Lucio le vienen del hígado o de alguna mujer”.
El peronismo, tras un período de proscripción, llegó al poder en varias oportunidades. En 1973 Héctor Cámpora gana las elecciones. Poco antes Cortázar, en una entrevista concedida a Osvaldo Soriano para La Opinión, declara que el Frente Justicialista es expresión de un pensamiento, de una pasión y de una necesidad nacional, y que es el único movimiento que representa “la conciencia multitudinaria de la nación. Eso que yo califico de movimiento visceral de todo el pueblo argentino hacia una especie de encuentro consigo mismo”.
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Parte 2:
Los monstruos de “Las puertas del cielo”.
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Parte 1:
"Casa tomada"