Del aprendizaje del aire
imaginemos el aire suelto en la atmósfera
el aire inexistente a la luz de los ojos
imaginemos el aire sin sentirlo
sin el sofocante olor de las abejas
el aire sin cortes sin fronteras
el
aire sin el cielo
el aire del olvido
imaginémoslo fotografiado
fantasma
sin textura
moldura inerte
cuadro de sugestiones y apariencias
imaginemos
el aire
paisaje blanco sin el poema
vacuo impregnado de Dios
el aire
que sólo los ciegos ven
el aire el silencio de Bach
imaginemos el amor
así
De la poesía
el canto de los pájaros
a la procura del viento
no
la promesa del amor
en las caras de
la luna
no
el miedo del mundo
sobre el muro
no
el malabarista
en la cuerda floja
no
el ojo del tigre
exacto certero
preciso
el ojo del tigre
sí
Sobre el oficio
escribir
dejarse ir
a un pantano que no
se conoce
fondo ni gusto
di/lu/ir/se
la piel secar al sol
uñas y dientes
a/bis/mar/se
espanto y
peligro de caida
entregarse al
terremoto que viene
de sí
mismo
de/sis/tir/se
no resistir
el abandono
de los cabellos
di/sol/VER-SE
Invitación
ellos llegan
ríos caminos carreteras
soles lunas cabalgatas
jornadas diarias
rezos
velas fotos
cartas de amor
nostalgias
jardines repletos
primaveras
frutas perros
ellos llegan
mis muertos
nunca
se apartan
óvulo II
con cada poema
que se hace
se aleja a la muerte
hasta la mañana
de un nuevo
poema
“silencio antes de nacer, silencio
después de la muerte, la vida es puro ruido
entre dos silencios insondables”
Isabel Allende
Sobre el nombre de las cosas
Para
Luiz Ruffato
I
por que todos los misterios son
santos
no nombraremos el nombre de las
cosas.
aún que los desiertos
florezcan
y el caos de las lluvias nos transborden,
de ellos, la sangre
no diremos.
IV
cuando caminábamos
en la arena,
nombres
no habían.
habían el mar sin nombre,
el cielo, las frutas,
las huellas
de los pájaros
y el sueño sin nombre había.
todo era simple.
simples
hombres
sin nombrar.
VI
¿quién nos lleva en los hombros?
¿quién nos bebe la lengua?
¿a quién decir, quiero?
¿a quién decir, preciso?
¿a quién decir, inocentes?
VIII
vivimos dentro de nosotros.
extranjeros.
recorremos carreteras,
calles, ciudades. desnudos y
extranjeros.
cada sonrisa, cada
abrazo, extranjeros.
nuestros mares
y navíos,
extranjeros.
XI
es que
los nombres no dichos
se esquivan
y el Verbo
que era barro
se hace
aire.
fiat lux
para Cristina da Costa Pereira
el tiempo
viene de los pies y de las manos y del agua y de los vientos
y de la tierra
y del fruto del vientre de las madres
viene de los árboles
de la paz que brilla en su cáscara
nace de la pureza de la sangre de las arenas
de la existencia de la hoja en blanco
de los ancestrales recuerdos del carácter
mágico
de las palabras
el tiempo
nace de la escritura de los pájaros
o de su canto
o de la risa del primer gallo en la primera mañana
o antes
cuando la idea de un Dios quemaba los ojos
y los niños jugaban
en
el soplo de la espuma del verso de los poetas
viene de la seda de las abejas
de la piel de las tortugas
del encuentro de la araña y su red
del
ínfimo grano de arena de los desiertos
el tiempo
comienza en ti
en tu
gemido delante del ombligo de la luna
y de las espirales de las
nubes
nace de las ciudades invisibles
del movimiento que existe en el
juego del creador
y de la piedra fundamental
nace del amor de los lagartos
de las uvas molidas para el vino
del fuego de los volcanes
de los cielos
y de los parques
del espíritu que perfuma el aire
nace del misterio
gozoso
que existe entre la espina y la rosa
de los relámpagos que iluminan
los cabellos
de la primera hormiga en su labor diaria
de las alas de
los peces cuando estos vuelan
el tiempo
nace del acaso de las galaxias
y de las estrellas
del humus de las lluvias
nace de la memoria del polvo
de los incendios del deseo
viene ungido por los dolores de los profetas
nace del vuelo de Dios y su sudor
y del dedo del sol entre las sombras
el tiempo
resiste en la sonrisa lenta de la noche
ofreciéndose a
la boca estelar y melancólica
de la aurora mas larga
y armoniza el silencio
coge la miel
y nos hace estremecer
solos y humanos
ejercicio de la mirada
el ojo cortado del perro andaluz
el ojo
de la lamina afilada
el ojo de la sangre y su chorro
el ojo y la visión
de Borges
el ojo ciego que ve
el ojo de los brujos
el ojo oculto
del eclipse
el ojo de la parábola y de la profecía
el ojo que circunda
el ojo claro del miedo
el ojo de Dios en el centro del huracán
el ojo
del padre y de la madre y de los gallos de la aurora
el ojo que habita el
planeta de la infancia
el ojo de la muerte anunciada
el ojo de la
vida postergada
el ojo en la edad madura de los huesos
el ojo de
la ciudad fragmentada
dentro del hombre fragmentado
el ojo ruidoso de
la urbanidad
el ojo del sueño que se recuerda
el ojo de la memoria en
movimiento
el ojo partido de la esperanza y de la utopía
el ojo de los
girasoles
el ojo de Clarice
el ojo triste de la alegría
el ojo
de los 3 misterios
el ojo prismático de los cristales
el ojo como
acto de destrucción
el ojo de las sombras y de las dudas
el ojo absurdo
de las aguas
el ojo atento de las horas paradas
el ojo en la desnudez
escondida
de las señoritas de Picasso
el ojo azul de Matisse
el ojo
de las bañistas de Cézanne
el ojo de la sonrisa santa de la Gioconda
el ojo que ilumina
más allá de la superficie de la máquina
el ojo
del ritmo de los engranajes
el ojo que esta al acecho
más allá de la
lengua y del lenguaje
el ojo que la palabra liberta
el ojo del verbo
ser
el ojo doble del andrógino
el ojo del que soy y no soy
o viceversa
el ojo que parte de mi para el otro
o viceversa
el ojo fatal del nombre
y de la cosa
el ojo de la máscara dentro del ojo
el ojo de la carne
dentro de la piel
el ojo entre las sabanas
el ojo insoportable de los
límites
el ojo sin esposas
el ojo del verso en transe y en tránsito
el ojo en la contramano de la dicción
el ojo dentro de la hipérbole y del
espanto
el ojo paradojal de la contradicción
el ojo de la serpiente
tragando el mar
el ojo en la mano de Gullar
el ojo de las 5 raíces
Cecilia Bandeira Murilo Cabral Drummond
el ojo del sonido de Cage
el
ojo del río bebiendo la sed
el ojo aguado de los peces
el ojo de la flecha
el
ojo de la canción de los gatos
el ojo en el ojo del poema
que anuncia
la mirada nuestra de cada día