INTRODUCCIÓN
En estos momentos de crisis cultural, donde ni los discursos de la
sociología histórica, de las teorías de crítica
social, pueden confrontar con éxito al sistema, su imagen homogénea
que no acepta matices, ha sido instalada en el dominio público
para consolidar su poder. Los
sitios centrífugos son exhibidos como dueños de la seducción,
como poseedores de los deseos de la sociedad. Se critica con ímpetu
la censura, pero de inmediato, con sendos letreros se publicita la
autocensura. Con este contexto de identidades presionadas y manipuladas,
a desear un único estilo de recepción, es difícil
alcanzar a sospechar siquiera, que existan voces al borde, registradoras
y contestatarias de todo este tejido global.
Como ahora es importante contextualizar, las nuevas literaturas emergentes
(1) se escriben desde ahí; y este
estudio se propone entregar claves para comprender los signos que
rodean a estas producciones literarias de fines de siglo.
Partiré confesando que no interesa una aproximación
en lo referido a la historia de las generaciones emergentes, siempre
restringidas y también por su inútil afán de
clasificar los textos por la fecha de nacimiento de los autores, claro
que no se puede obviar los trabajos acerca de la generación
del '87, realizados por Sergio Saldes (2),
sobre todo por los aportes que dan cuenta de rasgos comunes en las
producciones literarias más nuevas o de las últimas
dos décadas (80 y 90) en el país. No se dirá,
por el siempre cuestionado hecho de no sostener las clasificaciones,
éste o éstos son los escritores y poetas emergentes,
éstos son los mejores textos y los otros no comparten las características
de lo que se ha venido diciendo sobre la literatura emergente, mas
bien, los propios creadores, según sus intereses literarios,
se reconocerán, por medio de registros que el paso del tiempo
organiza, desde ahora en adelante, con escenarios culturales en crisis.
Emergente, que no significa necesariamente una producción literaria
iniciática, como bien acota Soledad Bianchi (3)
, pero tampoco podemos olvidar esto del recambio, de la nueva
hornada, de lo joven como característica importante. Claro
está, que se discrepa de otros enunciados que aprisionan la
palabra emergente sólo a la vinculación histórica
del autor y su obra; es justo decir que en algunos casos la relación
de la escritura con el período histórico se establece
sin inconvenientes, entonces los autores pasan a integrar un campo
más bien definido, sobre todo por los testimonios epocales
que se observan en su literatura, pero ¿qué pasa cuándo
esa misma literatura emergente, anexada en un tiempo histórico
siente que la recepción es nula o la crítica jamás
desvía la mirada, por considerar que la escritura no pertenece
al mercado de palabras que solicita el lector? Las frustraciones son
muchas, los escritores de la generación del '87, los poetas
jóvenes, y la literatura emergente que sólo es revisada
como una etapa transitoria, como un proceso, que por tanto, pronto
deberá ver que su obra se encumbra y codea con la creación
de escritores "consagrados". La presión al fracaso
de estas producciones estéticamente nuevas, es notoria.
No se puede atribuir a todo lo que se genera, que nace, que se presenta
por primera vez como asociado de inmediato al campo de la literatura
emergente; es cierto que el término emergente no es nada nuevo,
que son muchos los que han venido hablando de literatura y de promociones
emergentes, y todos desde Waldo Rojas (quien utilizó
el término para referirse a los poetas de la generación
del '60) han puesto el acento sobre lo mismo, el escritor y poeta
emergente deja de ser tal cuando su obra insinúa cierto reconocimiento
social-literario. Entonces el período de la emergencia es un
tránsito, por donde toda obra literaria pasa, un ciclo normal
por el cual se debe atravesar para alcanzar la madurez en las letras.
Sin embargo, en el caso de la literatura emergente de fin de siglo,
no es así, reconocer lo anterior, significa un grave desconocimiento
a la diversidad de contextos en que se ha desarrollado la literatura
en Chile. Por esto mismo el análisis de los sitios de donde
se ha venido produciendo la literatura emergente en los 80 y los 90,
hace trabajar con la trizadura de lo sublime. Y también entender
la estratégica puesta en escena del mercado para no admitir
que los textos emergentes circulen.
A pesar de esa imagen absoluta, al borde y anónimo se construye
un mercado invisible para las estadísticas formales, que funciona
paralelo al otro, y que cuenta con la participación directa
de los escritores, y son éstos, quienes logran que en la informalidad
del "libre negocio" se lea la literatura emergente, que
se agoten ediciones de mil ejemplares, que es bastante decir, considerando
las tiradas que hacen las medianas y grandes editoriales en Chile,
sobre todo cuando se trata de un autor desconocido. Con este contexto,
el énfasis que empecé a signarle desde mi primera aproximación
al fenómeno literario nuevo, permite a este estudio distanciarlo
sobre todo lo realizado hasta ahora, sobre todo porque no se escatima
en exponer que la nueva literatura emergente es también literatura
alternativa, literatura de los márgenes y lo es por características
bien definidas:
a) Las obras literarias que se editan en su gran mayoría,
son financiadas por los propios autores en sellos independientes,
opción que el poeta o escritor elige y no ve como transitoria.
b) Existe propuesta escritura! siempre al margen del discurso literario
comercial.
c) Apuesta por ubicarse en el campo no oficial de la circulación
literaria.
d) Opción por una distribución informal y la creación
de un mercado paralelo de lectores.
e) Temáticas contestatarias; principalmente preocupadas de
dar cuenta de lo que no escribe la literatura de dominio público.
f) Se observa inclusión de la literatura gay, la crónica
soterrada-marginal y la poesía que recicla los fragmentos de
lo soterrado.
Ahora bien no se puede obviar que en cualquier época habrá
literatura joven y literatura emergente, no sólo en nuestro
país, sino que en cualquier latitud del planeta, y este nombramiento
con seguridad recaerá en la literatura escrita por autores
reducidos en edad como asimismo en el manejo de la palabra; no obstante
no es posible suponer que todos los períodos de "recambio
literario" manifiestan similitud en el contexto donde se desarrolla
el ejercicio de creación literaria, es por esto mismo que hoy
en día la literatura emergente de fines de siglo, no es la
misma joven literatura de la década del 50,60 y 70; han aparecido
factores sociales signados por características de la globalización
cultural, que sin duda, lo único que persigue es alimentar
el caos, hacer difuso y engañoso todo lo vinculado con la creación
literaria que se ejecuta fuera de los márgenes de las gramáticas
del mercado. Incluso el énfasis ahora no está dado por
reconocer lo transitorio de la literatura más joven, sino más
bien por desechar, anular toda la escritura que no responda a la elaboración
del sujeto de la globalización, por consiguiente lo que se
escriba al borde del cuerpo literario oficial -el que se expone anexado
al consumo, a lo liviano, a lo superficial, a los textos de aeropuerto-
no podrá nunca entrar al escenario del reconocimiento, tan
normal antes, cuando el escritor dejaba de ser joven y emergente;
¿qué ha pasado entonces? Sencillamente ha cambiado la
forma de hacer y evaluar la buena y mala literatura, lo que en un
tiempo se enseñó en las diversas escuelas de letras
como buena literatura, es lo que hoy menos circula, menos interesa
y cada vez más su distribución se haya "clandestina".
La noción de literatura emergente, al igual que el escenario
cultural del país, han sido notoriamente modificados, la vida
light presiona a los autores más jóvenes (la
nueva hornada de antaño) a tomar partido. Por un lado está
la tentación de ser uno más de los integrantes del equipo,
que escribe más de lo mismo sobre la vida light, símbolo
y significado del concepto de globalización; y por otro, a
independizarse por medio de una escritura crítica, que nada
gusta a las editoriales (salvo escasas excepciones), para seguir ampliando
la innumerable lista de catálogos de sellos independientes,
varios formados y administrados por los propios escritores.
Este es el panorama sui géneris, sin parangón
en la historiografía de la literatura emergente o joven chilena;
el mismo panorama ha permitido construir un cuerpo de producciones
literarias no oficiales, ausente de las presiones del mercado de la
oferta y la demanda. Lugar donde una parte de la literatura joven,
parece prostituirse cómodamente. Tanto es así que resulta
poco acotar, que frente al estado de emergencia en que se en cuentra
la nueva literatura, ha surgido un movimiento paralelo. Por lo tanto
ahora la revisión, de cualquier puesta en escena literaria
de fines de siglo, debe contemplar una mirada al conjunto de obras
que transitan alternativamente al mercado formal, el que es impuesto
y regulado por las banderas de la comercialización.
LA GLOBALIZACIÓN COMO
CONTEXTO CULTURAL DE LAS NUEVAS LITERATURAS EMERGENTES
No es posible hacer ningún examen del estado que hoy en día
experimentan las nuevas literaturas emergentes, si aún no se
contempla en ese examen el contexto donde se producen estos cuerpos
literarios. Este estudio se origina en torno a la problemática
que produce hacer literatura alternativa, en un medio represivo y
castigador de cualquier signo que escape de las redes de la homogeneidad
y su función en la cultura de masas, la ideología y
los mensajes en general. Contra esa rígida estructuración
del sistema social, no son pocos los textos con más dominio
público, que enmascaran lo que quieren decir, a favor de lo
que quieren que se escriba, y como todo se exhibe con iguales matices,
al final es poco lo que importa, toda vez que es difícil entrar
y tan fácil salir. No por casualidad, ocurre que en este último
tiempo, los diversos comentaristas de literatura en los medios de
comunicación escrita, han iniciado el funeral de un estilo
de creación literaria, a la que se le fabricó un show
publicitario, y que alcanzó una importante recepción
en el lector más joven -siempre aburrido de las lecturas de
colegio- que se vio lleno de glamour al inicio, pero que terminó
saturado de todo el lenguaje de los Planeta Boys. Ese hecho
justifica inapelablemente su pronta desaparición. Además
las reclamaciones que no se observaron, en los lectores del período
del glamour por la desaparición de su literatura, también
cooperan, para olvidar rápido a los súper venta de hace
unos años atrás. Claro que ahora el repeat se
vuelve a inaugurar. Pronto habrá otro lenguaje en el mercado,
sin duda que se verán a diversos textos literarios, interceptados
para ser consumidos por las mismas casas editoras, apresuradas en
este instante en desconstruir lo que hace poco tiempo era el éxito
en las letras chilenas. Ahora la preocupación actual del mercado
editorial público, es retornar a la práctica de convencimiento
que el deseo en la literatura es renovable y no debe prevalecer, ni
en lo público y privado de la lectura.
El contexto de fin de siglo, es una puesta en abismo, se parece a
los Quebrantahuesos de Nicanor Parra; sin embargo desentrama
el proceso de saturación, se le ve proclive a lo diverso dentro
de la unidad. Este discurso ambiguo prevalece en todas las esferas
del poder, y se reconoce en la euforia de la multitud anónima,
la que recepciona y practica sin cuestionamiento, las partituras lingüísticas
emitidas por lo oficial. Por conclusión, este disco compacto
ha elaborado un campo de emociones y situaciones, decididamente probadas,
en lo que se refiere a provocar, seducir y manipular a las masas.
Existen variadas objetividades acerca de este período de fin
de siglo, que lo hacen bastante inclasificable, aporta a ello el hecho
de que aún las vacas sagradas del modelo literario,
no permitan la emergencia de nuevas voces a los escenarios literarios
más recientes. Todo apunta a que los signos literarios emergentes,
se diluyan fácilmente para no entrar a los sitios, reocupados
con frecuencia por las mismas apuestas literarias.
La globalización impide todo el carácter de selección,
niega el cultivo del ser otro, de las particularidades propias
y complejas de una sociedad diversa. Los territorios están
marcados arbitrariamente, las líneas hegemónicas son
visibles, señalan el tipo de texto que puede ser recibido por
un lector que hace rato ha sido adiestrado por la publicidad en el
consumo de palabras. Relegando las nuevas señalizaciones de
los textos del margen, que exponen sitios que las marcas de esta otra
grafía, viene desarrollando en oposición al logocentrismo
autoritario y centrífugo. Con una narratividad de búsqueda
por un significante al borde de lo oficial, con ejercicios de producción,
que cuestionan lo establecido y la retórica de lo moderno,
se discute sobre el nuevo mapa de elaboración y recepción
literaria, todo esto, para alimentar el quiebre de las políticas
discursivas, totalizadoras de la globalización de fin de siglo.
Había que realizar poesía, narrativa y crítica
para fracturar las señales del mapa oficial. La literatura
emergente descompone la composición, provoca con su grafía
de los bordes, pero además con sus mercados informales y paralelos,
que interrogan las fronteras de lo estético y lo crítico
como territorios confrontados (4), problematizándose
los quehaceres culturales en sus distintas literaturas, desde lo macrofísico
(oficial) a las macropolíticas (oficialidad) (5).
Esto impulsa a volver a las interrogantes propias de los cuerpos de
producción emergentes, interrogantes como las estrategias contestatarias
y contrahegemómicas, la censura y la seducción. Sensibilidad
que no ha podido anular el sistema global, lo alternativo de la emergencia
literaria, constantemente reinventa al lado de lo oficial, con sus
discursos híbridos.
LITERATURA EMERGENTE DE FIN DE SIGLO: LA
NOCIÓN
DE LITERATURA ALTERNATIVA
He tratado en este estudio, sobre las claves para entender a la nueva
literatura emergente, de acercar su comprensión con todo lo
que no se relaciona con lo oficial. Así es como se sitúa
este cuerpo de literatura emergente de fines de siglo, dentro de una
tendencia paralela y alternativa a la producción cultural que
emana desde lo oficial. Entonces se hace necesario, entregar algunos
elementos que permitan entender por qué esta producción
literaria dialoga con una de las posturas alternativas que existen
en el campo cultural y social de la época.
Siempre las diversas actividades, que han buscado el desarrollo de
una perspectiva diferente a la que proponen las instituciones oficiales,
han tenido que ejecutar su trabajo de una manera paralela, alternativa,
sin duda que con menos difusión, y por consiguiente con un
reducido grupo de seguidores, los que en su mayoría, se sienten
cansados de recibir sólo una visión con respecto a lo
social y lo cultural. Por esto que lo alternativo nace con la intención
de complementar la diversidad, la pluralidad y con eso exponer una
tendencia distinta, un discurso que intenta exponer las otras partes
desechadas y anuladas por lo oficial. Lo alternativo es la actividad
que aparece, por su fuerte discrepancia con otra actividad, planificada
y desarrollada desde la estructura del poder; lo alternativo ha permitido
revisar, diversos períodos de la historia de la cultura con
una amplitud de perspectivas, que sin su presencia hubiera sido imposible.
Se entiende como alternativo a todo cuanto se opone y se resiste a
los modelos y esquemas provenientes de las instituciones del poder;
lo alternativo es capaz de decir, lo que nunca se dirá en los
medios públicos de transmisión de informaciones, de
ahí que la importancia de lo alternativo haya sido una apuesta
diferente con relación a lo que conoce el común de los
receptores.
En las últimas décadas, en nuestro país hemos
sido partícipes de fuertes corrientes alternativas, en lo social,
político y en lo artístico cultural, las que se han
manifestado en oposición al ordenamiento existente del campo
social, incluso en la década de los ochenta, la multitudinaria
expresión de lo alternativo, casi da paso a convertirse en
una muestra de lo oficial (5), sobre
todo porque desde lo oficial la capacidad para generar propuestas
era inexistente, y el público ya se había inclinado
a recepciones que vinieran sólo de lo alternativo. Sin embargo,
en la década de los noventa la situación es cambiada
abruptamente, los medios de comunicación social realizan un
trabajo importante en el sentido de devolverle la credibilidad a las
instituciones oficiales, las que también han cambiado, son
instituciones más democráticas que saben que es urgente
hacer explotar múltiples actividades sociales y culturales
para -con todos los medios a su favor- poblar distintos sitios y posesionarse
de la masa receptora (6). Lo oficial
pasa rápidamente a ser el que controla y monopoliza lo que
se debe recibir, es más, se fabrica una puesta en escena que
establece los límites y las temáticas que pueden circular
en un publico absorbido, porque se ha probado la eficiencia de los
sistemas comunicacionales, los que han instalado una mecánica,
logrando impedir que se produjera una desviación de la mirada
hacia otras propuestas, distintas a las que ejecuta el campo social.
Ahora bien, nunca las actividades creativas han estado de acuerdo
con estilos hegemónicos propuestos desde la autoridad. Además
que la creación esboza libertad, y no puede ser restringida
a lo que el mercado necesita, fundamentalmente porque el mercado ya
ha sido adiestrado con relación a sus necesidades, las que
sin duda no tienen nada que ver con lo que desarrolla el campo alternativo.
Después de esta breve observación acerca de la dicotomía
oficial/alternativo, la literatura emergente, en su apuesta por una
escritura que logre plasmar la diversidad de temáticas que
se desplazan en la sociedad de fin de siglo, se ubica sin duda, al
lado de lo alternativo, porque desde ese territorio se confronta a
la versión oficial que se tiene de la literatura joven en Chile,
oponiéndose enérgicamente a la concepción de
literatura de mercado, de literatura exitosa, concepto dado sólo
porque se ha producido una fuerte relación, con la demanda
que se ha hecho de ella, es decir se asocia, la literatura que se
vende, con la de mejor calidad. En oposición entonces aparece,
continuando en este esquema, la creación literaria que no logra
ni siquiera distribuirse, por tanto es de peor calidad: no necesita
espacios, no debe tener lectores, no debe ser considerada dentro de
los estudios de la literatura nueva en Chile. Esa conclusión
lapidaria, que no se dice públicamente, pero que se practica
con toda normalidad y frecuencia, lo único que ha hecho es
reducir el mapa de escrituras que pudiesen circular entre los lectores.
Esta es una importante razón que ayuda a identificar a las
literaturas emergentes como escrituras alternativas, despreocupadas
de la figuración comercial, y de la caza de lectores de best
seller, toda vez que en los últimos años se ha constituido
informalmente un mercado también alternativo, deseoso de leer
la otra parte que falta de la nueva creación literaria del
país.
ESCRITURA DE LOS BORDES
Hasta el momento se ha realizado una revisión del contexto
en que se produce la escritura emergente, no obstante ningún
estudio literario se puede sustentar, por muy interesante que parezca,
sin incorporar lo central, lo que genera precisamente ese estudio,
es decir, los textos. Son ellos los que permiten delimitar, focalizar
y hacer análisis acerca de su pertenencia o no, a un período
o movimiento literario, porque como siempre se ha expuesto, en definitiva
lo que prevalece, de manera autónoma, y que puede ser analizado
de múltiples perspectivas, es la obra literaria.
La escritura de las nuevas literaturas emergentes corresponde a textos
que inician su aparición en la escena literaria alternativa,
desde mediados de la década del ochenta, desarrollando mayor
notoriedad en la década siguiente, donde es imposible llegar
a establecer la cantidad de títulos que dan a luz escritores
y poetas nacidos en los sesenta y en la primera mitad de los setenta.
El dato relacionado con las épocas de nacimiento de los autores
confirma que se trata de un cuerpo joven de producciones literarias
y que sus integrantes no superan los 40 años de edad.
Como en todo estudio, siempre habrá nombres y textos que no
se incluyen, y esta no será la excepción, mis disculpas
para todos aquellos autores que debiendo ser incluidos sus trabajos,
no podrán estar en este examen de la literatura emergente de
fin de siglo. Reconozco la carencia y la poca habilidad para conseguir
que llegasen a mis manos, otros títulos junto a otros nombres.
Sin embargo, las obras que sí aparecen corresponden a lo más
representativo de esta alternativa literaria, y además los
autores incluidos tienen una labor sostenida por varios años
en la escena literaria nacional, contando en algunos casos, con más
de un libro publicado.
Estos son los autores:
- Sergio Parra
- Víctor Hugo Díaz
- Guillermo Valenzuela
- Julio Espinosa Guerra
- Bernardo Chandía Fica
- Marcelo Rojas
- Sergio Rodríguez Saavedra
- Tomás Brito
- Mirka Arriagada
- Alejandro Zambra
- Sergio Saldes
- Marcelo Novoa
- Gonzalo León
- Juan Pablo Sutherland
- José-Christian Páez
- Hugo Quintana
- Héctor Ponce de la Fuente
- Pavel Kraljevich
- Roberto Molina
- Sergio Madrid
- Isabel Larraín
- Gabriel Castro
- Víctor Riquelme
Este grupo de autores se fracciona en dos, los nacidos en los setenta:
Julio Espinosa Guerra, Marcelo Rojas, Tomás Brito, Alejandro
Zambra, Hugo Quintana, Héctor Ponce de la Fuente y Pavel Kraljevich;
y los nacidos en los sesenta: Sergio Parra, Víctor Riquelme,
Sergio Madrid, Isabel Larraín, Víctor Hugo Díaz,
Roberto Molina, Bernardo Chandía Fica, José-Christian
Páez, Sergio Rodríguez Saavedra, Guillermo Valenzuela,
Gonzalo León, y Mirka Arriagada. Esta división es sólo
para establecer, que en el grupo existen autores de diferentes edades,
pero esto no constituye para nada que estemos frente a grupos generacionales
distintos, por el contrario es un único cuerpo integrado por
autores con edades diferentes, que realizan producción literaria
de acuerdo a las siguientes características: en los textos
-poesía y narrativa- de estos autores, correspondientes a las
literaturas emergentes de fin de siglo, se deja ver la presencia del
erotismo, el mundo del cinema, la música, el comic, la droga
y el alcohol, la marginalidad, la ciudad, la violencia, lo cotidiano,
la identidad y el travestismo social. Se podría acotar, que
cada uno de estos tópicos con frecuencia aparecen mezclados,
se exponen conscientemente, porque son algo así como el registro
epocal, que desea imprimir el poeta y el narrador en su literatura.
Sergio
Parra (nac. 1963) Ha publicado los libros de poemas: La Manoseada
(1987), Poemas de Paco Bazán (1993) y Mandar al Diablo
al Infierno (1998).
Los poemas de Sergio Parra trabajan con la utilización clara
de rasgos lingüísticos de lo cotidiano, la autorreferencia
y los personajes mordidos por un sino marginal se dan cita. El alcohol
y la droga, el
desencuentro ya son parte de registros extraídos al vivir diario.
Además surge lo nómade y la traslación, el hablante
participa de las aventuras, no se queda fuera observando como un simple
voyeur.
AQUÍ VUELVO MÁS MANOSEADA
(del libro La Manoseada)
para barrerte la pieza
espantarte las moscas de la cara
para que luego me insultes
me patees hasta sacarme
sangre de narices
para darte la comida
compartir el litro de vino
para que luego me digas
amorcito lindo
cosita rica
sacándome la lágrima
de este vuelo
y volver a la calle
silbando una canción de Julio Iglesias
Sin duda que el autor toma la voz de un hablante femenino, a su vez
este personaje recrea la experiencia popular-marginal, la violencia
es un signo importante y aparece no de manera espontánea, sino
como un síntoma que es permanente, que se respira, que convive
en y con la multitud. El alcohol y el sitio urbano forman un nexo,
que hace emerger un escenario propio, por donde se trasladan personajes
con mundos paralelos, y que exhiben irónicamente la convivencia
humana, la que no está en los medios de comunicación
de masas, pero corresponde a la que practican los sujetos sin poder,
y que construyen la otra parte de la ciudad en el anonimato.
Estos aspectos que se observan en el poema transcrito de Sergio Parra,
son señales que se reiteran en toda su producción textual.
Es por lo mismo que el autor recopila, en una especie de antología
personal que queda registrada en su último libro: Mandar
al Diablo al Infierno, diversas etapas de su poesía, para
establecer un enunciado y un estilo diferenciador, afán que
también mueve a las otras producciones de poetas emergentes.
Julio
Espinosa Guerra (nac. 1974) Ha publicado los libros de poemas:
Cuando la Rosa aún no Existía (1996) y La
Soledad del Encuentro (1999).
LA ANGUSTIA
( del libro La soledad del Encuentro)
Cada cierto tiempo
enredados en el caos
volvemos a respirar.
son segundos.
La angustia siempre termina por extinguir el aliento.
Entonces el barro se hace más barro
el temporal se hace calor
y hasta el aroma del rosal
quiebra nuestras vértebras
y nos deja postrados
sufriendo la luz de la penumbra
que ingresa a nuestros cuerpos
tocando el nervio más sensible
para que florezca el llanto a través de los ojos:
únicas puertas al delirio de nuestro ser.
El poema de Julio Espinosa Guerra, sitúa al lector en un escenario
de fácil identificación: la angustia. Y como en varios
textos de las literaturas emergentes, en convivencia con el caos.
Éste se manifiesta en una enunciación con deseo de contestar
al mapa trizado que está frente al hablante de cada uno de
los versos. La imagen que se proyecta desde el mismo título
y cruza por el poema, es lapidaria. El poder que ejerce el contexto
de fin de siglo en la escritura, es también notorio. Se testimonia
la escena decadente, simulando un foco fotográfico que logra
capturar la crisis de una sociedad postrada en su travestismo, el
que invade hasta los sitios más sensibles de los sujetos: comenzando
por la angustia.
El hablante en su afán por respirar fuera de la decadencia
social, recurre a la locura; paradójicamente único estado
que le permite cierto sosiego.
Víctor
Hugo Díaz (nac. 1961) Ha publicado los libros de poemas:
La Comarca de Senos Caídos (1987) y Doble Vida
(1989).
Y DEBAJO DEL CIELO AQUELLA GENTE
(del libro Doble Vida)
General Velásquez ardía en la memoria
................... / resaca adentro
Postes incendiarios sostenían la noche
En las riveras Sus habitantes
Uno muerto esta mañana
a muchas cuadras de aquí
-así cuando nos divisamos después de los años-
Algo huele accidente en estas costas
En el viejo Olivos alguien pasa largas horas
leyendo el techo
sin decir palabra
El jolgorio transcurre lento en los abrevaderos
donde la doble-cabina observa su presa
Un auto irrumpe en la pantalla y otro
y otro más
Y esta cumbia parafrénica se deja oír en todas
las
boites.
El hablante que utiliza el autor en el poema, corresponde a una voz
anónima de estrato marginal que rápidamente se violenta
con el contexto, dando paso a un enunciado donde las víctimas
y los victimarios son uno solo, porque el lugar de la tragedia no
está en la realidad, sino que son la proyección de los
sueños del personaje. La ciudad de los márgenes, es
al igual que en todos los poemas de los poetas emergentes, el sitio
donde transcurre la confrontación con las gramáticas
del discurso oficial. La participación activa en el desarrollo
de la puesta en escena del poema por parte del hablante, que se desdobla
confundiéndose su voz lírica con la voz de un cronista,
hace presagiar la doble vida: la realidad es más potente que
la ficción. Es Santiago de Chile y su crónica de sombras
que no acepta la autocensura, la referencia de lo cotidiano, la fundación
de ciudades castigadas por la violencia, pueden más que cualquier
titular de un matutino.
Mirka
Arriagada (nac. 1964) Ha publi cado el libro
de poemas: Lamentaciones Gemidos y Aves (1999).
VEREDA TROPICAL
(del libro Lamentaciones Gemidos y Ayes)
Me vengo haciendo la tonta tanto tiempo
me vengo con venganza sobre mí misma
la vuelta de la agresión que sano en los otros
Incauta caigo en mi propia trampa
me atrapo la pata que tengo renga
me aprieto los dedos en la puerta
me doy cabezazos en la ortopédica cabeza
(es decir en el espejo)
Es noche y afuera las estrellas están cansadas
cada día más lesas de lesera infinita
Estrellas y yo avanzamos en la vereda tropical
fraseología pura celestial y terrena
Me aconsejo no pensar en deseos muertos
Palabras erectas me penetran y embarazan
de signos tautológicos
Tal vez no tenga poesía ...
sino rabia
El título del poema hace alusión de inmediato a la
música popular, y es (a la vez) la proyección del estado
que la hablante escoge para ubicarse en el texto, para desde ahí
exponer el ambiente absurdo y caótico en que se haya. El ambiente
que atraviesan los 16 versos está fusionado de seducción
y represión, por un lado un hablante que encubre muy bien los
deseos, y por otro una puesta en escena frontal de lo represivo y
la autorrepresión. Sin embargo, no se logra producir el shock.
La autorrepresión va a prevalecer, es un signo importante que
se practica en el sistema social, y que influye en todas las creaciones
literarias de fin de siglo; en Vereda Tropical se observa el
deseo consciente de registrar una época, la mirada es específica,
se trata de la autorrepresión de la mujer, la que con frecuencia
debe confrontarse a los símbolos eróticos que cruzan
su estabilidad, y eso hace que exista una buena carga de molestia
contra sí. Una molestia que es colectiva y que toma la forma
de espejo donde la sociedad se mira transitar; pero también
adquiere, la proyección de un sitio paralelo signado por imágenes
autocensuradas.
La voz del poema la podemos escuchar en la ciudad, territorio tópico
en las nuevas literaturas emergentes, que se encuentra casi siempre
cruzada por lo prohibido.
Juan
Pablo Sutherland (nac.1967) Ha publicado el libro de cuentos:
Ángeles Negros (1994).
ÁNGEL CON ALAS ROTAS
( fragmento del libro de cuentos Ángeles Negros)
"Estamos tirados encima del colchón. Él duerme.
Esta boca abajo. Le acaricio su espalda. Suave. Son las diez de la
noche. Las luces rojas de equipo en la esquina. Una canción
apestosa de Luis Jara.
Me levanto y él sigue durmiendo. Me detengo y lo miro. El cuadro
se llamaría: "David en un colchón". Pienso
en el Germán. Su reportaje de suicidios encima de la mesa.
Creo que no sería capaz. James Deán murió a los
24 y fue leyenda. El ya pasó los 26 y no ha hecho nada interesante.
Voy al baño. La ropa tendida molesta a la entrada. Toda deportiva:
tres shorts y dos camisetas. El botiquín con el espejo roto.
Dos frascos de Diazepán en el lavamanos. Un cepillo de dientes
y unos condones en el piso. Una tina vieja que ya no sirve. Unas fotos
tono sepia de él en pelotas. Se ve sensual y romántico.
Son de Valparaíso. Él mirando por una ventana en el
puerto".
El fragmento del cuento Ángel Con Alas Rotas del libro
Ángeles Negros, expone un cuadro gay, mezclado con los
ingredientes de la descripción cotidiana. El personaje que
narra es irónico, su deseo va por resemantizar el espacio gay,
quitando los significados negativos que provienen de las voces oficiales.
El personaje reinscribe detenidamente todos los elementos de su alrededor,
la escena la asemeja a lo más corriente de las escenas que
ejecutan los humanos, para ridiculizar la discriminación y
la autocensura colectiva. Esta narrativa en su apuesta, viene redefiniendo
los sitios, se usa un lenguaje directo para que salga sin velos, lo
que el sistema represivo ha llamado lo prohibido y vergonzoso. El
texto busca la aparición de un lector cómplice, para
verbalizar con él los placeres resemantizados del territorio
gay.
Los cuatro textos (tres poemas y un fragmento de un cuento), a través
del comentario de algunas zonas del contenido, es posible leer que
la diversidad -rasgo de las literaturas emergentes- es patente en
estas escrituras. La idea contestataria -a un mapa social compacto,
que ha ido unificando todo lo que estaba quedando afuera- se multiplica
con las perspectivas que los textos enfrentan a la ciudad oficial.
Se registra la zona menos televisada del sistema, esto se hace para
quitar la máscara del deseo reprimido, y con eso publicar las
estrategias manipuladoras de la semántica de la autorrepresión
social. La transnacionalización de lo occidental, masificado
y conducido por el mercado (7), pone
el telón no de fondo, sino que en toda la representación
de la vida cotidiana, haciendo que el sentido de la identidad se esfume,
al igual que el de la construcción de las culturas locales,
no importando la presencia de grupos de sujetos testigos que resisten
la uniformación, que se resisten a la puesta en marcha de un
estilo signado por la autocensura (8).
Por lo mismo que las literaturas emergentes, como cualquier producción
simbólica, se inserta en estas condicionantes histórico-culturales,
haciendo uso de un discurso que permita imprimir huellas en los márgenes
de la unimasificación.
La exposición en los textos emergentes de un escenario cotidiano,
con violencias, con situaciones eróticas y gay, con lamentaciones
contestatarias, con ironías y ritmos rokeros, con imágenes
del cinema travestidas con la identidad de lo soterrado, indica que
no todo lo que circula públicamente en literatura nueva, es
efectivamente lo único que existe. Esto también ratifica
que las creaciones emergentes no sólo apuestan por confrontar
los verbos hegemónicos, sino que además, han vehiculizado
la otra parte del rostro anónimo de la ciudad, colocando entonces,
en escena los trazos que faltan, es decir la literatura paralela;
conformada casi en su totalidad por pequeños sellos independientes
u autoeditoriales, los que no superan la cantidad de los diez títulos
publicados en el año. Rasgo decisivo a la hora de adentrarse
en estos sellos editores.
LOS SELLOS INDEPENDIENTES
Una atención especial, merece el hecho que gran parte de las
producciones literarias emergentes se realicen en diversos sellos
independientes. Éstos, como se anotara más atrás,
no logran publicar más de diez títulos al año,
pero esta cifra para nada constituye dramatismo o precariedad en lo
referente a títulos editados, no ocurre porque la cantidad
existente de estos sellos es innumerable, además que su dispersado
desarrollo hace imposible una clasificación que determine fehacientemente
un número exacto. Sí se pueden entregar características,
de modo que colaboren a dar luces, de la significación que
adquieren en el marco de las producciones literarias emergentes de
fin de siglo.
Los sellos independientes o autoeditoriales, como también los
he nombrado, están formados por editores-escritores que, reunidos
por inquietudes literarias afines, deciden fundar un tipo de ediciones
y que además les entregue un estilo propio, pero por sobre
todo lo que se busca es terminar con las autoediciones anónimas,
muy característico de la década de los ochenta, en donde
era posible ver al escritor o poeta en forma solitaria, acercarse
a las imprentas, solicitar presupuestos e imprimir sus textos.
Ahora los escritores se identifican con ciertos sellos, y publican
sus obras, no en la soledad de antes, sino que respaldados por un
signo, que es a la vez una marca, pero por sobre todo una pertenencia
a una tribu compuesta por pares, que han invertido -al igual que en
la década anterior- ahorros y dineros que no se tienen para
publicar sus escritos, a cambio del reconocimiento de la identidad
que entrega la tribu, la que ahora entiende que la literatura que
está publicando, presenta grandes diferencias con la que editan
las grandes editoriales, entonces se hace necesario exponer, en las
escasas apariciones en la prensa, que existe además otra literatura
que no es leída, ni estudiada y que carece de notas y comentarios.
De esa manera se va construyendo un mercado paralelo de recepción
de textos alternos.
Las literaturas emergentes, aunque no como se quisiera, se leen en
la informalidad, se distribuyen y comercializan de mano en mano, y
no existen los agentes ni menos los representantes. Son los propios
poetas y escritores que difunden su obra, la colocan en las librerías
y en las bibliotecas; la tarea es ardua, sin embargo es en esta época
cuando más libros de las literaturas emergentes están
siendo leídos, no tan sólo por la comercialización
que pudiera darse, también por los comentarios que se efectúan
en diversas cátedras universitarias. Las miradas empiezan a
desviarse y crece cada vez el interés por las apuestas alternativas,
en ese aspecto los sellos independientes juegan un papel relevante,
están logrando colarse en la inquietud de nuevos lectores,
pero también en la historia menos visible de la literatura
chilena de fin de siglo.
Dentro de los sellos independientes existe una inmensa desterritorialidad,
quizás esto los hace más seductores, porque no responden
a ninguna presión externa, la actividad editorial la efectúan
entre amigos y no se escribe pensando en la oferta y la demanda, situación
tan característica de la literatura vinculada con las editoriales
conocidas. Los siguientes son algunos de los sellos independientes,
que se han ocupado de poner textos en diversos sitios, desde la década
de los ochenta en adelante:
- Ediciones de la Hecatombe (de Santiago)
- Ediciones Venus Negra (de Santiago)
- Ediciones Caja Negra (de Santiago)
- Editorial Trombo Azul (de Valparaíso)
- Ediciones Paginadura ( de Osomo)
- Ediciones Filomena ( de Chillan )
- Ediciones Barba (.le Pulo ( de Valdivia )
- Hdiciones Intermedio ( de Santiago )
- Hditorial Tiempo Nuevo ( de Santiago )
- Hdiciones El Glarnal ( de Chillan )
- Ediciones Del Tríptico ( Santiago )
- Ediciones Mercado Negro (de Santiago)
- Ediciones Las Dos Eridas ( de Santiago )
- Editorial Mosquitos ( de Santiago )
- Ediciones Leutún ( de Santiago )
- Ediciones Vajo El Volcán ( de Santiago )
- Ediciones Documentos de la Ventana Oval ( de Concepción )
- Editorial Planeta Puerto ( de Valparaíso )
- Ediciones Del Gallo ( de Santiago )
- Ediciones Tabor ( de Talca )
- Kulli-ún (de Valdivia )
- Ediciones Ofelia ( de Concepción )
Sin duda que existe un número mayor de sellos independientes,
que bien podrían llenar páginas y páginas, por
supuesto demandaría otro estudio. Lo que ahora se presenta
sólo constituye una muestra que permite visualizar a un fenómeno
editorial repartido en varias ciudades del país, que los une
el hecho de publicar autores jóvenes y emergentes, y también
la incapacidad para resolver la tríada monopolizadora de las
editoriales de dominio público, que contempla: producción,
distribución y recepción. Los sellos independientes
han creado un tipo de distribución paralelo al mercado formal,
pero aún así, no es posible asegurar que la creciente
producción de autores adscritos a sellos independientes, presente
igualdad en la recepción. Son muchos los libros de estos sellos,
que todavía no atraviesan el ambiente de la familia y los amigos.
PRODUCCIÓN, DISTRIBUCIÓN
y RECEPCIÓN
El desconocimiento que se tiene acerca de las otras
producciones literarias, resulta paradójico por una parte,
y enfático por la otra. La primera responde a que habiendo
una creciente producción de textos emergentes, no pasa lo mismo
con la recepción que se hace de ellos. Y es enfático
porque se comprueba la tesis que se ha venido desarrollando: que haya
literatura en los márgenes y que constituya una muestra paralela,
para nada significa que se produzca nexo entre la producción,
la distribución y la recepción. Todo indica que entre
más libros se escriban y se editen, son menos los libros que
se leen. Ahí es donde aparece el signo de la autorrepresión,
que no deja que se escarbe, fuera de los límites indicados,
en los diversos mensajes que tapizan la ciudad. Se reduce la estrategia
de distribución que ejercitan las literaturas emergentes, quedan
sólo los lectores cómplices, y por suerte, la complicidad
con estos textos persiste en diversos escenarios. Todavía falta
que gran parte de la recepción pueda zafarse de su estado reprimido.
Mientras las señales del disco compacto no cedan, a las literaturas
emergentes le afectará la tríada de manera notoria.
La exposición que a continuación se hace de los siguientes
textos con su respectiva pertenencia a un sello editor, tiene por
objeto provocar la zona autorreprimida de las prácticas lectoras,
la zona que no ha sabido conectarse con autores y textos de las literaturas
emergentes. Al final del muestreo la constatación es evidente:
los autores y textos citados corresponden a un cuerpo literario que
simboliza a todas las producciones literarias emergentes en lo referido
a la recepción. Porque el espacio lector no logra desprenderse
de la presión hegemónica instalada en el campo de lo
social, y
que se proyecta directamente en las gramáticas que circulan
con autorización.
"Hay tanto publico esta noche con ganas de amar
las mujeres miran con deseo reprimido
los hombres se incomodan y sudan gotas seminales.
La galería, la platea entraron aquí para
sacudir polvo pegado en impermeables,
para limpiar su media cara de acciones."
Bernardo
Chandía Fica, del libro Evocaciones de un
Dios Cansado (1997). Ediciones Mercado Negro.
"Cantan, no al alcohol mascado,
no a la luz esquiva,
cantan a una muchedumbre curiosa
en plazas llenas de desperdicio,
algo así como danzar sobre barro fresco,
como vender mercancía en todas direcciones,
como desnudarse de nada en el vacío".
Sergio
Rodríguez Saavedra,
del libro Ciudad Poniente (1999). Ediciones Leutún.
"Me daba golpes en el pecho y en la cara.
Gritaba, que yo era un maricón de mierda, que lo
único que me interesaba era yo mismo, luego me
besaba, nos besábamos, durante unos minutos, de
improviso comenzaban de nuevo los golpes".
Tomás Brito Lavín, del libro Veinticinco
Años de éxitos (1997). Ediciones Intermedio.
"Este peregrino creyó tener la ciudad a sus pies
pero ni siquiera entró en sus sueños.
Lo pagó haciéndose grabar la piel
con el sexo apretado cambiado
duro y blando otra vez.
Esta cita fue una broma en una borrachera sangrienta.
Lo del basural su cama vacía incinerada en el espejo".
Guillermo Valenzuela, del libro Húsar
(1995). Ediciones Bajo el Volcán.
"Así fue como la María se lanzó cerro
abajo,
todo parecía normal
( o por lo menos lo parecía ).
Y metió cualquier bulla
tanto rebotar
............ por
.................. los
........................ techos
los mocos en los niños
la suave brisa de tu pelo
etcétera. Se lanzó caradura.
Ya estaba loca desde esa vez.
Fue mejor la cara de su mamá:
no la quería creer".
Alvaro
Báez, del libro Placebo (1990). Editorial
Trombo Azul.
Más allá de la tríada: producción,
distribución y recepción, la literatura emergente de
fin de siglo no ha desarrollado la autoanulación, por el contrario,
más textos inician el registro de la seducción -a pesar
de la hegemonía-, la ciudad aún mantiene lugares cruzados
por el deseo, donde es posible hallar las complicidades, la plasticidad
en la actuación de lectores y otros agentes cercanos.
CONSIDERACIONES FINALES
No se espera que este trabajo haya agotado la revisión
de las literaturas emergentes de fin de siglo; más bien entrega
una señal sobre un fenómeno literario nuevo, con autores
nacidos durante la década del sesenta, y en la primera parte
de la década del setenta, cuyos primeros libros, aparecen desde
la segunda mitad de los años 80 en adelante. Por consiguiente,
todo lo que se comente fuera de ese parámetro no responde al
concepto de literatura emergente y menos a un proyecto de investigación
que se viene efectuando desde 1996, con la inauguración de
la Primera Feria del Libro de las Literaturas Emergentes, realizada
en la Universidad Tecnológica Metropolitana, y cuyo objetivo
siempre ha sido, en sus tres versiones, la difusión y el debate
sobre el estado actual de las nuevas escrituras. Debate que se continúa
en este trabajo, colocando énfasis en el contexto social y
cultural (sitio replegado por las presiones de la globalización)
a través de una mirada crítica que cruza los ámbitos
de lo privado y lo público, invistiendo frontalmente la puesta
en escena que desarrolla el travestismo cultural en las redes de la
recepción.
El año 1996, reinicio la creación del término
literaturas emergentes para referirme a un conjunto de títulos
que pertenecen a diversos sellos editores independientes y además
con semánticas que sacan a la superficie -con gran urgencia
o emergencia- la imagen que había sido omitida en la literariedad
de los textos que se erguían -o los inventaba el marketing-
como únicos exponentes de la literatura más reciente
en el país. Desde ese mismo instante, se pudo comprender que
esta literatura emergente constituye un cuerpo paralelo, situado irreversiblemente
en los márgenes de las producciones literarias de las dos últimas
décadas. Las tres ferias del libro de literaturas emergentes
realizadas en la Universidad Tecnológica Metrpolitana han vehiculizado
discusiones en tomo al tema de hacer literatura alternativa y la problemática
que surge a raíz de la falta de distribución. Desde
los planteos vertidos y desarrollados en el presente trabajo, resulta
evidente que no se puede leer y comentar literaturas jóvenes
de fin de siglo, sin considerar el conjunto de textos adscritos a
la escritura emergente.
No puedo dejar de mencionar las dificultades que acarrea escribir
por encargo y bajo presión. Confieso que nunca me había
visto enfrentado a situación similar, pero tampoco puedo abstraerme
que este estudio me fue solicitado para respaldar teóricamente
la presencia de las literaturas emergentes en la Feria Internacional
del Libro de Guadalajara, México, a realizarse entre el
27 de noviembre y el 5 de diciembre de 1999. Los plazos estaban fijados
con anterioridad y responden a una planificación mayor. Entonces
había sólo que escribir el texto. Espero que las expectativas
-si es que las hubo- hayan quedado compensadas.
Septiembre de 1999
BIBLIOGRAFÍA
Bianchi, Soledad
. Poesía chilena. Miradas, Apuntes y Enfoques. Santiago de
Chile, Ed. Documentas/ Cesoc, 1991.
Brunner, José Joaquín. Un espejo trizado. Santiago
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Jofré, Manuel. Tentando Vías: Semiótica,
Estudios culturales y Teoría de la Literatura. Santiago de
Chile, coedición Ü.C. Blas Cañas, U. Andina Simón
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Chile y otros Horizontes. En: Colipán, B y Velásquez,
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González Sáez, Máximo (editor) Antología
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González, Máximo. Globalización y Apagón
Cultural de Fines de Siglo. Apuntes de Trabajo. Pag. 1-7.
Oyarzún, Kemy. Poética del desengaño.
Concepción, Ed.LAR, 1989.
Saldes, Sergio. Literatura Joven en Chile ¿ generación
de 1987 ?, en cuadernillo Nº3 (1989-1990) de Literatura y Lingüística.
Instituto Profesional Blas Cañas.
ACERCA DEL
AUTOR
Máximo
González Sáez. Nació en Santiago de Chile en
1966. Enseña Literatura y Comunicación en la Universidad
Tecnológica Metropolitana de Santiago de Chile. Ha creado el
fenómeno de las Literaturas Emergentes, y producido las Ferias
del Libro de estas ecrituras.
Ha publicado La Diversidad
de los Duendes (cuentos 1995), El Disco Duro de la Ciudad
(novela 1998) y Antología de las Literaturas Emergentes
(antología 1999). Además sus artículos y cuentos
se hayan publicados en revistas literarias y académicas.
Ha dictado conferencias sobre
Literatura Emergente y crítica cultural, en universidades chilenas
y en las universidades de Montclair y Rutgers de New Jersey, y en
Lectorum Publications de New York, Estados Unidos.