Nací en una
estupenda carpintería
pero lo divertido es lo que viene
después
desde chico fui juguetón
me gustaba reírme de las
urnas
me parecían demasiados solemnes
Después de pasar varios
meses en el salón de ventas
gozando de una vida que me atrevo a
calificar de feliz
puesto que nada turbaba la paz del
recinto
donde yo me divertía a más no poder
a expensas de los
demás ataúdes se comprende
-el único inconveniente era un olor
espantoso a barniz-
después de varios meses repito
fui comprado
por una dama vestida de luto
Me echaron en un aparato con
ruedas
impulsado por un motor a bencina
que salió disparado por la
ciudad
experiencia que no olvidaré jamás
puesto que de una
plumada
mi vida cambió en 180º
pasé de la inmovilidad
absoluta
a un estado de movimiento perpetuo
hasta que llegamos a
una casa particular
donde fui depositado sobre una mesa de
comedor
en esa mesa de
comedor
debo haber permanecido varias horas
cuántas no sé porque
pronto me quedé profundamente dormido
me sentía extenuado debido a
los cambios de dirección del vehículo
a la obscuridad -a las fuertes
impresiones-
ese mundo desconocido para mi
y el reloj de colgar
que vi en el centro de una muralla
más las sillas y mesas en desorden
por todas partes
aunque en el fondo de mi corazón
yo gozaba como
jamás me lo hubiera imaginado
para empezar yo estaba cubierto de
flores
a mis pies podía ver unos enormes candelabros
eléctricos
que despedían una luz enceguecedora
ah, y también los
cortinajes negros
adornados profusamente con lentejuelas de
plata
cuál no sería mi alegría
al ver que yo era el centro de
gravedad de aquel mundo fabuloso
las personas se acercaban a mí y
miraban a través de mi ventanuco
se abrazaban a mí con grandes
aspavientos
hechos que yo interpreté lo mejor que pude
Ya me
empezaba a aburrir de esa película
que parecía proyectada a cámara
lenta
por un espíritu que se solaza con el dolor de los
desdichados
cuando de golpe la situación cambia en un 100%
me
sacan de aquella sala siniestra
y me depositan ahora en un carruaje
tirado por caballos
elegantísimos por cierto
claro que la dama
vestida de negro
se aferraba a mí con todas sus
fuerzas
dificultando las operaciones de los parientes
ese fue el
día más glorioso de toda mi vida
porque mientras atravesábamos la
ciudad
en dirección para mi desconocida
todos los peatones con que
nos íbamos cruzando
se sacaban el sombrero con muestras de gran
respeto
honor que todavía considero inmerecido
hasta que llegamos
a una ciudad más pequeña
amurallada como en los tiempos
antiguos
allí se dio comienzo a un espectáculo
que me emocionó
hasta las lágrimas
grabándose en mi mente con caracteres
indelebles
me refiero a los hermosos discursos
que diferentes
personas pronunciaron en mi honor
y a las reiteradas manifestaciones
de aprecio
de que me hacían objeto desde todos los ángulos
hasta
que me descolgaron con todas las precauciones del caso
a este recinto
en que ahora me encuentro
bajo una tonelada de flores
en espera de
nuevos acontecimientos.
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