Imposible hallar la sorpresa
correcta
Quiero darle una sorpresa a una mujer. El problema es que no se me
ocurre ninguna. He pensado en regalos caros del estilo automóviles
deportivos, pero los deportivos implican costo de mantención, repuestos
y patente. Le estaría dando una preocupación y no un regalo. Lo mejor es ir a lo simple. Adornos no porque está hasta la
tusa de adornos y sé que bajo la cama guarda aun las cajas sin abrir de
regalos anteriores. Tiene que ser algo útil, algo que recuerde por
siempre. Si es útil bien puede ser comestible (comer es bastante útil),
helados o chocolates. Un helado no porque se me va a derretir en el
camino. Los chocolates son efímeros en sus manos y tan habitual su
consumo que dudo se acuerde de un presente como ese. Bebestible tampoco
porque no le hace al bebestible.
Habiendo tanto invento humano digo
yo, y no se me ocurre ninguno. Entonces a lo mejor una carta. Pero soy
muy torpe escribiendo cartas. Me viene el pánico escénico cuando me toca
hacer una. En otro tiempo le mandé montones y creo que ya le dije todo.
Quizá un cuadro. Uno que ponga en su pieza y que lo mire siempre al
levantarse. ¿Será bueno un paisaje o una mancha abstracta?, no se
responder esta pregunta y al tratar de hacerlo me doy cuenta que un
cuadro es una solución sin ingenio, casi como salir del paso. Como hemos
basado nuestra relación en el humor, no me queda otra que seguir con
eso. Una vez que la pillé triste le regalé una nariz de payaso. El
problema es que el ingenio de la nariz fue solo para la nariz, o sea, no
saco nada con llevarle el resto del traje. Hay que cambiar de línea,
pero dentro de la misma línea. Como le escuché decir una vez a Felipe
González, en un discurso retórico, “en mi próximo periodo vamos a
realizar un proceso de cambio sobre el cambio”.
Me hago un lío
enumerando alternativas sin llegar a ninguna solución, pero al menos
tengo que verla, aunque llegue con las manos vacías. “Mejor solo que mal
acompañado” y con esta frase no le regalo ninguna cuestión. Cuando voy
en la micro sigo haciendo trabajar la sesera, es una cosa incontrolable,
le doy vueltas al asunto mientras la mayor parte de mi cuerpo piensa en
relajarse. No se relaja nada. Se deja dominar por el sector obsesivo. La
micro se va largo rato por Vicuña, hasta casi llegar a Puente Alto. Me
bajo y camino hasta su puerta. Tomo aire antes de golpear.
- Hola -
me dice y me manda un beso lleno de pasión desenfrenada - tenía tantas
ganas de verte.
La recepción es tan alegre que me olvido de todos mis
rollos. Entro, nada mas. Su fiesta de cumpleaños está llena de gente que
se ríe.
Te llevan por enfermo
Antes a uno lo llevaban los pacos porque estaba en la esquina fumando
marihuana o tomando copete. Ahora no es de lo único que hay que andarse
preocupando. Están también las ambulancias. Porque si uno se pone en la
esquina y viene la ambulancia, hay que cuidarse de no estar en actitud
de enfermo, como estornudando o con fiebre porque la ambulancia te
detecta y te lleva preso. Claro, aunque no se tengan antecedentes de
asma ni de tuberculosis ni cáncer, lo llevan igual, por sospecha de
enfermedad grave. A los que padecen, efectivamente, enfermedades graves,
mejor que ni se asomen a la calle: si lo pilla la ambulancia se lo lleva
detenido en el acto. Después viene la misma cuestión de siempre, que te
agarran los médicos, que te interrogan, te inyectan cosas para que no te
resistas y les digas los síntomas. Si la cosa es grave te pasan a una
comisión, auténticos juicios, compuestos por viejos y, aparentemente,
sabios médicos. Ellos dictaminan si te dejan en el hospital y por cuanto
tiempo. A veces a uno lo tienen varios años y un día, por delitos del
estilo Peste Cristal o Tos Convulsiva. Así que cuando sentimos que viene
la ambulancia uno aguanta la respiración, se hace el gil como que está
sano, mira para cualquier lado o reprime el estornudo. Cuando se aleja
uno se rasca sin temor, vomita o se revienta ampollas. ¡Es tan
relajante!
La cabeza Cortada
Cuando a uno le cortan la cabeza, la cabeza rueda al suelo y allí se
golpea. A uno le duele el golpe. Si uno es alto, la cabeza cae de mas
alto; es posible que la cabeza sufra TEC cerrado o incluso abierto. La
cabeza debe tomar aspirina o someterse a una intervención
quirúrgica.
La cabeza, luego de cortada, vive unos minutos, que son una vida
después de la vida. No puede hablar porque la garganta se le ha quedado
en el cuerpo. Por eso mira y re - mira la realidad que le rodea: es todo
muy inmenso; hay un ángulo curioso, una nueva visión de las cosas. Pero,
como sea esa visión es incomunicable. No hay manos y, en esas
condiciones de presión, a uno se le olvida por completo el código morse.
Ricardo Chamorro
chamorro@esfera.cl
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