... "Esta soberana indecencia de no amar", leo torpemente en voz
alta. "Estoy haciendo y deshaciendo nudos, he pasado toda la tarde en
esto; las paredes se aprietan con la ausencia paulatina de la luz".
¿Qué será paulatina?, me pregunto. De cada diez palabras hay tres que
no entiendo y levanto los ojos para preguntarte, pero vos no tenís
idea tampoco, porque desde hace una página q' estay durmiendo y yo
hago como que no atino, porque es con la voz mía que suena a mentira,
con esas cosas raras que digo, que te vay yendo al sueño, muerto de
lata ahí, al otro lado de la pieza.
... Pero voy a seguir Pedro. Porque vos fuiste el que me dijo que
aprendiera a leer, que siquiera uno de los dos había de salir más
avispáo, que las cosas andan difíciles, que por eso hay que saber leer
y escribir, me dijiste bien serio y me asusté tanto al verte tan
afligió, que inventé tiempo para ir a la escuela en las tardes, aquí
estoy, Pedro, leyéndote, cansada hasta esta hora, aunque estís ahi,
lejitos, ni mirándome siquiera y yo con el esfuerzo, y esta página que
es tan difícil. ¿Qué será paulatina?
... "Abres los ojos y me llevas al fondo de la cama, apretándome
fuerte hasta donde el amor no se escribe con letras".
... (Qué hacer ahora Pedro, ahora que he ido aprendiendo el valor
de las vocales, la fuerza de los acentos, ahora que voy separando tu
lenguaje elemental del mío enviciado de conceptos. Para qué me pediste
que progresara, que avanzara en alejarme poco a poco de ti, que como
siempre, escuchas semidormido mis lecturas en voz alta, aparentando
entender todo lo que digo, sonriendo a veces, cuando te pregunto si
captaste la intención del verso).
... Y tú me abrazas, haces que deje el libro, Pedro
inconsecuente... vos Pedro me lo pediste y ahora te enojai... No, no
quiero que me toques, ahora no, te digo, no veís que estoy estudiando,
p' aprender que la vida no es así tan fácil negro. No veís que quiero
estar sola, que esa manía tuya me hace mal, muy mal, que me cuestan
tus olores después de saber que hay gente que huele distinto, a jazmín
por ejemplo (jazmín se escribe así...) y que esta pieza tampoco me
cabe, no entendís que estoy llorando, porque pasan los días y
paulatinamente me voy yendo derecho a saber como se escriben otras
palabras, lejos, muy lejos Pedro, como un punto aparte.
Para amarte mejor II
(puertas
adentro)
... Se me ocurre que
hoy Ud. me está mirando distinto, y no es que esté hilando fino, pero
sus ojos están más pequeños que de costumbre. Sus dos navajitas de
ojos me duelen y quisiera esconderme, como pillada en falta, debajo de
la mesa o atravesar la ventana si pudiera.
... Detrás de sus
anteojos brilla algo que no estaba ayer, ni hace un mes cuando llegué,
es como una forma nueva de lenta disección, un color diferente de
mirar. Yo trato de hacer lo mío como si nada,tengo cosas pendientes
como recoger todo esto del suelo o poner la mesa por ejemplo, aunque
preferiría que Ud. se alejara para poder trabajar tranquila que se me
hace tarde, ¿no se da cuenta?
... Pero es inútil
pensar en eso, Ud. está apernado a la alfombra, comiéndome con los
ojos.
... Hablamos de
cualquier cosa y las horas pasan y a mi no me cunde nada. Estoy tan
torpe y tensa... ¿no le habrán dicho a Ud. que es mala educación mirar
tanto rato a alguien? Yo no soy nadie para llamarle la atención, pero
me tiene tan nerviosa que apenas si alcanzo a hilar una frase y me
topo con su cara a medio sonreír. Entonces se me enredan las palabras
en el cuello abotonado. Me quedo callada, como tonta.
... Ahora Ud. se ríe.
Tiene entre los dedos una hoja de papel, la sacude en el aire y se ríe
leyendo "me llevas hasta el fondo de la cama, donde el amor no se
escribe con letras"... Su voz es fuerte... Y a mi se me resbala la
copa de las manos. Quisiera romperme en esos mismos pedacitos y
desmenuzarme sobre la alfombra como brillantina.
... Ud. sigue leyendo
que ya no me gusta respirar al Pedro y se me acerca hasta mí
susurrándome el final de mi hoja, papel maldito que quisiera arrugar
hasta deshacerlo entre los dedos. Pero el cuerpo suyo está tan cerca,
nada más que el aire y Ud, con olor a agua tibia, a jazmín, o la flor
que sea. Me empieza a abrazar despacio, leyéndome entre
líneas.
... Hay un calor
fuerte que sube desde el suelo, más del que puedo resistir. Ud. me
dice que entiende lo que siento, ¡qué va a saber!, si es mentira. Me
estoy deshaciendo aquí, entre sus manos, estas manos dentro de mi
ropa, sin ninguna preparación. Ud. me lleva al piso, que igual fuera
el cielo mismo que me imaginé desde siempre, murmurando mis frases,
mis primeros experimentos de lenguaje... Pero me dice que no hable,
que prefiere leerme, porque mi voz es demasiado ronca para tanta
palabra. Y yo, me dejo caer dentro suyo, me olvido de todo y soy
consecuente con el calor que me llena los huesos elevándome para
desarmarle la cara, besando su cara hasta aprendérmelo entero,
llorando un poco también. Pero Ud. no me escucha, se queda como lejos
sonriendo, me lastima una y otra vez con su risa, declamando mis
palabras, desacreditando el origen de cada una de ella, frente a mí,
más desnuda que nunca en este delantal abierto, mucho más sola que
cuando no sabía escribir ni ponerle nombre a estas cosas.
Para amarte
mejor
Carolina Rivas
(cuentos)
Editorial Mosquito Comunicaciones
Impreso en
Chile. 1990