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Canto general de Volodia Teitelboim en La Paz(*)


Por Juan Carlos Ramiro Quroga - Liliana Carrillo (Fondo Negro)

Volodia Teitelboim marcó paso en La Paz. A pesar de su kilometraje (88 años) cumplió con su cometido, hablar de sus amigos ya idos: Oscar Cerruto, Juan José Torres y, sobre todo, Pablo Neruda y Gabriela Mistral.

La lejanía y el misterio del techo del mundo mueve o atrae. Volodia Teitelboim, el "mayor memorioso de América Latina" o el "muchacho del siglo XX" como se le llama en Chile indistintamente, arribó a La Paz, la ciudad de sus amigos bolivianos (la mayoría ya muertos), el pasado lunes 26 rodeado del más absoluto silencio. No quiso hablar con algunos periodistas que lo buscaron afanosamente. ¿Entendible desconfianza? Como era previsible, tanto la altura de la ciudad de El Alto como la de La Paz le jugaron mal debido a su octogenaria edad. "Se encuentra muy mal, está con un médico", fue el argumento certero que apuntaló Marcelo Flores, agregado cultural de la Embajada de Chile, a fin de dejar en paz al escritor y postergar una entrevista para el martes 27. El escritor se alojó en Casa Grande Hotel en el barrio residencial de Calacoto, después de ser atendido por un médico, quien le recomendó reposo y oxígeno.

Un día después, haciendo un espacio en su apretada agenda, Teitelboim atendió a Fondo Negro en su habitación 901 mostrando un formidable semblante como si nada hubiera pasado. Había dejado su acostumbrada cachucha a un lado y aguardaba sentado en un traje plomizo oscuro. Fueron 15 minutos, controlados por Ximena Pacheco, su secretaria inconmovible; pero los suficientes para entrever al hombre, al político, al poeta y al biógrafo que alguna vez en su juventud y en su vida gubernamental había compartido su vida no sólo con el poeta Oscar Cerruto, sino también con el ex presidente Juan José Torres y el sociólogo José Antonio Arce.

Nacido en Chillán (Chile) el 17 de marzo de 1916, Teitelboim incursionó muy joven en la política, destacándose como dirigente y secretario general del Partido Comunista de Chile. En esas lides conoció a Vicente Huidobro y luego a su compinche Pablo Neruda. Entre sus obras se destacan: "El amanecer del capitalismo y la conquista de América" (ensayo, 1943), "Hijo del salitre" (novela, 1952), "La guerra interna" (1979, novela), y, junto a Eduardo Anguita, "Antología de la Poesía Chilena Nueva" (antología de la poesía de vanguardia, 1935). Más tarde publicaría tres voluminosas biografías, que le valieron recientemente el Premio Nacional de Literatura 2002 en su país: "Neruda" (1990), "Gabriela Mistral, pública y secreta" (1992?) y "Huidobro, la marcha infinita" (1993). En los últimos años ha publicado también su propia biografía titulada "Antes del olvido, un muchacho del siglo XX". Hace un tiempo dijo: "Durante 50 años estuve casado con la política; pero con una amante llamada literatura escondida en el ropero."

-¿Tiene muchos amigos aquí en Bolivia?
Yo tenía muchos amigos en Bolivia. La mayor parte ya se han muerto, porque eran amigos de mi generación como autoridades universitarias, escritores y poetas. Además, tengo grandes recuerdos vinculados a Bolivia también literarios.

-¿Por ejemplo?
Yo pertenecí a una generación de alta textualidad que era la generación de la época de la vanguardia literaria, cuando se puso en duda la forma establecida de la literatura y aparecieron en Europa las obras de Proust y Joyce. Y también esto repercutía en París, donde era bien fuerte y se reflejaba en cada uno de los países de América Latina. En el año de 1935, junto a Eduardo Anguita, publiqué mi primer libro que es la Antología de la Poesía Chilena Nueva (antología de la poesía de vanguardia).

Cerruto, Mitre y Arce

-¿Usted tenía 19 años?
Sí, entonces era un amigo de un muchacho que estaba en las mismas, que había escrito un libro bastante notable, con el cual nos paseábamos y conservábamos, nos sentíamos muy hermanados y era Oscar Cerruto que había recién publicado "El Aluvión de Fuego".

-¿Qué es lo que más recuerda de Oscar Cerruto?
Lo que más recuerdo (de Cerruto) es el sentido solidario por la gente de los pueblos, porque esos fueron los años de la guerra del Chaco y nosotros sólo éramos muchachos, estudiantes y dirigía la presidencia del centro de derecho de la Universidad de Chile. Nos movilizábamos mucho por la paz y por la defensa de América Latina y por el entendimiento entre los pueblos y quería pasarme a escribir sobre esto. Bueno, Cerruto lo hizo en una obra bastante temprana muy bien. Ahora fue una excelente persona.

Alguna vez en Bruselas, en el exilio ya, en la década del 80. En la Universidad Libre de Bruselas hubo un encuentro literario respecto a América Latina. Y habían dos ponentes. Uno era un muchacho que yo no había visto nunca antes ni lo vi después. Ni siquiera estoy seguro de su apellido. Mitre, ¿puede ser?
-Eduardo Mitre.
...Eduadro Mitre hizo una muy buena exposición sobre Cerruto, sobre el Cerruto que yo no alcancé a conocer en Chile. El Cerruto poeta de la vanguardia en Bolivia que introduce también un nuevo estilo. Cosa que me llenó de alegría. Lamenté también de estas incomunicaciones tan largas, porque amigos de juventud dejaron de verse y yo no lo vi más en la vida. Y nos entendíamos mucho. Y además cuando yo empecé a venir a Bolivia, yo era bien amigo de (José Antonio) Arce en Chile. Nos veíamos casi todos los días. El investigaba mucho en la biblioteca del Congreso Nacional de Chile. Era un gran sociólogo. Y teníamos, digamos, ideas parecidas, nos sentíamos muy amigos. El después se casó con una bibliotecaria chilena.

-Arce se quedó en Chile.
No, después volvió a Bolivia y fundó el partido PIR. Fui muy amigo de él y además con muchos amigos en las universidades sobre todo.

-¿Usted conoció al poeta Julio de la Vega?
No lo conocí. Yo venía por poco tiempo también y hacía giras, muy impactantes y novedodas para mí, porque yo nací en Chile, un país que tiene una gran cordillera y donde la gente no sabe tratarse bien ni habitar los Andes. En cambio aquí, en Bolivia, me encontré con la ciudad misteriosa en el fondo de una hondonada que era La Paz, en esos tiempos. Claro también estuve en la ciudad del valle como Cochabamba. Porque iba siempre invitado por la universidad. Lo cual me daba mucha alegría, porque me permitía conocer gente, amigos y también naturaleza y realidades sociales donde yo estaba aprendiendo, haciendo un curso de América Latina real. Sin quererlo pero fue importante en mi vida también.

El general Juan José Torres

-¿En esos viajes conoció al general Juan José Torres?
Conocí a Juan José Torres, porque vine varias veces a hablar con él en el Palacio Quemado.

-¿De qué temas hablaron con el ex presidente de Bolivia?
Hablamos de la suerte de nuestros países como nación y que debían tener mayor integración y en que había que defender la democracia. Yo recibí un encargo del presidente (Salvador) Allende porque yo era senador y yo viene a hablar con él a propósito de esos temas y hablábamos de todo varias veces. Bueno, la historia fue que tanto Torres como Allende fueran asesinados de una manera fatal y murieran.

15 años fuera de Chile

-Vino después el exilio don Volodia, ¿cómo fue la experiencia del exilio?
A mí me había enviado también Allende, me había pedido que fuera, porque nosotros éramos colegas en el senado mucho tiempo. Entonces me pidió que vaya a Europa a explicar la situación crítica que se está viviendo en Chile a fin de conseguir solidaridad de dichos países. Fui por dos semanas antes del golpe. Y la noche del 10 de septiembre de 1973, la víspera del golpe, yo estaba en Roma. Y hubo una gran asamblea de gente inquieta por las noticias que venían de Chile. Yo tuve que exponer ahí y me hacían preguntas que tuve que contestar: "Si hay golpe, ese golpe será aplastado. Pero qué pasará con la bandera popular y con el proceso democrático que se estaba desarrollando en Chile". Yo daba lo que podría decir; pero no podía poner la mano al fuego de que no habría golpe o de que la democracia triunfaría. Y al día siguiente tenía que volver a Chile, eso fue lo convenido; pero las líneas aéreas no admitían pasajeros para Chile porque todos los aeropuertos estaban cerrados en virtud de que decían de un cambio de gobierno. Yo me quedé en el exilio y hablé durante 15 años en forma crítica respecto de la dictadura y también insistiendo en la solidaridad que fue enorme y grandiosa por Chile.

-¿Usted, dirigió una revista en el exilio?
Sí la revista Araucaria de Chile.

-¿Ahí publicaba todo su pensamiento sobre el exilio y sobre la situación de Chile?
Yo hice 1.500 programas radiales contra la Junta, porque había en Chile censura absoluta. Salvo los directamente afectados, nadie sabía de las muertes o de los desaparecidos. Y algunos trataban de negarlo. Entonces, la verdad tenía que oirse desde 15 mil kilómetros de distancia. Después en Chile se han publicado dos libros que recogen algunos programas de los 1.500, una décima parte. Pero esos son documentos de la época, de la historia que la gente pueda analizar.

-¿Cuándo volvió a su país y cómo lo encontró?
Yo volví a Chile primero clandestinamente.

-¿Creo que ingresó con una peluca?
...Si caracterizado, disfrazado, con peluca, con barbas y anteojos muy gruesos. Bueno necesitaba volver. Yo estaba condenado a muerte por el país y aparecía en la primera lista de los que habían que ser asesinados; pero yo debía vivir por mucha gente y tratar de decir todo lo que tuviera y no en forma diplomática, sino en forma muy directa. Incluso el diario El Mercurio, el diario oficial de la época, se quejaron porque mis comentarios eran sarcásticos respecto a Pinochet. Nunca se los tomó en serio, porque hablaba de lo que no se hablaba en Chile. Pero la gente de Chile lo escuchaba, porque no tenía otra radio que escuchar porque las radios estaban prohibidas. Lo escuchaban clandestinamente, se metían dentro de la cama y se tapaban. Y todavía hasta hoy, cuando yo voy a provincias, a los pueblos de Chile, aparece una viejita muy veterana para decirme: Yo lo escuchaba por Radio Moscú y lo escuchaba de así y asá o de esta manera.



* * * *** * * *




GABRIELA MISTRAL VERSUS PABLO NERUDA

-¿En su juventud publicó una antología polémica con Eduardo Anguita?
Se la tiene ahora como un hito de referencia sobre la revolución poética de Chile, porque tuvo mucha notoriedad al desatar la más grande y palabreada polémica literaria del Siglo XX.

-¿Esa polémica se debió a que excluyeron a la Gabriela Mistral?
Excluímos a Mistral lo cual fue absolutamente injusto. Y también suscitó una reyerta entre Pablo de Rokha, Vicente Huidobro y Pablo Neruda. Neruda no participaba directamente porque estaba desempeñándose como cónsul de Chile en España.

-¿Por qué excluyeron a Mistral sabiendo de su trascendencia poética?
Es una historia que yo la cuento en mi biografía sobre Gabriela Mistral como para explicar ahora esta cosa tan rara. Mistral fue la que me reveló que existía la poesía. Yo era un alumno en la escuela primaria y tenía 8 años a 9 años. Recién había aprendido a leer. Entonces en la escuela primaria nos enseñaban las "Rondas Infantiles" de Mistral, incluso las cantaban y bailaban. Y todo lo hacíamos los niños. Entonces (Mistral) fue la mamá nuestra en poesía quien dijo que existía. Algo que hacía que la lengua no fuera simplemente la lengua de la conversación, sino algo que buscaba algo, que se parecía a la belleza y a la alegría de ese momento. Pero después en la medida en que debe darse, con todo mi respeto, doña Gabriela fue destronada por la aparición de un joven que se preocupaba por cosas que a nosotros también nos estaba preocupando, que era Pablo Neruda: el sexo, la mujer, el amor. No sé, estaba Neruda muy fuertemente requisado y consideramos de que ella (Mistral) no era suficientemente moderna ni ultramoderna, porque eran los mitos también de la época.

-Hablando ya sólo de Pablo Neruda, ¿se puede considerar que la "Oda a Stalin" es el peor poema escrito por un poeta chileno?
No lo creo. La oda está bien y existe en las obras completas. Neruda nunca quiso que se excluyera. La Oda a Stalin es el sentimiento de un momento. La gente tiene que haber vivido aquello para comprenderlo, porque sino resultaría una estupidez sin sentido. ¿Por qué Neruda se vio impulsado a escribirlo? Eran los años de la Segunda Guerra Mundial. Hasta ese momento Hitler aparecía vencedor, había ocupado toda Europa occidental. Incluso se hablaba de ciertas pretenciones ulteriores, respecto de colonias en América Latina. Ellos iban a derrotar a Estados Unidos, a Inglaterra y Francia. Entonces se levanta en el mundo una idea de que todos los espíritus antihitlerianos deberían unirse para salvar la humanidad. Y eso así, porque también en la historia actual se tiende a desconocer el papel de la Unión Soviética que estaba dirigida por Stalin. ¿Cuál fue el papel? La Unión Soviética fue la que derrotó sustancialmente a Hitler y, sobre todo, en una batalla, en la de Stalingrado que para Hitler era definitiva, porque de ahí iba a derrotar a Stalin, o sea al comunismo. Y también para los comunistas era muy importante y muy fuerte. La batalla duró casi un año, donde se peleó cuarto por cuarto y donde se vio la derrota definitiva de Hitler y donde se desvaneció la idea de que podía triunfar. En ese momento y dentro de la emoción de ese momento, él (Neruda) escribe ese poema. Y en ese poema no es tanto la divinización de un hombre, sino celebrar la epopeya de un pueblo, de la gente que murió. Ahora la gente saca la Oda a Stalin de contexto. Ahora Neruda después lo supo como lo supimos nosotros cómo hablaba la gente, de los horrores que había detrás de esta figura victoriosa, de las persecusiones, los gulah, la muerte de mucha gente, de escritores y no escritores. Y Neruda rechazó absolutamente estos métodos y toda su obra siguiente está llena de absolutas críticas y autocríticas a todo lo que era Stalin. El lo sintió como una traición y como un abuso de confianza, porque habían depositado en él la esperanza que era hermosa y sencillamente la habían desnaturalizado con persecusiones injustas. Para Neruda fue un programa, para mí fue espantoso. Pero a veces eso (en "La Oda a Stalin") no se ve, se desconecta de la realidad que existió y aparece como una tontería.

-¿Cuál fue su relación con Neruda?
-Fuimos muy amigos.

-¿Cómo escribir la biografía de un amigo. No es difícil. No se deja ganar uno con el corazón?
Sí, algunos han dicho... Ahora hay un editor inglés que acaba de escribir una biografía de Neruda donde dice: "La biografía de Teitelboim es extraordinaria; pero tiene un defecto, es la biografía de un amigo." El problema es que yo cuando escribí la biografía de Neruda ya no era un nene. Yo sé los riesgos que supone escribir la biografía de un amigo, porque uno se acerca demasiado y entonces hace un poco como la persona que escribe su biografía. La persona que escribe su biografía cuenta muchas cosas; pero no cuenta otras que lo afean, que lo considera desagradable. Y entonces decide mantenerlas en el silencio a fin de que se no se conozcan. Incluso en la biografía que está haciendo furor de Clinton "My Life". Alguien en Estados Unidos ha borrado la letra "f" en dicho título que ha quedado como "My Lie", es decir, como Mi mentira.
Para mí, este libro (la biografía de Neruda) fue un libro de encargo. Yo no pensaba escribir biografía, pero estaba en exilio. En España me pidieron que la escribiera. Yo no tenía material, salvo las obras completas de Neruda. Entonces había viajado a Santiago y había sido saqueado, quemado; pero yo había convivido con él durante 35 años. Además fuí su compañero y hablamos de muchas cosas con mucha sinceridad.
Entonces cuando yo digo que no puedo escribir la biografía porque me daban un plazo muy breve y porque no tenía suficiente material. Tenía un secretario en Moscú al cual yo le dictaba los programas de radio, el que me hace la proposición escandalosa: "Díctemelos no lo escriba. Díctemelos porque así podemos hacerla". Yo reaccioné indignado. Sólo un tipo que no sabe nada de literatura puede hacer una proposición tan indecedente. El era un escribiente y dactilógrafo y una excelente persona, sin ninguna formación literaria. Y siguieron los telefonazos que después se atendieron. Y él insiste: Por qué no hacemos la prueba, tal vez nos resulte, díctemelos. Entonces me puse a dictarle a mi secretario de Moscú. Pero ¿cuál fue el método posible? Yo tenía que empezar a contarle a un amigo a quien le veía la historia de la vida de Neruda. No tenía plan tampoco; pero para no perderme en el camino tan complejo, yo necesitaba leer con cierta rigurosidad cronológica. Y el libro empieza por el nacimiento; pero no empieza por decir Pablo Neruda nació el 2 de julio de 1904, sino de una visita que hace Neruda 50 años después de haber nacido con Matilde y conmigo, a Parral, a la casa natal. Así se ha desarrolla todo el libro a base de experiencias convividas, directas. Y también agrego, cosas que para mí son indispensables, se trata de dictar una vida, las mujeres, los dramas, todo lo que hay de por medio. De manera que respondiéndole al amigo inglés al cual no logré responder, de que no se puede escribir la biografía de un amigo, depende también de quién la escriba, porque si se toma los recaudos y las precausiones para no dejar nada a la mitad y suprimir o falsear episodios, él tiene la gran ventaja de que estuvo más cerca del que lo vivió, sobre aquel que no lo vivió. Estuvo siempre lejos.


(*) Esta entrevista fue publicada por la revista Fondo Negro de La Prensa de La Paz, el domingo 1o. de agosto de 2004





VOLODIA TEITELBOIM

Por Fernando Salazar Paredes*
La Razón, La Paz, Bolivia, 28 de julio 2004.




Toda vez que escucho esa trova de Pablo Milanés que dice: "Yo pisaré las calles nuevamente de lo que fue Santiago ensangrentado y en una hermosa plaza liberada, me detendré a llorar por los ausentes", por algún motivo me acuerdo de nombres de chilenos célebres como Salvador Allende, Clodomiro Almeida y Volodia Teitelboim.

Tal vez porque fueron protagonistas de una etapa política en Latinoamérica con la que se identificaron tantos jóvenes del siglo XX en su búsqueda de una mañana mejor para los más. Quizás porque fueron los precursores, con sangre sudor y lágrimas, de los movimientos reivindicacionistas que hoy buscan poner fin a la exclusión y ser dueños del proceso de toma de decisiones para acortar la brecha entre el hoy de la iniquidad y el mañana de la justicia. Acaso por la nostalgia de las utopías que se han diluido en la cotidianidad de la supervivencia material.

Si, por ello, pero por mucho más y, en ello, Volodia Teitelboim, encarna la pasión de vivir la vida sin claudicaciones, ni precipitaciones y, por eso, sostiene que, para él, la política es su esposa y la literatura su amante. Y con ambas ha mantenido un compromiso permanente, desde hace 88 años hasta ahora que visita a Bolivia, después de más de treinta años.

Conocí a Allende y conocía a Clodomiro Almeida personalmente. A Volodia Teitelboim, sin embargo, lo conocí a través de su literatura. Con todo, siento conocer más a Teitelboim, ya que sus escritos están tan llenos de vida vivida que al lector lo compenetran totalmente. Ahora, en La Paz, tendremos la suerte de conocer directamente al autor de "Gabriela Mistral, Pública y Secreta", "Huidobro, la Marcha Infinita", "Los dos Borges", "Un muchacho del Siglo XX", "Un Hombre de Edad Media", "Notas de un Concierto Europeo", "Voy a vivirme", "La gran Guerra de Chile y otra que nunca existió", "Una voz viene de lejos" , "El tiempo es un viaje", "Ulises llega en locomotora" y "Pisagua, la semilla en la arena".

Hijo de padre ucraniano y madre moldava, Valentín Teitelboim Volosky, nació en Chillán el 17 de marzo de 1916. De niño le decían cabeza de incendio por ser pelirrojo. Consultado alguna vez sobre la fuente de su juventud de más de ochenta años, no vaciló en contestar que "se siente joven para realizar su tarea y que ésta es tener proyectos y trabajar. Gozo de la amada literatura recuperada por fin eternamente. Es como bañarse en la fuente de la juvencia y sentir que en cada día, la vida está comenzando. Eso puede parecer muy literario. Pero ¡qué le vamos a hacer! Yo lo siento así".

Como tantos latinoamericanos, Volodia conoció el exilio y lo sufrió como en la tragedia de Eurípides pero, sin embargo, el político lo aprovechó para, noche a noche, desde lejos, inculcar a sus compatriotas en Chile la oposición a la dictadura pinochetista. Estas sus intervenciones radiales desde Moscú han sido recogidas en el libro "Una voz viene de lejos" , el 2001.

Volodia Teitelboim es chileno y visita Bolivia en un momento que la efervescencia nacional apunta hacia un objetivo nacional que tiene mucho que ver con los gobernantes chilenos y bolivianos actuales y que es la salida soberana al mar. Y, al respecto, Volodia acaba de sostener que "sería bueno que los chilenos se dieran cuenta de que este asunto les compete y que pensaran en ello".

Mensaje claro y sencillo, sin tapujos y que refleja el pensamiento de un hombre representativo de la cultura chilena, sensible, latinoamericano, progresista, comunista, evocador del pasado y, sin embargo, un adelantado como lo son todos los hombres que hacen cultura, hombres con visión de futuro.

No, en vano Volodia Teitelboim ha dicho que "la cultura es la gran abre puertas para entenderse con el mundo entero y hacer que este país -que parece ya caerse del mapa porque está demasiado cerca de los hielos y lejos de los países centrales- no sólo resuene por la tristeza de un dictador que tiene que pretextarse ‘loco’ para escapar a la justicia, sino por los grandes valores del espíritu representados por la cultura chilena".

La cultura boliviana se siente honrada por la visita a La Paz del vate Volodia Teitelboim Volosky porque, si en algo coincidimos, bolivianos y chilenos, es que las utopías no mueren y la utopía de una verdadera amistad chileno-boliviana, como la que Allende y Almeida quisieron construir, no está lejana de consolidarse cuando bolivianos y chilenos dejemos de lado el pasado que nos separa y forjemos un futuro convergente donde el mar sea un elemento que nos una y no que nos separe. Razones para ello, tanto chilenas como bolivianas, no faltan.

 

Este comentario salió en el periódico La Razón, La Paz, Bolivia, (28/07/2004)
**Fernando Salazar es ciudadano boliviano


 

 


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Volodia Teitelboim: Canto general de Volodia Teitelboim en La Paz
Por Juan Carlos Ramiro Quroga - Liliana Carrillo
Fondo Negro de La Prensa de La Paz
domingo 1o. de agosto de 2004.