Volodia Teitelboim, uno
de los más destacados intelectuales y políticos chilenos,
acaba de publicar el último volumen de sus memorias, "Un
soñador del XXI" ("Antes del olvido IV").
Volodia Teitelboim, de 88 años de edad, hijo de padre
ucraniano y madre moldava, fue abogado, diputado, senador y Secretario
General del Partido Comunista de Chile. Es el autor de una polémica
"Antología de poesía chilena nueva"
(en colaboración con Eduardo Anguita, 1935), de novelas como
"Hijo del salitre" (1952) y "La semilla en
la arena" (1957) y ensayos como "El amanecer del
capitalismo y la conquista de América" (1943) y "En
el país prohibido" (1988). Además, ha escrito
biografías de Pablo Neruda, Gabriela Mistral, Vicente Huidobro
y Jorge Luis Borges, y está trabajando en una de Juan Rulfo.
En 2002 recibió el Premio Nacional de Literatura de Chile.
Durante una visita reciente a su casa en Santiago de Chile, Teitelboim
me contó que acababa de enviar a sus editores un nuevo libro
sobre Neruda, de quien fue amigo y compañero de luchas políticas
durante varias décadas. Entre los muchos temas que conversamos,
estuvieron la vida política de ambos, el estalinismo, el fin
de la Unión Soviética y cómo pensaría
Neruda hoy.
¿Cómo Pablo Neruda recibió
las denuncias de los crímenes de Stalin?
Neruda había escrito a raíz de la guerra
y de la lucha contra Hitler el "Canto de amor a Stalingrado"
que es un canto no tanto a un hombre, sino a una gesta donde mueren
casi diez millones de personas. Él lo consideraba un canto
por la libertad.
Pero él, como todos nosotros, fuimos sorprendidos y engañados
por lo que se escondía detrás del llamado elogio a Stalin,
que eran los campos de concentración, las persecuciones, todas
esas cosas horribles que pasaron. Y él lo dijo en su obra,
pero hay mucha gente que
sigue hablando de Neruda como si eso fuera su característica
definitiva y de toda su vida.
Él reaccionó airado contra esa traición al socialismo,
a los derechos humanos, al humanismo, que en verdad era su ideología.
Y hoy día Neruda es un poeta de un prestigio mundial, universal,
algunos dicen que sería el más grande poeta del siglo
XX, y en verdad fue un poeta...alguien lo llamó un hombre planetario.
Sí, en verdad es un planeta de varios continentes, el continente
del amor, de la naturaleza, de las cosas, de los pronunciamientos,
y también de la Historia. Pero él mismo había
dicho en sus últimas obras que jamás recibiría
la condecoración del renegado. Y fue siempre muy consecuente.
Alguna vez, habiendo fallecido, se han hecho conjeturas sobre qué
sería de Neruda hoy: sería el mismo y sería distinto.
Él fue fiel a lo que pensaba, un hombre de su tiempo, y pensó
así, pensó en una causa que, en el fondo, traduciéndola
a la luz del tiempo, es del humanismo y el derecho a la justicia social,
el cambio de un mundo que es injusto a uno más justo, un mundo
más noble, un mundo más humano, sin guerra, con paz,
sin abandono y sin todo esto que significa y está personificado
por un régimen monopolar, por el neoliberalismo, con poco respeto
por los países del tercer mundo.
Y con poco respeto por la paz. Invaden, hacen guerras por negocios,
por situaciones de interés personal, eso él no lo aceptó
nunca ni tampoco seguiría aceptándolo.
Una pregunta ya no tanto de Neruda, sino de usted,
usted siendo durante mucho tiempo el líder del Partido Comunista
chileno y ahora su presidente honorario, ¿cómo usted
recibió el problema del estalinismo?"
Lo recibí de la misma manera, como una gran estafa, como un
abuso de confianza, porque yo - Neruda desde luego- me guío
por principios milenarios, porque este anhelo de justicia, del derecho
a vivir una vida humana, plena, eso se ha sentido siempre, a través
de miles de años. Las religiones también lo han propuesto.
Reformadores sociales, es lo mismo. También lo hizo Carlos
Marx en el siglo XIX. Y, en la esencia, él tiene razón,
aunque muchas de las cosas que dijera fueran cosas de su época
y ya no tuvieran vigencia.
Pero el sueño principal es ese. Entonces, yo he escrito cuatro
tomos de una supuesta autobiografía que no es autobiografía,
pero es lo que yo pienso. Y el último se llama "Un soñador
del siglo XXI". Yo sigo pensando lo mismo, con las debidas adaptaciones
que producen los tiempos, los cambios, pero el sueño es ese.
Y no voy a militar, digamos, en el partido de los satisfechos, de
los que abusan, de los que hacen guerras, de los que admiran al presidente
Bush, no, nada de eso.
¿Para usted qué fue, personalmente,
el fin de la Unión Soviética ?
Fue un golpe que me dolió muchísimo, que
me dolió no tanto por la Unión Soviética, porque
yo viví 15 años en Rusia, sino por el pueblo ruso, que
yo sabía que era víctima de un espejismo y que tendría
que pagarlo, que habría mucho más injusticia.
Ese régimen era un régimen antidemocrático, sin
participación real, que fue lo que lo desplomó porque
la población era indiferente. Pero perdió mucho: perdió
la educación gratuita, la salud gratuita, el derecho al trabajo
y ganó todas las lacras de Occidente. Entonces, yo lo siento,
pero eso es un hecho.
Yo tengo simpatía por el pueblo ruso, no quiero generalizarlo
tampoco porque en algún sentido es un pueblo dostoyevskiano,
con todas sus contradicciones, con sus grandezas, con sus crueldades.
Pero es un pueblo con el cual habrá que contar en la historia
futura, así como habrá que contar con los chinos, que
van a hacer del siglo XXI, e indudablemente del tercer milenio, una
historia muy distinta de lo que hemos vivido antes.