GENIO Y
FIGURA
A
Winétt
Yo soy como el fracaso total del mundo, ¡oh
Pueblos!
El canto frente a frente al mismo Satanás,
dialoga
con la ciencia tremenda de los muertos,
y mi dolor chorrea de sangre
la ciudad.
Aun mis días son restos de enormes muebles
viejos,
anoche "Dios" lloraba entre mundos que van
así, mi niña,
solos, y tú dices "te quiero",
cuando hablas con "tu" Pablo, sin
oírme jamás.
El hombre y la mujer tienen olor a tumba;
el
cuerpo se me cae sobre la tierra bruta
lo mismo que el ataúd rojo del
infeliz.
Enemigo total, aúllo por los barrios,
un espanto más
bárbaro, más bárbaro, más bárbaro
que el hipo de cien perros botados
a morir.
de EL FOLLETIN DEL DIABLO (1922)
CIRCULO
A
Winétt
Ayer jugaba el mundo como un gato en tu
falda;
hoy te lame las finas botitas de paloma;
tienes el
corazón poblado de cigarras,
y un parecido a muertas vihuelas
desveladas,
gran melancólica.
Posiblemente quepa todo el mar
en tus ojos
y quepa todo el sol en tu actitud de acuario;
como
un perro amarillo te siguen los otoños,
y, ceñida de dioses
fluviales y astronómicos,
eres la eternidad en la gota de
espanto.
Tu ilusión se parece a una ciudad antigua,
a las
caobas llenas de aroma entristecido,
a las piedras eternas y a las
niñas heridas;
un pájaro de agosto se ahoga en tus pupilas,
y,
como un traje obscuro, se te cae el delirio.
Seria como una
espada, tienes la trial dulzura
de los viejos y tiernos sonetos del
crepúsculo;
tu dignidad pueril arde como las frutas;
tus cantos
se parecen a una gran jarra obscura
que se volcase arriba del ideal
del mundo.
Tal como las semillas, te desgarraste en
hijos,
y, lo mismo que un sueño que se multiplicara,
la carne
dolorosa se te llenó de niños;
mujercita de invierno, nublada de
suspiros,
la tristeza del sexo te muerde la palabra.
Todo el
siglo te envuelve como una echarpe de oro;
y, desde la verdad
lluviosa de mi enigma,
entonada la tonada de los últimos
novios;
tu arrobamiento errante canta en los matrimonios,
cual
una alondra de humo, con las alas ardidas.
Enterrada en los
cubos sellados de la angustia,
como Dios en la negra botella de los
cielos,
nieta de hombres, nacida en pueblos de locura,
a tu gran
flor herida la acuestas en mi angustia,
debajo de mis sienes aradas
de silencio.
Asocio tu figura a las hembras hebreas,
y te
veo, mordida de aceites y ciudades,
escribir la amargura de las
tierras morenas
en la táctica azul de la trial danza
horrenda
con la cuchilla rosa del pie inabordable.
Niña de
las historias melancólicas, niña,
niña de las novelas, niña de las
tonadas,
tienes un gesto inmóvil de estampa de provincia
en el
agua de asombro de la cara perdida
y en los serios cabellos
goteados de dramas.
Estás sobre mi vida de piedra y hierro
ardiente,
como la eternidad encima de los muertos,
recuerdo que
viniste y has existido siempre,
mujer, mi mujer mía, conjunto de
mujeres,
toda la especie humana se lamenta en tus
huesos.
Llenas la tierra entera, como un viento rodante,
y
tus cabellos huelen a tonada oceánica;
naranjo de los pueblos
terrosos y joviales,
tienes la soledad llena de soledades,
y tu
corazón tiene la forma de una lágrima.
Semejante a un rebaño de
nubes, arrastrando
la cola inmensa y turbia de lo
desconocido,
tu alma enorme rebasa tus hechos y tus cantos,
y es
lo mismo que un viento terrible y milenario
encadenado a una matita
de suspiros.
Te pareces a esas cántaras populares,
tan
graciosas y tan modestas de costumbres;
tu democracia inmóvil huele
a yuyos rurales,
muchacha del país, florida de velámenes,
y la
greda morena, triste de aves azules.
Derivas de mineros y de
conquistadores,
ancha y violenta gente llevó tu sangre
extraña,
y tu abuelo, Domingo Sanderson, fue un HOMBRE;
yo los
miro y los veo cruzando el horizonte
con tu actitud futura encima
de la espalda.
Eres la permanencia de las cosas profundas
y
la amada geográfica llenando el Occidente;
tus labios y tus pechos
son un panal de angustia,
y tu vientre maduro es un racimo de
uvas
colgado del parrón colosal de la muerte.
Ay, amiga, mi
amiga, tan amiga mi amiga,
cariñosa, lo mismo que el pan del hombre
pobre;
naciste tú llorando y sollozó la vida;
yo te comparo a
una cadena de fatigas
hecha para amarrar estrellas en
desorden.