POESÍA de "CORTEJO Y EPINICIO"
(1949)
SADISMO
........................XXXII
Mayo
En la copa del árbol del invierno
las aves de la lluvia
hacen su nido.
Los días arrecidos sus siluetas
en las puertas
del tiempo han agolpado.
Las ingles de la aurora se
estremecen.
En las rosas, rocío de relámpagos.
¡La raíz de la
escarcha! El viejo frío
deslízase en los cuartos con
nosotros.
Dentro de los roperos nos aguarda
la muerte. Se
enfastasman los recuerdos.
Las camas desde ahora nos
esperan
heladas y terribles. El dolor
se descuelga del techo
lentamente.
Ah invierno. ¡Invierno! ¡Invierno!
Ultimo invierno que
atravieso:
habítame con todos tus crespones
y cóseme en las
carnes tu sadismo
y mis labios estira en una mueca
de alegría
feroz, para que en tanto
tu cuchillo de angustia hundes en
mí,
yo parezca reír con risa muda,
yo parezca gozar largos
placeres.
¡Ah invierno, llega hasta mi corazón
y con tu
indestructible hielo, enfríalo!
............................XXXVII
Consolación
Unas largas tijeras puntiagudas me he enterrado
................en los ojos,
unas largas
tijeras puntiagudas me he enterrado hasta
................el fondo
de las cuencas. Con
dedos viborales y hambrientos
................he extraído
toda la gelatina
de la luz del mundo y el rostro
................de mis hijos.
¡El encierro sin
límites! ¡La sombra! ¡La distancia peluda!
Jamás, jamás el verde,
el ala, el alba. Sólo la
................abierta gruta
de lo negro sin
negro. Es poco. Es libre. ¡Venga algo más profundo!
Algo más. Algo
más. Más que la sombra. Más que este encaje turbio.
Algo que mi
alma abrace sin preguntas. Algo más
................que este foso.
Algo más que
este trance descompuesto. ¡Algo más que estar solo!
Unas largas
tijeras puntiagudas me he enterrado en el pecho.
Ah... la puerta ya
cede. Al fin lo ansiado...
................Al fin... salgo... del
sueño...
FORTALEZA
............................A mi hermana Eva.
................................LV
Como un golpe de luz en los visillos
he penetrado en el
cuarto de Sara,
buscando la embriaguez de los frutos de cera
en
los cajones donde ya no hay nada.
He cogido un monton de polvo
y
me lo he pasado por la cara:
y me he embebido de aroma de baldosa
con lluvia
y de retratos dormitando en lavándula,
de matza
fresca, de pieles con naftalina,
de crinolinas de porcelana,
de
oro viejo y sombras chinescas,
de pintura seca y muñecas y
acacias.
Y he mascado los muebles vacíos
con ansiedad de mascar
su fragancia,
y he lamido el piso y las paredes,
y he arañado el
rincón de la lámpara,
porque con el batir de las polillas
un
perfume de cinta se escapa;
y el yeso me ha entregado sus
residuos,
y he quitado, vicioso, por la calma
de la victrola
desaparecida:
por su contacto de madera cálida,
que es como
deslizarse entre ciruelas
para alcanzar los días de la
infancia.
Pero quería sentir contemplando,
pero quería brotar
con las palmas:
y es que buscaba un olor sin hallarlo,
y lo
buscaba en locura y buscaba
como en volandas, remoto, perdido,
y
era el olor sin color, sin fragancia,
de ciertas
lágrimas.
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