¿Es la muerte, es la muerte lo que escucho rodar por la
llanura roncamente?
¿Son sus sandalias de lamento, acaso, con el
arroz pronto a espigar, chocando?
PÓRTICO
Pastor dormido en la hierba,
tu caramillo sonando
en la
lejana pradera:
¿quién en tus manos, avena?,
¿quién en tus manos,
alfalfa:
pastor dormido en la hierba?
El oso peludo,
el rey juguetón,
molinete,
embudo,
chinita de ron.
El rey juguetón,
girasol, dandún,
chinita de
ron,
nata con betún.
Girasol, dandún,
escabel
chiquito,
nata con betún,
dorado ombliguito.
Azulea que azulea
la mazorca en tu cabello,
pastor
dormido en la hierba:
¿adónde queda tu tienda
de brezos, adónde queda?
-"En
la lejana pradera."
Escabel chiquito,
el rey juguetón,
dorado
ombliguito,
chinita de ron.
El rey juguetón,
el oso peludo,
chinita de
ron,
molinete, embudo.
El oso peludo,
nata con
betún,
molinete, embudo,
girasol, dandún.
Retama, río, corteza,
corazón de la campiña,
pastor
dormido en la hierba:
sobre la greda, más greda.
ABISMO
La sombra de la muerte en el umbral se pára.
Oh dandún, oh
dandún, no le mires la cara.
Cerca, una madrugada te aguardaba con hambre
de tus
miembros apenas palpados por el mundo,
y te daba el arrullo
dulcísimo del sueño
desde dentro de un sueño borroso,
inacabable.
Tienes los ojos fijos, detenidos: "Qué
fijos
tiene dandún los ojos." Y despiertas, dandún,
¡es
cierto!, ¡sí!, ¡despiertas!, y tu vagido adoro.
Tu angustia
calmarán los azulados ríos.
La sombra de la muerte desde el umbral avanza.
Oh dandún,
oh dandún, tápate con las sabanas.
En las manos el cuesco del burburbur: ventana
de par en
par, almendra que crepita, cuncuna,
ladrillos, pasos, ruedas: la
silla gujgujguj,
la cucharita, el queque, el bomberún, el
tata,
el tata, el tata: "tú pone leó, o pono
osito", burburbur,
el cascabel voltea
su encintada cadena: brusco tin: un
hoyuelo
con jarabe: dandún con mameluco y gozo.
La sombra de la muerte está junto a tu cama.
Sé bueno, mi
dandún, mira mejor el alba.
Un corto pasadizo atraviesan tus días:
no hay hoscos
centinelas para ti descubriendo
los rincones de magia, los
muebles, la escalera:
en la baldosa bailan tus soldados en
fila.
Se esconde en cada negro dominó con que juegas
un vaho
amoratado, un tajo, una premura,
y tú juegas debajo de la mesa a
ser gato.
Cerca, una madrugada lenta juega a ser
piedra.
La sombra de la muerte hacia ti se ha inclinado
(se ha
puesto azul la almohada):... semejan dos hermanos.
Has mirado
a la muerte y ahora cierras los ojos,
mas detrás de tus párpados
aun la sigues mirando,
y tus ojos cerrados, terriblemente
abiertos,
miran, miran sin fin, clavados en lo ignoto
de esa cara sin cara que se ríe sin risa,
de esa cara,
dandún, que se parece a ti,
que es como algo gemelo que de pronto
posees:
dime, dandún, ¿la muerte acaso es hija mía?
Se ha acostado en tu cama la sombra de la muerte.
Hijo
mío, dandún, ya no me perteneces.
No, no, eso si que no, dandún, lo enorme no,
lo enorme se
te pega en los labios,
vas a entregar tus ojos a una niebla
espantosa,
ya te envuelve, dandún, recházala, eso no,
quiéreme
algo, dandún, para ser mío,
quiéreme algo, dandún,
todavía un
ratito, no te vayas, dandún;
ay Dios, y quién diría que en tu
cuerpo pequeño
albergas una noche inmensa, tenebrosa,
sin
estrellas, vacía, completa de infinito;
quién diría que con tus
dulces ojos de color extraviado
abarcas un umbroso bosque voraz,
dandún;
alma mía, hijo mío, dandún, oh vida, vive,
vibra, vibra,
voltea, vive, vive, ¡desata!,
¡desátate!, ¡desátame!,
que la
luna otra vez brille allá en tus pupilas,
que las guindas del sol
te hagan reír,
que los pájaros crucen por tus ojos
radiantes,
que la ola se agite otra vez en tus ojos,
que el
día se abra en ti como suave capullo,
que contemples mi amor como
el viento a la duna.
Hijo mio, mi sangre empozada en tus venas
grita por
recorrerte, por sentirte gozoso
de lucha, de vertiente, de
verdor, de sabor;
hijo mío, mi sangre encharcada en tus
venas
me recorre las fibras del amor de tu carne:
sangre mía,
revuélcate, rebélate, recórrelo
otra vez, otra vez;
no
descanses, dandún, abandona ese sueño,
ven a mis brazos, hijo,
lleno de luz, de vida,
con la plena fragancia del racimo
maduro;
sangre mía, caliéntalo, dale otra vez calor,
dale
otra vez vocales tímidas a su boca.
No me dejes, dandún,
dile a tu sangre que fluya, que
fluya, que fluya,
dile a tus ojos que se abran,
hijo,
¡hijo!,
dile a tus dedos que me cojan.
Oh dandún, ¡si eres mío!, conmigo
siempre,
abrázame;
¿qué va a ser de tus juegos y de mi sangre,
hijo?
Abre los ojos, dandún, por Dios, dandún, abre los
ojos.
Ah maldita sombra, Dios maldito, maldito,
dile a dandún
que abra los ojos:
¡para qué va a dormir tanto tiempo!
Sí, dandún, eres mío, sólo mío,
no te vayas, hijo, dime
que todo esto es un
juego de la noche,
que vas a abrir los
ojos.
Madrugada, dame la muerte.
Hijo mío de sombra, largamente reposa.
La soledad te cubre
con sus velados tules.
El cielo se ha poblado de amoratadas
nubes.
Tropieza la mañana con la noche en la alcoba.
La turbia madrugada te ha aguardado con hambre
de tus
miembros apenas palpados por el mundo,
y te ha dado el arrullo
dulcísimo del sueño
desde dentro de un sueño borroso,
inacabable.
Desde el umbral el sol, tendido como un perro,
mira la
quieta colcha, desciende hasta tu pecho
quieto, avanza a tu
rostro pálidamente quieto
y en tus ojos cerrados pone un ciego
reflejo,
en tus ojos cerrados, terriblemente abiertos.
REQUIEM
Dandún, óyeme, dandún,
no hay quién te saque,
dandún:
ni allá con la banderilla,
ni aquí con demente
luz.
Trataro, mira, trataro,
creo que te perderás:
allá con
la banderilla,
aquí con serenidad.
Ya se cerró tris pulsera,
ya se cerró tris
collar,
aunque siempre te miremos
no te veremos
jamás.
Cascarón, ay badulaque,
dandún, tímido rumor:
allá con
la banderilla,
aquí con el batallón
de los muertos, oh
dandún,
tan cuajarón, tan dulí:
allá desmayas de
llanto,
aquí te echas a reír.
Ya se cerró tris pulsera,
ya se cerró tris
collar,
aunque siempre te miremos
no te veremos
jamás.
Ja ja ja riéte madre,
ja ja ja riéte muerte,
retuércete
banderilla,
trataro, livor, retuércete.
De risa dóblate, quita,
arreméteme, abedul:
allá en tu
sombra ja ja,
aquí nos falta la luz.
Ya se cerró tris pulsera,
ya se cerró tris
collar,
aunque siempre te miremos
no te veremos
jamás.
Felpa de sueño, desvelo,
blanco en blanco, monte
blanco,
mucho cardo retorcido,
mucha brisa, poco
alado,
nieve poquita, candela,
sin semblante con
semblante,
sin voz con voz, oh trataro,
laúd, dandún, soplo,
nadie.
Ya se cerró tris pulsera,
ya se cerró tris
collar,
aunque siempre te miremos
no te veremos
jamás.
Arriba, tú, despacito,
sh, callandito, dandún,
menos
que plúmula, rurru,
no te arranques de la luz.
No enterrado, no enterrado,
no me dejes de
existir,
tibia hojarasca, no hielo,
tan cuajarón, tan
dulí.
Ya se cerró tris pulsera,
ya se cerró tris
collar,
aunque siempre te miremos
no te veremos
jamás.
Tú bajabas, tú ascendías,
cordón, gaviota, ¿hacia
dónde?,
saco, carroza, ¿hacia dónde?,
terror, descanso, ¿hacia
dónde?
¿Hacia dónde, llamarada?,
¿qué ribera alcanzarías?,
¿y
dejabas qué frontera?,
¿pero de dónde partías?
Ya se cerró tris pulsera,
ya se cerró tris
collar,
aunque siempre te miremos
no te veremos
jamás.
Dandún, óyeme, dandún,
en lo hondo del ciprés,
si no se
pudre el olvido
nonunca te olvidaré.
Dandún, óyeme, ceniza,
si es que puedes
sollozar,
sollózame más sollózame
aquí con
serenidad.
Ya se cerró tris pulsera,
ya se cerró tris
collar,
aunque siempre te miremos
no te veremos
jamás.
Entrame, abrojo: mecerte,
quiero mecerte,
mecerte,
naufragio niño, riciales
destellos,
aguzanieves.
Rurrupata, rurrupata,
rodomiel, pupa, runrún:
allá en
tu sombra llorando,
aquí nos falta la luz.
Ya se cerró tris pulsera,
ya se cerró tris
collar,
aunque siempre te miremos
no te veremos
jamás.
Upa, triguito, ravé,
ota naanca, dulzura,
teno fío,
teno fío,
teno fío, el cuco, upa.
No es el cuco, sangre mía,
el cuco, el cuco, los
dos
solitos, upa, ravé,
garra, desesperación.
Ya se cerró tris pulsera,
ya se cerró tris
collar,
aunque siempre te miremos
no te veremos
jamás.
¿Hacia dónde, llamarada,
te quedabas y te ibas?:
allá
te quedas y aúllo,
aquí te vas, agonía.
No puede ser, vuelve, vuelve,
dandún, Dios mío,
dandún,
no puede ser, esta orilla
es un lamento de
luz.
Ya se cerró tris pulsera,
no... se cerró... no...
collar,
no, no...siempre... no... miremos
no te veremos
jamás.
En las sienes, tú, dandún,
tan antiguo tu
reír,
trataro, la banderilla,
tan cuajarón, tan
dulí.
Ya se cerró, se cerró,
no es el cuco, sangre
mía,
ya se cerró, se cerró,
no es la muerte, sangre mía,
ya
se cerró, se cerró,
garra, desesperación,
si no se pudre el
olvido
nonunca te olvidaré,
el cuco, el cuco, los
dos
solitos, upa, ravé,
ya se cerró, se cerró,
garra,
desesperación.