Ir
en un tren hacia ninguna parte.
Un tren nocturno en camarote
sólo.
Bajarse en la estación Ninguna Parte.
Hace un frío polar
del otro polo.
No hay jefe de estación y no hay andén.
Ni un
pasajero ni un cortero solo.
Nunca jamás ese nocturno tren.
O
mejor dicho ¡Subete que parte!
"Las
almas de los viejos en sus cuerpos
desgastados, gastados se
acomodan.
Las pobres cosas infelices, cuanto
sus patéticas
vidas los aburren.
Qué miedo tienen de perderlas, cómo
las
aman con sus almas tan confusas.
Sentados tragicómicos en
frágiles
sillones hechos con sus viejos cutis".
Busco en vano la puerta: no hay umbrales;
todo es suelo y
lugar donde solía
jugar conmigo mismo a juegos tales
que no me
atrevo a recordar hoy día.
Golpeo el suelo con el puño,
fuerte,
y se abre un hoyo cuyo nombre es
muerte.
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PEOR VIDA : POESÍA de ARMANDO URIBE